Industria potosina urge a reactivar vinculación entre empresas y centros de investigación

María Ruiz

En el marco del 25 aniversario del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT), la presidenta de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra) en San Luis Potosí, Imelda Elizalde Martínez, hizo un llamado a “volver a encender” la colaboración entre la industria y los centros de investigación, una relación que ha tenido periodos de avance, pero también momentos de abandono que han frenado el desarrollo tecnológico de la región.

En esta ocasión, Elizalde habló desde un ángulo menos común: los proyectos que alguna vez existieron entre empresas y el IPICYT, pero que quedaron suspendidos o desaparecieron por cambios de administración, falta de seguimiento o recortes presupuestales.

“San Luis tiene historias de innovación que se quedaron a medio camino. No se trata solo de abrir nuevas líneas de trabajo, sino de rescatar las que ya demostraron potencial y que hoy podrían estar resolviendo problemas urgentes en sectores como el automotriz, el hídrico o el de materiales avanzados”, señaló.

La líder industrial recordó que entre 2010 y 2016 se impulsaron al menos tres iniciativas conjuntas en materia de nanotecnología y eficiencia energética que apuntaban a convertirse en patentes regionales, pero que “se fueron diluyendo” con el tiempo.

“La industria perdió acompañamiento técnico que ya estaba encaminado, y el IPICYT perdió vínculos que habían dado resultados. Ese tipo de desapariciones no deberían repetirse”, añadió.

Desde esta perspectiva, insistió en que la reconstrucción de puentes entre el sector productivo y los centros científicos no es solamente un asunto de innovación, sino de competitividad inmediata.

“El IPICYT tiene capacidades que pocas instituciones en el país poseen: laboratorios especializados, investigadores en ciencias de los materiales, proyectos en agua y energía. Para la industria eso no es un lujo; es la diferencia entre quedarnos rezagados o responder a estándares internacionales”, afirmó.

Elizalde subrayó que, mientras en otros países la colaboración entre empresas y academia es constante y forma parte del modelo económico, en México aún es un reto cultural y estructural. Por ello, propuso que la iniciativa privada impulse mecanismos de seguimiento obligatorio para evitar que los proyectos queden inconclusos.

“Si una empresa inicia un proceso de transferencia tecnológica o un estudio aplicado, debe haber la certeza de que no desaparecerá con el cambio de un director, un gobierno o un ciclo presupuestal”.

La presidenta de Canacintra también destacó que, ante la crisis hídrica y los nuevos requisitos ambientales, es particularmente urgente reactivar proyectos científicos que quedaron truncos.

“Había investigaciones en tratamiento de aguas industriales y en nuevos materiales para reducir desperdicios que quedaron en pausa. Hoy esas investigaciones serían cruciales”, advirtió.

Finalmente, celebró que el IPICYT llegue a un cuarto de siglo “con una base sólida y un reconocimiento internacional indiscutible”, pero el aniversario debe servir como punto de partida para recuperar la agenda científica que se ha perdido.

“No podemos permitirnos más proyectos desaparecidos. La ciencia aplicada es una necesidad inmediata, no una aspiración”.