Estudian la conservación de agua en El Mezquital, Villa de Arriaga

Texto y fotografías por Estela Ambriz Delgado

El Colegio de San Luis (Colsan) llevó a cabo un recorrido en el ejido El Mezquital, con la finalidad de que investigadores y organizaciones sociales que forman parte del proyecto Los trasvases como dispositivos de desigualdad e inseguridad hídrica, prácticas colectivas para la justicia hídrica, conocieran la presa La Lagunita, en el mismo los ejidatarios también manifestaron su preocupación por una plaga que sufren los huizaches, y solicitaron apoyo para combatirla.

Como parte de las actividades de la Plenaria I-2023 Proyecto Nacional de Investigación e Incidencia (PRONAII) Trasvases y justicia hídrica, de los Programas Nacionales Estratégicos (PRONACE-Agua) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt), llevada a cabo del 22 al 24 de junio en el Colsan, con tres sesiones de trabajo internas, y el sábado 24 finalizaron un recorrido de campo al ejido El Mezquital en Villa de Arriaga.

El Mezquital es un ejido de 2 mil 460 hectáreas que fue fundado en 1931, fue de los primeros ejidos que se formaron de la Hacienda de Puerto Espino, que era la que dominaba gran parte del valle.

Los 60 ejidatarios que habitan El Mezquital cuentan con una represa que ellos llaman La Lagunita, con una importante cantidad de agua que ellos han procurado conservar, ya que la usan principalmente para la actividad ganadera, porque son un ejido que se sostiene de una importante producción de ganado.

Respecto a la Lagunita, que es un afluente de la Sierra de San Miguelito, el integrante del Comisariado Ejidal, Lázaro Aguilar, consideró que hay muy pocos lugares como este, en donde haya esa acumulación de agua, y explicó que proviene de los escurrimientos del Cerro de Silva.

“El agua viene desde aquel rinconcito… desde allá se junta una especie de canalito que corre por entre el monte y se hace la entrada aquí a la laguna, además de que toda el agua cuando llueve nos llega aquí. Esta laguna con un solo aguacero de los buenos es capaz de llenarse en menos de un solo día”.

Ha sido tanta agua la que en ocasiones llovía, que inclusive se desbordaba y escurría hasta el cerro en un lugar que antes le decían El Sartenejo, donde prácticamente se formaba una pequeña acumulación de agua, a pesar de ser una zona llana.

El señor Efraín Luna, habitante de El Mezquital, quien se siente muy orgulloso de su lugar de origen y del ecosistema que ahí perdura, calcula que la Lagunita mide aproximadamente siete hectáreas, y recuerda que fue hecha cuando el lugar era la Hacienda de Puerto Espino.

“Fue hecha desde la hacienda, en esa época era un pequeño charquito que lo hicieron abrevadero los hacendados, en aquel tiempo los abrevaderos los hacían a puro pico y pala y con colotes hacían aquellos bordos de captación de agua, pero era pequeño entonces y luego cuando se fundó el ejido se le siguió dando uso para abrevadero del ganado, después de que la hacienda desapareció”.

Asimismo, el señor Efraín compartió la historia que escuchó de sus padres, que en un principio se trataba de un charco muy chico que ampliaron en 1962 tras observar que el agua que ahí se captaba duraba una buena parte del año, con el fin de aprovechar pidieron ayuda al gobierno y les mandaron las máquinas para crecer la laguna a como está actualmente, pues es muy difícil encontrar un lugar donde se capte el agua y dure.

Lázaro Aguilar también relató que su padre le contaba que La Lagunita en un principio era un charquito muy pequeño, y que lo empezaron a hacer a base de puro “valor mexicano”, pues llenaban colotes de lodo y lo iban recargando hacia lo que es  la cortina de la presa.

Como parte del trabajo de conservación que les corresponde al formar parte de el Área de Protección de Flora y Fauna Sierra de San Miguelito, tienen cinco proyectos, entre los que se encuentra la recolección de residuos en un pequeño arroyo del ejido, que aunque actualmente está seco se pretende dejar en buenas condiciones para recibir las lluvias, así como otro de monitoreo de la flora y fauna endémicas.

Sin embargo, en sus recorridos diarios y sus observaciones como parte de este monitoreo, han detectado un grave problema en aproximadamente 30 por ciento de sus huizaches, que se están secando a causa de una plaga que los llena del llamado “paztle”, por lo que pidieron el apoyo de los investigadores del Colsan.

Al respecto, el señor Efraín consideró que la tragedia para el ejido fue que se acabara el ganado, pues al darles de comer el paztle a las chivas, hacían un control biológico de plagas.

“Nosotros lo que hacíamos era que en tiempo de sequía les dábamos paztle, tumbábamos la rama que tenía más, lógico que era la más dañada, entonces sin querer nosotros teníamos el remedio, estábamos manteniendo sanamente el ejido, beneficiábamos a los huizaches y subsistíamos de eso para alimentar a las chivas, le sacábamos provecho”.

Sin embargo, ese control de plaga ya no pudo ser realizado porque el número de chivas se ha reducido drásticamente, siendo que antes había quienes sacaban hasta 200 o 300 chivas a alimentarse.

Por su parte, Francisco Peña de Paz reiteró el compromiso y apoyo de los investigadores del Colsan, y sugirió pudiera haber un acercamiento con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) para informarles de la situación y ver si hay algún programa federal con el que puedan ser apoyados para exterminar la plaga.

Entre los participantes del recorrido estuvieron el coordinador del proyecto, Peña de Paz, e investigadores del Colegio de San Luis como Hortensia Camacho Altamirano, Alejandro Alvarado de la Universidad Autónoma del Estado de México; José Manuel Ortega Herrera, de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Así como integrantes de Guardianes de la Sierra de San Miguelito, los investigadores comunitarios del agua Rosalba Trejo Blanco, de la Comunidad Aguas Blancas en Zimapán Hidalgo; Erasmo Huizaches Cerrito, del Municipio del Cardonal, del Valle del Mezquital en Hidalgo; Angélica Violeta Arellano Ángeles, presidenta de la red de conciencia ambiental “queremos vivir”, que nace a partir del ecocidio del Río Tula en 2019, y Gabriel Karim Padilla García, integrante del movimiento “por mis vecinos” en Querétaro.

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