La dieta: un mecanismo de opresión de las mujeres

“Y le dije a mi cuerpo: ‘quiero ser tu amiga’. Dio un respiro hondo y me respondió: ‘esperé toda mi vida para este momento’”.

Mariana de Pablos

La cultura de la dieta está en todas partes. Nos bombardea con imágenes de mujeres “modelo” —delgadas, rubias, exitosas— en los espectaculares de las calles y la televisión; nos persigue en las redes sociales mostrándonos un estilo de vida “fit” o “deseable”; nos educa para temer a la obesidad, sinónimo de desprecio y exclusión social. Y, lo peor de todo, nos enseña a creer que esto es normal. Que la incomodidad con nuestros cuerpos, la comparación constante, la búsqueda de la felicidad en la delgadez no es violencia cuando, por el contrario, se trata de uno de los mecanismos de discriminación más agresivos que existen, especialmente para las mujeres.

En el marco del Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres vale la pena detenerse a reflexionar en el aumento desmedido de los casos de anorexia y bulimia que en los últimos veinte años se ha disparado un 300 por ciento en México. En el hecho de que, al hacer un repaso de nuestras vidas, principalmente las mujeres, todas conocemos o tenemos cerca, en nuestras familias o amistades, a una mujer que se siente o se ha sentido insatisfecha con su cuerpo.

Sobre esto, la doctora María Adriana García Cordero, nutrióloga y psicoterapeuta especialista en trastornos alimenticios, explicó que la cultura de la dieta tiene una gran responsabilidad. Es esta la que dice y repite constantemente la forma en que “debería” ser nuestro cuerpo y estilo de vida.

En este sentido, hablar de la cultura de la dieta es hacer referencia a un sistema de creencias cuyo valor central es la delgadez, la cual se equipara con salud, aceptación, pertenencia, amor, estatus y éxito.

“Lo que hoy se vende es un cuerpo delgado y esbelto, que demuestre a los demás que puede consumir alimentos escogidos, que tiene tiempo suficiente para hacer ejercicio y que saben controlar sus impulsos”.

Las dietas de adelgazamiento son producto de un sistema que reduce nuestro valor a cuanto pesamos y a como nos vemos; oprime la diversidad corporal y en particular los cuerpos de las mujeres.

La psicóloga y psicoterapeuta enfocada en trauma, feminismo y alimentación, Ana Arizmendi, señaló que “las dietas son un acto de violencia de género porque están dirigidas principalmente hacia las mujeres desde un sistema patriarcal, racista, colonial, gordofóbico que busca el controlar del cuerpo de las mujeres como una forma de ejercer su poder”.

Es decir, que la cultura de la dieta discrimina y violenta a todos los cuerpos que no se adhieren a los estándares hegemónico patriarcales de belleza y a los estereotipos impuestos a la mujer como significado de lo femenino: recatada, delicada, frágil, etc., lo cual va en concordancia con los objetivos del patriarcado, pues uno de ellos, de los más esenciales es, precisamente, controlar el cuerpo de las mujeres.

“Así, histórica y culturalmente a las mujeres no se les ha permitido satisfacer una necesidad básica de sobrevivencia que es comer hasta sentirse satisfechas. La cultura de las dietas priva a las mujeres de identificar, validar y satisfacer su hambre”.

Según Ana Arizmendi, las dietas aumentan los pensamientos obsesivos y las conductas compulsivas, pueden generar aislamiento, ansiedad, irritabilidad, cambios de humor y pueden ser un factor para generar depresión.

Por lo que al final se trata de un mecanismo de opresión y control de la autonomía y libertad de las mujeres, pues esta cultura afecta el auto concepto, la autoestima y, lo peor de todo, “nos hacen sentir inseguras en nuestro cuerpo y por lo tanto en nuestra vida porque nuestro cuerpo es el lugar donde habitamos y si no nos sentimos dueñas, seguras de él ¿Cómo nos vamos a sentir seguras en todo lo demás?”.

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