Historias Paralelas: Divide y perderás

Octavio César Mendoza

Hace unos días, tras su salida del gabinete del poder ejecutivo estatal en el cual ocupaba el cargo de secretario de Comunicaciones y Transportes, Leonel Serrato dijo que buscaría la presidencia municipal de la capital potosina, al igual que lo anunció en su momento Gabino Morales, delegado de programas federales de la presidencia de la República. Ambos personajes son aliados y es difícil pensar que habrá un desacuerdo entre ellos; pero lo que llama la atención es que, a un año de la madre de todas las elecciones, tanto Serrato como Morales estén enviando un mensaje de distanciamiento entre Morena y el Partido Verde, cuyo máximo liderazgo moral es Ricardo Gallardo Cardona, gobernador del estado.

Ese mensaje sólo tiene un beneficiario, que es el PRIAN. Darle respiración de boca a boca a esta entelequia partidista es poner en riesgo la unidad de la izquierda en San Luis Potosí, y propiciar que la ultraderecha mantenga en su poder el municipio más importante de la entidad. En su ensoñación, Morales y Serrato están haciendo labor de oposición.

Según fuentes internas, este dúo dinámico calcula que el trabajo como delegados del presidente les ha dado suficiente popularidad como para pelear por el ayuntamiento del Potosí, además de que manejan “otros datos” como que la operación política del 2021 orquestada por la alianza (no confesa) entre Morales y Gallardo para arrancar votos a Mónica Rangel, según sus asesores, fue lo que le dio el triunfo al “Pollo”. Nada más alejado de la realidad.

Olvidan que Morena, en San Luis Potosí, no pinta ni café claro, y que la popularidad de RGC se incrementó como resultado de su propio carisma y su trabajo de años a lo largo y ancho del estado, luego de que el insustancial Carreras lo convirtió en víctima y mesías del pueblo potosino. Gallardo subió en las intenciones de voto muy por encima de Pedroza y Rangel, quienes poco a poco se fueron haciendo pequeños ante un adversario que llevaba diez años en campaña, y tejiendo un equipo de colaboradores de muy alta eficiencia. Todos sumaron, es cierto, pero ninguno más que el propio Ricardo.

Por dentro, además, Morena está quebrado, más que dividido, ya que ni las lideresas ni los líderes que se apuntalaron en el poder lograron crear simpatía popular. Ahí están, perdidos en la nada, sin trascender. Tan es así que en su pasada elección interna fueron otros los actores que movilizaron a los votantes, a falta de convocatoria de candidatos y dirigencias. Las urnas bien pudieron haber sido de color verde.

El problema de anunciar lo que se busca sin medir las intenciones del voto, las posibilidades reales de triunfo, sin una estrategia clara, es que no se sabe en qué terrenos se pisa. En cualquier encuesta donde se coloque a Morales o Serrato por Morena, Galindo o Pedroza por el PRIAN, y Juan Carlos Valladares o Ruth González por el Verde, es muy probable que Morena no alcance ni el diez por ciento de las preferencias, lo que sólo ayudaría a que el PRIAN se mantenga en el poder, gracias a que el sector conservador vería su oportunidad de obtener una victoria pírrica, pero victoria al fin, si la izquierda se divide. Divide, y perderás.

Volviendo al leit motiv de los morenistas en comento, apostar al agradecimiento popular derivado de los programas federales es un volado con una moneda de la misma cara en su anverso y su reverso, pues a menos que se amenace a los beneficiarios, estos ya no compran la idea de que sus apoyos se los deben a un delegado del presidente, sino a este último, lo que no variará sus preferencias electorales. Votarán por Morena para la presidencia de México, es probable, pero no habrá voto en cascada por candidatos de Morena que no levanten pasiones, sino animadversiones.

En ese contexto, y bajo el análisis de qué tanta simpatía despiertan Serrato y Morales entre los ciudadanos, de entrada es notorio que no poseen el carisma ni la personalidad del gobernador, o de Juan Carlos Valladares, de Ruth González o de Ignacio Segura Morquecho. Las personalidades del dueto morenista son más bien críticas y confrontativas que propositivas. Sería muy complicado colocarse en el ánimo popular después del desgaste que ambos han sufrido, y hoy las trayectorias políticas hacia una Gubernatura son de máximo tres pasos: aparición (diputado, alcalde o funcionario), conocimiento (producto de la mercadotecnia política) y reconocimiento (salto hacia la máxima posición de poder). De igual forma, competir contra la obra pública, los uniformes, mochilas y zapatos escolares, los medicamentos y hasta los conciertos y las obras para abastecer de agua potable a la ciudad -como se hará con la renovación de la presa de El Peaje-, es una tarea titánica.

Hoy que la entrega de beneficios sociales se ha convertido en propaganda política, es evidente que el trabajo de campo del mandatario estatal ha sembrado más apoyos conforme avanza el tiempo, lo cual asegura que San Luis Potosí se pintará por completo de Verde en el 2024; excepto si los delegados Morales y Serrato se aferran a una falsa ilusión por gobernar la Capital del Estado, dado que por derivación de la campaña presidencial, esta ciudad será peleada palmo a palmo por el PRIAN y el PVEM. En términos comparativos, los eventos de Gobierno del Estado son todo un espectáculo, una suerte de mítines; en tanto que los propios encabezados por los delegados federales son soporíferos, casi forzados, sin colorido. Y cabe el riesgo de que una vez que haya candidato a la presidencia por Morena, los programas del Bienestar también cambien de operadores en la fase final del actual régimen.

De igual forma, las grandes estructuras corporativas que en su momento eran propiedad del PRIAN, harán negociaciones al mejor postor, pero difícilmente será Morena quien maneje un portafolio de ofertas al estilo de los viejos prianistas, o una capitalización de rentas a futuro como lo maneja la franquicia del Partido Verde. Si por algo este último está llevando a sus alforjas a más y más liderazgos y alcaldes, es porque ahí hay futuro, posibilidad de triunfo, rentabilidad a largo plazo. Morena, en cambio, es casi seguro que se transforme en otro partido cuando AMLO deje de ser su máximo líder moral.

Por todo ello, tanto Morales como Serrato deben repensar bien en a quién están eligiendo como rival a vencer, a quién puede favorecer su irrupción en la boleta electoral, y cuáles serán, finalmente, los destinos que les esperan después de sufrir una derrota innecesaria. Si la prudencia antecede a sus legítimas aspiraciones, sabrán que el gran aliado de AMLO en San Luis Potosí se llama Ricardo Gallardo Cardona, y también lo será del candidato o candidata a la presidencia que suceda a López Obrador.

PD: Sí, la siguiente semana hablamos de equipos de comunicación social gubernamental y su impacto en el ánimo social, como se prometió en pasada columna.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Nació en San Luis Potosí en 1974. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México.

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