En Chiapas, “histórico” encuentro del Papa con pueblos indígenas

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San Cristóbal de las Casas, Chiapas (15 de febrero de 2016).- El papa Francisco viaja este lunes a Chiapas para orar por el estado más pobre y menos católico de México, donde hace poco más de dos décadas hubo un alzamiento en armas en defensa de las precarias condiciones de vida de su mayoritaria población indígena.

En el tercer día de su visita a uno de los países más católicos del mundo, Francisco dará una misa a comunidades indígenas y luego almorzará con ocho representantes de éstas en San Cristóbal de la Casas, una pintoresca ciudad colonial en las montañas del sur del país que fue tomada por los zapatistas al inicio de la rebelión de 1994.

En Chiapas, la Iglesia Católica ha perdido más adeptos que en otros lugares de México: en dos décadas hasta el 2010, el porcentaje de la población que se reconoce como católica bajó diez puntos a un 58 por ciento, muy por debajo de la media nacional, de 83 por ciento.

En contraste, las crecientes corrientes como bautistas, pentecostales, evangélicos y adventistas han ido ganando terreno para convertir al estado en uno de los que ostenta mayor diversidad religiosa porque, según analistas, muchos dejaron de ver a la Iglesia Católica como la más cercana al pueblo.

El Papa ha elegido este estado para sostener un histórico encuentro con los pueblos indígenas, en el que además constatará los frutos de la armonización de las culturas nativas con el Evangelio.

Se espera que el jesuita argentino de 79 años celebre su eucaristía en San Cristóbal de las Casas en español, y que parte de la ceremonia sea en tzotzil y tzetzal, dos de las lenguas indígenas que se hablan en Chiapas.

En una entrevista con EFE, el vicario episcopal de la zona indígena tzotzil y párroco de la localidad de San Juan Chamula, Pedro Arriaga, destaca que será una jornada “histórica” por el significado de su presencia en un lugar como Chiapas, “donde están los excluidos”.

Y es que este estado del sureste de México, fronterizo con Guatemala, es uno de los más pobres del país, su población indígena (27% de los habitantes del estado) ha sido históricamente marginada y olvidada, y es la puerta de entrada de miles de indocumentados que intentan cruzar a Estados Unidos en busca de oportunidades.

Francisco es “un papa jesuita y en su espiritualidad es muy importante el lugar desde uno sigue a Jesús”, y por ello “acentúa mucho el ir a las periferias”, dice Arriaga.

“Las comunidades indígenas tienen un sentido dentro de su cosmovisión de reconocer el lugar, la tierra, como la madre, y sienten que el papa Francisco, como misionero, viene a tocar a la madre tierra”, añade el sacerdote jesuita.

En la misa que oficiará hoy en San Cristóbal de las Casas ante 100 mil fieles, muchos de ellos indígenas procedentes de otros estados del país y de Centroamérica, habrá una danza que “va a ser muy fina, muy delicada”, porque cuando se baila “se está tocando a la madre”.

En el altar, la madre tierra estará expresada a través de “las Cascadas de Agua Azul, algo de lo más hermoso que hay en Chiapas”, y las escaleras de la zona arqueológica de Palenque para recoger “la cosmovisión maya”, señala.

“El altar es muy significativo” porque “es de una comunidad donde se reúnen los indígenas en San Cristóbal de las Casas” y al fondo está la reproducción de la fachada de la catedral de esta diócesis, una de las más antiguas de América, con más de 450 años.

A los lados hay unas mamparas que parecen unos jeroglíficos que recuerdan “las estelas mayas”, pero que en realidad es la copia del techo original de la catedral, que está labrado, explica.

Además, alrededor de 300 diáconos estarán en la misa al lado de sus esposas, ayudarán a repartir la comunión y a cantar, algo que se hace de manera ordinaria en las ceremonias, donde está presente la música de las comunidades y las danzas también se integran en la eucaristía.

“No es que para el Papa hayamos preparado la música, los mariachi”, aclara Arriaga, quien todos los domingos oficia misa en tzotzil en el templo de San Juan Bautista sobre un suelo cubierto por ramas de pino y la mayoría del tiempo de rodillas porque para el indígena así se habla con la divinidad.

El diácono Anselmo Guzmán proclamará hoy la liturgia en tzeltal, precisa el párroco, quien señala además que durante la ceremonia el Papa autorizará la utilización de la lengua náhuatl en los textos litúrgicos, algo que ya se dio en el caso del “tzeltal y tzotzil”.

Al final, los padres jesuitas Eugenio Maurer y Felipe Jalel, acompañados por el antropólogo y traductor Avelino Guzmán, van a entregar la Biblia en tzeltal, mientras el lingüista y sacerdote dominico Alfonso Ramírez Jaso hará lo mismo con la traducción al tzotzil.

En la ceremonia, además, el Pontífice “no va a usar el incensario tradicional de estas bombillas plateadas, sino (…) un sahumerio indígena de barro”.

Yuam Pravia, del pueblo indígena miskito de Honduras, quien asistirá a la misa, confía en que el encuentro con el Papa “no sea una actividad protocolaria”, sino una muestra genuina de “la inclusión” de los más necesitados.

“Qué mejor que la Iglesia pueda estar enfrente de las problemáticas que sufren grupos más vulnerables” y que el Papa salga y conozca “in situ” cómo viven esos sectores de la sociedad.

