Adriana Ochoa
En el undécimo compromiso de asunción presidencial, de los cien que Claudia Sheinbaum Pardo hizo ante un Zócalo repleto, el “futureo” político potosino ha encontrado ingredientes para entretenerse en el dilema de si la esposa de Ricardo Gallardo Cardona, la senadora Ruth González Silva, podrá o no sucederlo.
La jefa del ejecutivo federal, y formalmente aliada del partido Verde que encabeza Gallardo Cardona en el estado, anunció que enviará una iniciativa de reforma constitucional para recuperar la no reelección, con vigencia a partir del 2030, y que impulsará “la prohibición de suceder a un familiar directo en los cargos de elección popular. No al nepotismo”.
La maquinaria gallardista hizo un notorio trabajo para garantizar el escaño de la esposa del mandatario. No solo eso, también garantizó una diputación federal plurinominal por el aliado PT para su padre, el exalcalde potosino Ricardo Gallardo Juárez.
El triunfo en las urnas de Ruth González Silva fue de una solvencia aritmética que despertó sospechas y enojo con sus aliados morenistas. El gobernador Verde consiguió además el segundo escaño para uno de sus suyos, Gilberto Hernández Villafuerte, pero el despliegue no alcanzó la tercera poltrona senatorial para la hermana de la ahora secretaria de Gobernación, Rita Ozalia Rodríguez, postulada por Morena. Se supone que habían vendido ir por separados al Senado Verde y Morena en San Luis Potosí para llevarse las tres de tres.
Cumplida la mitad del sexenio, es tradición que los gobernadores enfrentan el reto de construir potenciales sucesores dentro de sus filas. La lectura futurista local se ha dividido, según sean posturas a favor o en contra, con embelesos y discrepancia en todos los matices. La apuesta que alcanza más decibeles, “buenos deseos” incluidos, anticipa un desencuentro entre la señora Sheinbaum y el gobernador potosino, en el supuesto de que éste propondrá ir en alianza Morena-Verde con su esposa como candidata a sucederlo.
Un mandato centrado en la persona de Gallardo, con él como único factor que decide sobre candidaturas y maneja el partido Verde como su franquicia, no es suposición febril que no confíe más que en su cónyuge para sucederlo. Sería por otros seis años el rostro formal de un gobierno estatal que hoy controla también el Legislativo y la mayoría de los ayuntamientos, sin contar lo que vendrá con la reforma judicial estatal. El control político del gallardismo en San Luis es excepcional, favorecido por un declive imparable de los partidos que gobernaron el estado ya en este siglo: PAN y PRI.
Hay dos figuras muy cercanas al gobernador que destacan como operadores eficaces de Gallardo: el secretario general de Gobierno, José Guadalupe Torres Sánchez, y el ex secretario de Desarrollo Social y hoy presidente del PVEM estatal, Ignacio Segura Morquecho. Más por golpeteos mediáticos y digitales del propio entorno gallardista se les ubica enfrentados, se supone que como rivales políticos. ¿Son potenciales planes B y C para Gallardo? Cómo se vean ellos mismos en una posibilidad así es difícil saberlo, pero así los ven a su exterior. La política es siempre expectativa, pero a veces es más activa la de otros.
Torres Sánchez es el guantelete político de la gallardía, interno y externo. Ordenado y discreto, légende noire para muchos. Ignacio Segura es un tipo de estructura territorial, algo que los partidos tradicionales perdieron hace mucho. Conoce palmo a palmo los territorios con rentabilidad electoral y sabe cómo detonarla. Gallardo logró colocarlo como segundo propietario en la fórmula de Morena al Senado con Rita Ozalia: ¿una forma de asegurar control de la derrota morenista? Por lo menos resulta muy extraño que no ganara Rita la tercera curul senatorial para la alianza Verde-Morena.
El más reciente teatro de futurismo es el nuevo municipio de Pozos, gobernado por un concejo municipal de mayoría verde. La integración fue un reparto concertado por los partidos en el Congreso. La concejal presidente, Teresa de Jesús Rivera Acevedo, es una activista territorial del Verde. La ligan por ello con Ignacio Segura. Al secretario de Gobierno le atribuyen haber impulsado al secretario general del municipio, el exdiputado René Oyarvide Ibarra, así como a otros concejales regidores.
Nacido sin servicios de seguridad, disposición de basura y agua, por obra y gracia de una legislatura que se conformó sólo con decretar la municipalización, Villa de Pozos va a sufrir más si en efecto ahí se trasladan rivalidades políticas por encima de ciudadanos. Verdes, priistas, panistas y del color que sean.
Hay algo sabido en toda la esfera de colaboradores de Gallardo gobernador: funcionarios y personajes que le fueron muy cercanos y se jactaron de acceso al disfrute de su poder, han terminado cesados y relegados cuando menos lo esperaban. Gallardo dicta muertes políticas inmediatas, no deja espacio a explicaciones. Decide tiempo, modo y lugar.
El tiempo dirá si un tercer gallardista que no es su familiar toma material político como proyecto. Se trata del alcalde del municipio conurbado Soledad de Graciano Sánchez, el ex diputado federal Juan Manuel Navarro Muñiz. Con todo y su paso por San Lázaro, su potencial no está en un carné de legislador, sino en su cercanía de origen y negocios con la familia Gallardo.
Práctico, disciplinado, hombre de trastienda, asoma a la baraja de “posibles” precisamente contra la figura opositora al gallardismo de más peso: el alcalde de San Luis Potosí, Enrique Galindo Ceballos. El antes gris Navarro hizo su “triunfal” aparición con un sainete en el organismo operador de agua que comparten la capital, Soledad y Cerro de San Pedro. Histriónico como nunca lo es, el hombre reclamó, gritoneó, manoteó y negó su aprobación a estados financieros. Si hay un “Oscar verde”, esa noche se lo ganó.
La baza política de Navarro para ganar espacio será inmobiliaria. Si el municipio de Pozos sigue entrampado en su condición de neonato en la indigencia, en Soledad hay tierra y más sentido de lo que cuesta un fondeo bancario para invertir en vivienda. La capital está “enrejada” por un decreto de área natural protegida que cerró el poniente al crecimiento residencial. La opción inmobiliaria para vivienda en San Luis era su hoy ex delegación de Pozos.
En Soledad se proyectan parques industriales y no descarten los primeros cotos con equipamientos por encima de la vivienda medias. Hay planes para conectar con vialidad rápida periférica hasta Palma de la Cruz, por donde el gobernador tiene su rancho ecuestre. Baste imaginar la inversión estatal volcada en el municipio de origen del gallardismo y al frente de éste un hombre de absoluta confianza en obras y negocios. La enchilada completa para el lugar de donde es originario este platillo potosino.
A Navarro lo acerca con el gobernador algo más que el trabajo político. No le ha picado todavía el hambre de reflector y goza de menos desgaste que otras figuras del entorno gallardista, a esta fecha con el costo de operar durante tres años para el gobierno estatal.
Gallardo tiene más cartas de la que cabría suponer si la promesa de Sheinbaum le impide postular a su esposa para sucederlo.
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