La primera consulta

Por Victoriano Martínez

Fue la primera consulta popular con la intervención de las autoridades para que se realizara con toda la formalidad y con la organización por completo a cargo del Instituto Nacional Electoral (INE) y el nivel de participación de los ciudadanos con credencial de elector en el Estado de San Luis Potosí se reporta como de los más bajos del país.

Como primer ejercicio, bien puede aceptarse la postura del INE de considerarla un éxito porque se instaló la inmensa mayoría de las casillas previstas, no hubo incidentes y la maquinaria para organizar votaciones demostró estar en perfectas condiciones… salvo por algunas diferencias con un proceso electoral para definir nuevas autoridades.

Independientemente del resultado y de los efectos de un porcentaje avasallador por el SI pero sin el número de participantes necesarios para que resulte vinculante, no sólo la autoridad electoral, sino todas las involucradas, tendrán que considerar –más allá de atribuir la poca participación a lo novedoso y poco conocido del ejercicio– otras posibles razones de la baja participación.

En San Luis Potosí se estima que el porcentaje de participación ronda el 6 por ciento de la lista de electores, una décima parte de quienes salieron a votar el 6 de junio.

¿Cuántos impactos de promoción a votar en las elecciones del 6 de junio y de parte de cuántos actores públicos recibieron los electores para invitarlos a acudir a las urnas? ¿Cuántos impactos y de cuantos actores fueron las invitaciones a participar en la consulta? Hay quién ni siquiera supo de la existencia de esa convocatoria.

La promoción del voto es una función encomendada a las autoridades electorales y es equiparable la promoción de la participación ciudadana en consultas como la de este domingo. ¿Por qué el CEEPAC, en su calidad de Organismo Público Local Electoral (OPLE) no promovió la consulta?

Además de la falta de promoción, agrupar varias secciones electorales en las mesas de votación tuvo un involuntario efecto que en la vieja historia electorera se conocía como ratón loco, que consistía en desalentar la participación del elector por la vía de dificultarle la localización del lugar donde podría emitir su voto.

No fueron pocos los electores a quienes, cuando al llegar a la mesa de votación les preguntaban desde donde acudían, tuvieron que ser orientados para acudir a otra mesa, tal como en aquellos tiempos. Una señal de la falta de eficiencia de la sección en el sitio Web del INE para localizar la mesa correspondiente.

Dificultad adicional para los ciudadanos lo representaron las condiciones territoriales y de urbanización. Por ejemplo, secciones vecinas en la ciudad, pero divididas por la barda del ferrocarril, especialmente en la zona centro, en los hechos implicaron un desplazamiento tres a cuatro veces mayor al que en el mapa podría medirse.

En la Escuela Secundaria Técnica Ricardo Macías Salinas, ubicada en Sevilla y Olmedo a unos metros de la barda del ferrocarril, le correspondía votar a los ciudadanos de las colonias Francisco I. Madero y El Paseo que, aunque haya quienes estén a 200 o 400 metros de la mesa, para llegar deben rodear hasta los puentes del Río Españita, Universidad o Manuel José Othón.

La distancia del desplazamiento se triplica, y si se toma en cuenta que –especialmente la colonia El Paseo– en su mayoría la habitan personas de la tercera edad, la dificultad para participar en la consulta se hace mayor.

Al margen del debate sobre si la pregunta ameritaba o no la consulta, en su definición participaron los tres poderes de la Federación y la organización estuvo a cargo del INE, por lo que fue un llamado gubernamental que abrió una opción más de participación y, por tanto, el ejercicio de un derecho y una obligación, equiparable al voto en una elección, en la que también hay abstencionismo.

Como derecho y obligación, en las consultas tendrá que darse un esfuerzo desde la autoridad para facilitar la participación de la ciudadanía en condiciones similares a los procesos electorales para renovar cargos públicos.

Participación es participación, y no tiene por qué haber diferencias entre uno y otro, aunque en el ánimo de algunos exista la impresión de que la promoción de la participación en consultas para indicar a la autoridad el sentido de una determinación es más importante que la de candidatos y partidos en una elección.

Oído por casualidad: “Ahora resulta que acudieron a votar más para elegir a potenciales ladrones y otros ya consumados, y muy pocos fueron a votar para que se castigue a los ladrones del pasado”. Y es porque la pregunta es sobre el castigo a actores políticos del pasado, y en eso, la lista de potosinos también es larga.

Fue la primera consulta y ese fue el primer tema. Habrán de venir más en la medida en que se avance en ese ejercicio de democracia participativa y es de esperarse que se reconozca su importancia como una forma de dejar de ver al ciudadano como mero votante por candidatos aunque sean impresentables, y se promueva su participación con total respeto a su dignidad ciudadana.

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