La joven también celebra la encíclica “Laudato si” (Alabado seas), el primer texto pontificio dedicado al medio ambiente y publicado en 2015, en el que Francisco levanta “la voz” en favor de los pueblos originarios y sus recursos.

Sin embargo, es necesario que dicho documento se convierta en una realidad porque, advierte, la mayoría de los compromisos de los líderes suelen quedarse “en el papel”.

El jtatic (padre) Samuel Ruiz.

El Sumo Pontífice visitará la Catedral de San Cristóbal de las Casas, donde se encuentra la tumba de Samuel Ruiz, quien pasó 41 años como obispo de Chiapas abogando por los derechos de los indígenas y a quien se le acusó de esgrimir “la teología de la violencia” por apoyar las reivindicaciones.

En el marco de su visita a esta ciudad de poco más de 200 mil habitantes, el Papa hará una pausa para, de acuerdo con lo programado, situarse en el sepulcro que guarda los restos de Samuel Ruíz García y orar en su memoria.

Se trata del clérigo más influyente y recordado en la historia reciente de esta provincia, quien se distinguiera por su defensa de los pueblos indios, predominantes en esta región, y que falleció en enero de 2011 en la Ciudad de México.

Ruiz García, quien fue una figura con tintes polémicos, pero indiscutiblemente respetado en todas las esferas y, principalmente, querido en su diócesis, estuvo al cargo de esta demarcación religiosa por 41 años, desde 1959 hasta 2000, y a ella regresó en cuerpo para reposar eternamente, acorde con la tradición católica.

“Jtatic (padre)”, como su pueblo lo llamase, murió el 24 de enero de 2011 y fue llevado a San Cristóbal de las Casas, donde lo velaron a partir del lunes 25 de enero de ese año, para, un día después, depositar su cuerpo en un sepulcro ubicado en la parte posterior del altar de esta principal sede católica de los Altos de Chiapas.

El velorio, la despedida de su pueblo, con el que pasó 41de sus 86 años, transcurrió en medio de una gran tristeza, dolor, con flores, oraciones y veladoras.

Hasta allá llegó una multitud de indígenas que fueron a darle el último adiós en su féretro de madera al que le hicieron un camino de pétalos de rosas y veladoras a partir de la entrada de la catedral, hasta el sitio al que pasaron sus feligreses a despedirse del clérigo.

Entre los dolientes que recibieron el cadáver estuvieron autoridades estatales, el aún obispo, Felipe Arizmendi Esquivel y su auxiliar, Enrique Díaz Díaz, además de Luis Héctor Álvarez en representación del entonces gobierno federal.

El obispo de Saltillo, Raúl Vera López, quien fuera coadjutor de esta diócesis en los tiempos en los que Ruiz la encabezó, dijo en esa oportunidad que siempre estuvo cerca del fallecido pastor de quien ahora le queda su ejemplo.

“Él nos deja una historia bellísima de trabajo por los más pobres, difícil de olvidar su trabajo, pero seguiremos su ejemplo”, comentó.

Como lo acostumbró en su labor de ministro de la Iglesia, Samuel Ruiz fue vestido para su última morada con una mitra bordada a mano con motivos indígenas y de igual forma su estola y sus ornamentos observados por los autóctonos que hicieron enormes filas para verlo.

A la usanza local, durante la velación, la diócesis repartió café y pan entre los dolientes con el apoyo de muchas fieles voluntarias que se turnaron para estar pendientes de que todos recibieran una porción del alimento caliente para mitigar también el fuerte frío de las primeras horas de aquel 25 de enero en el que paradójicamente se conmemoraron 51 años de su consagración episcopal.

Su partida definitiva fue a las 14:05 del martes 26, cuando cientos de indígenas y mestizos lo llevaron a su última morada, situada en la Catedral de la Paz, donde fue reconocido por dignatarios de la Iglesia Católica y del medio político.

La misa de cuerpo presente fue oficiada por el nuncio apostólico en México,Cristophe Pierre, quien leyó el mensaje papal de Benedicto XVI, firmado por el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone.

Luego, a nombre de los obispos mexicanos, el arzobispo Rogelio Cabrera López leyó el mensaje en el que dijo que se unen a su iglesia particular. “Compartimos los mismos sentimientos y agradecemos al Señor la vida y obra de Don Samuel Ruiz García, quien fue siempre reconocido por su adhesión a Cristo y a los más necesitados”.

Don Samuel, agregó, “fue promotor incansable de la paz y voz clara de la justicia; no desfalleció en servir a quien había puesto por su esperanza”.

Luego de las homilías, fieles de diversas etnias hicieron la oración de petición en diversos idiomas; por ejemplo en tzotzil, tzeltal, chol, zoque y en quiché.

Una indígena refugiada guatemalteca, de nombre María, fue quien dijo en quiché: “Pedimos a Dios que sigas siendo el gran defensor de los seres humanos en América Latina y en todo el mundo”.

Al concluir la misa, se realizó una procesión solemne para llevar a Jtactic Samuel a su tumba, y para ello, los diáconos indígenas que asistieron a la celebración, tomaron entre sus manos el féretro y lo llevaron hasta la parte trasera del Altar Mayor de la Catedral, también conocida como de “La Paz”.

Allá lo dejaron en su última morada, donde el ahora pontífice Francisco orará este lunes 15 de febrero por la continuación de su eterno descanso.

Fuente: Excélsior.

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