Fuerza ciudadana en lucha

Antonio González Vázquez

Al transcurrir los primeros meses de la administración de José Ricardo Gallardo Cardona se percibía un silencio oprobioso. Nadie se atrevía a criticar, ni a decir prácticamente nada; se aceptaba todo.

Salvo algunas posturas aisladas, imperaba un ambiente de presunta unanimidad, pero con el paso de los días, el hartazgo motivó un despertar de conciencias y emergieron voces para decir ya basta.

Colonos, ejidatarios, comuneros, ambientalistas, defensores de los derechos humanos, colectivos feministas, organizaciones de personas desaparecidas y organizaciones civiles entre otros, rompieron el silencio y derrumbaron la fachada del Gobierno del Cambio y de la Capital del Sí.

Menospreciados con el desdén de las autoridades que los tildan de grupos minoritarios movidos por intereses tan aviesos como perversos, las y los ciudadanos impulsados por múltiples causas, se han erigido como la única y real oposición.

Es evidente que los partidos y su clase política han sido ampliamente rebasados por una ciudadanía viva, actuante, consciente y organizada.

Los partidos que se jactan de abanderar las causas de la sociedad han sido incapaces de asumir en los hechos lo que pregonan en el discurso y con ello, se han ido alejando gradualmente de la población.

No han sido los partidos los que han salido a defender a la ciudadanía ante los excesos de las autoridades; ha sido la gente la que ha venido tomando la iniciativa en la natural exigencia de que al pueblo se le tome en cuenta.

Las y los ciudadanos hacen lo que en estricto sentido correspondería a los partidos políticos: oponerse a gobiernos arrogantes y autoritarios que deciden unilateralmente lo que a su juicio lo que es mejor para todas y todos.

Desde el inicio de las administraciones de Gallardo Cardona y Enrique Francisco Galindo Ceballos, los partidos y sus principales dirigentes y representantes populares, han dejado un vacío que la ciudadanía se ha encargado de llenar.

Han sido las y los potosinos quienes se han opuesto abiertamente al mandatario y al alcalde capitalino, a los que enfrentan en defensa de sus derechos.

Enclaustrados en su burbuja de arrogancia, los gobernantes se niegan a reconocer que las cosas están cambiando y que la manipulación, imposición y autoritarismo ya no funcionan.

La Sierra de San Miguelito, Aguas del Poniente, El Saucito, Barrio de San Miguelito, San Juan de Guadalupe, Joya Honda son apenas algunos ejemplos de movimientos sociales que se han opuesto al gobernador y al alcalde.

Defender la Sierra, el barrio, los adoquines, los árboles, la tierra y las ciclovías no es un asunto de alborotadores sino movimientos civiles en resistencia.

Exigir transparencia y cumplir el derecho de acceso a la información pública, exigir el combate eficaz contra la corrupción, exigir poner coto a la impunidad, exigir cumplimiento al derecho de petición, exigir respeto a los derechos de los pueblos originarios.

Es nutrida la lista de exigencias que desde la sociedad se vienen reclamando desde hace años, pero que en la actual coyuntura toman sentido de urgencia.

Hay una fuerza impetuosa desde la ciudadanía y las autoridades erráticas y soberbias se niegan a admitirlo.

Los proyectos, programas, planes y acciones de obra desde el poder público no son los que anhela la población o al menos, no todos.

Puede ser que la mayoría no diga nada y acepte lo que el gobierno da o quita, sin embargo, hay células sociales que razonan las cosas y al identificar algo anómalo, deciden no solo pronunciarse sino también emprender acciones de protesta y movilización.

De haber gobiernos democráticos sensibles a la voz popular, enseguida se acercarían a escuchar y tomar en cuenta argumentos y posturas.

Eso no ocurre en San Luis Potosí.

Por esa actitud de empecinamiento y capricho de la autoridad, es que movimientos como el de Defensa de El Saucito ha alcanzado niveles masivos. Es tal su convicción de que han echado por tierra las obras de construcción del puente deprimido en dos ocasiones y están por lograrlo en una tercera ocasión.

Los Guardianes de la Sierra de San Miguelito lograron la declaratoria de Área Natural Protegida a fuerza de perseverancia en una lucha de años contra los poderes políticos y fácticos. Aun en riesgo por las ambiciones empresariales, se mantienen en la línea de batalla.

Las y los ambientalistas detuvieron el proyecto de la presunta modernización de la avenida Himno Nacional que provocaría la tala de un millar de árboles y la desaparición de la ciclovía. Lo mismo hicieron en el área natural de Joya Honda, municipio de Soledad de Graciano Sánchez, donde planeaban erigir una gigantesca imagen de un Cristo.

Colectivos se opusieron y frustraron las obras de rescate de la Alameda Juan Sarabia, donde se proyectaba construir puentes peatonales y se proponían cercarla en su periferia, según eso, para favorecer la seguridad de los transeúntes.

No, la gente ya no se deja.

Hoy están en movimiento, vecinos del barrio de San Miguelito que no están de acuerdo con las obras de rescate iniciadas y han salido en defensa de los adoquines de sus calles.

Si la gente está a gusto y le place tener calles adoquinadas, ¿qué derecho le asiste al gobierno para hacer lo que los vecinos no desean?

El resurgimiento de la fuerza ciudadana es esperanzador en tanto que los partidos se dedican solo a la grilla con la vista puesta en sus inagotables ambiciones electorales.

Es el tiempo de la ciudadanía y en el gobierno deberían entender que no se puede gobernar sin la gente o peor aún, en contra de ésta.

Ni alborotadores, ni agitadores.

Ni enemigos del “progreso”, ni sediciosos.

No, lo que hacen es defender lo que en derecho les corresponde.

Luchan por ellos, aunque bien visto, lo hacen por todos.

Puede ser el Frente Ciudadano Anticorrupción, los Guardianes de la Sierra, los ejidatarios de la Libertad, los ejidatarios de La Pila o los comuneros de San Juan de Guadalupe, sea cual sea, encabezan luchas y demandas que deben ser atendidas y, sobre todo resueltas.

No vivimos un régimen de unanimidades sino de libertades porque hay una sociedad en movimiento que, sin importar consecuencias, le dice no a sus autoridades.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.

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