Abelardo Medellín Pérez
La confrontación entre actores políticos es un mal de los estados democráticos, uno que parece natural: existen los partidos como ilusiones institucionales que dividen los intereses de dos cúpulas de poder (supuestamente representantes de la ciudadanía) y éstas inician un juego inmersivo en el que afirman que su visión de la vida pública es la correcta y cualquier idea contraria (opuesta) es incorrecta, como es incorrecta es peligrosa, como es peligrosa hay que confrontarla y, como hay que confrontarse, los partidos se hacen enemigos. Es un mal, pero, ¿será un mal necesario?
El pasado lunes 6 de marzo, ejidatarios de la comunidad de Santa Ana en Matehuala, lugar donde se construyó el más reciente parque del proyecto gallardista de colonización estructural, mejor conocido como “Las Camelias”, denunciaron que se impuso a un director (Cuco Medina) y a una plantilla laboral de 20 trabajadores que, según se les informó directamente, habían sido contratados gracias a la intervención, beneplácito y artificios del diputado federal por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y ex alcalde de Matehuala, Alejandro Segovia Hernández.
Según la comisaria ejidal, Silvia Castillo Jara, el propio director del parque Las Camelias, les habría revelado a los habitantes de la comunidad que su designación como director y la solicitud de contratar a extrabajadores del trienio 2018-2021 del ayuntamiento de Matehuala, fue orquestada y mandatada por el propio Alejandro Segovia.
Esta no es la primera vez que el diputado Alejandro Segovia es bendecido con el permiso del gobierno del estado para obtener beneficios en proyectos estatales que tienen lugar en Matehuala; no es ningún secreto que muchas de las intervenciones viales que se hicieron en el municipio matehualense terminaron por darle plusvalía a terrenos del diputado, así como no es secreto que el proyecto de la primera Clínica Rosa de la administración de Gallardo Cardona fue instalada en una propiedad del ex alcalde matehualense.
Entonces no parece una mentira o un desvarío el señalamiento de intromisión en la contratación de personal en el parque Las Camelias, parecería ser, tan solo, otro beneficio personal entregado al diputado federal de parte del gobierno y a costa de los matehualenses.
Bajo esta lógica, cualquiera podría entender que estos regalos caros hechos al diputado, son solo una muestra de ese “amor con amor se paga” del que es fiel seguidor el gobernador actual.
Sin embargo, el problema no murió con las denuncias de los ejidatarios, pues, como todo conflicto de la vida pública del estado, el gobernador tuvo en bien (¿o en mal?) opinar sobre ello.
El gobernador afirmó en entrevista este martes 7 de marzo, que las acusaciones hechas por los ejidatarios de Santa Ana contra la intromisión de Alejandro Segovia, eran nada más y nada menos que grilla organizada por Iván Estrada Guzmán, alcalde panista de Matehuala.
“Es una grilla que trae el presidente municipal con Jano, ya se están peleando del chongo, ya que se agarren en un ring, mejor”, dijo con un ánimo totalmente carente de conciliación.
Dejando de lado la, muy poco probable, veracidad del dicho del gobernador, el hecho de que el jefe del ejecutivo estatal deliberadamente cambie el sujeto de un problema y lo convierta en una riña de recreo, preocupa porque en automático desestima una denuncia legítima de parte de ciudadanos de su estado, quienes claramente ya saben lo que es ser ignorado por las autoridades.
Los ejidatarios no revelaron que Alejandro Segovia estaba inmiscuido en la designación de trabajadores en el parque Las Camelias porque quisieran herirlo políticamente, lo denunciaron porque esas vacantes entregadas a conveniencia habían sido apartadas para personas de la comunidad, y no para personas con un ticket de “favor político”.
En consecuencia, la trivialización del gobernador se convierte en un mensaje claro: ningún problema de la sociedad civil, sin importar tu estrato social, está por encima de mis intereses por proteger a mi cúpula política.
Y si sus motivos son indolentes, sus formas han demostrado ser poco menos que insulsas.
El gobernador, antes que conocer a fondo las declaraciones, fuentes y sustentos de lo dicho por los ejidatarios, decidió afirmar públicamente y ante los medios de comunicación, que estas personas servían como piezas en una batalla política entre Alejandro Segovia (exalcalde) e Iván Estrada (alcalde).
Si fuera así, ¿reconocerlo y hacerlos parte de este problema, lo resuelve?, ¿desestima eso las intenciones de los ejidatarios por conseguir trabajo y beneficio de una tierra que ellos donaron?, ¿es necesario ventilar desde la palestra estatal un conflicto entre un claro amigo del gobierno y un alcalde de un partido que podría ser (aunque no lo sea) oposición? Si Alejandro Segovia ha demostrado ser parte de los beneficiados por este gobierno e Iván Estrada es convertido en enemigo de Segovia Hernández, ¿el enemigo de mi amigo, es mi enemigo?, ¿es Iván estrada un nuevo enemigo?
Mientras el tiempo revela si estas aseveraciones fueron ocurrencias prontas para ignorar un problema serio o una verdadera animadversión ventilada por el actor menos indicado, queda claro que al gobernador Gallardo Cardona, ese mismo que cuando se le pregunta por otros partidos afirma que todos son importantes y presume sus dotes diplomáticos, es un servidor público sin miedo a amarrar navajas, no importando quién termine lacerado de por medio.
El gobernador, claramente no sopesó el riesgo de ponerles una diana en la espalda a los ejidatarios y forzosamente etiquetarlos como parte de un proyecto político, no pensó en si esa revelación de una supuesta pelea podría darle luz verde al diputado Alejandro Segovia para cortar lazos políticos con el alcalde de uno de los municipios que representa, no consideró que sus palabras podrían despertar una polarización dormida que, hasta ahora, se había controlado someramente gracias a que, la figura del gobernador, no se había atrevido a destapar conflictos políticos como éste.
Con tal de no atender sus responsabilidades, las consecuencias e implicaciones de su permisividad para el nepotismo, el gobernador prefiere despertar un nuevo conflicto entre actores políticos. Así, el jefe del ejecutivo del estado, el responsable de las decisiones que guían el destino de los habitantes de Matehuala y el resto de los municipios, parece no tener ningún inconveniente en comenzar un incendio sobre la hierba incómoda, sin importar si quema la casa. Parece no tener problema en confrontar servidores públicos para no afrontar sus pendientes.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.