La procesión de los Cristos, herencia de fe y cultura 

Mariana de Pablos

La Semana Santa se acerca y la fe palpita con más fuerza que nunca. Las expresiones festivas con motivo de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo ocupan un lugar central en el corazón las familias mexicanas. Este es el caso de la Procesión de los Cristos, una de las tradiciones más representativas del estado de San Luis Potosí que se celebra desde hace 125 años y en la que participan más de 500 Cristos, algunos de los cuales tienen hasta 300 años de antigüedad.

Al son de los violines, entre olores cítricos y flores de colores que anuncian la llegada de la primavera, en las localidades de La Pila y Villa de Pozos, así como el municipio de Zaragoza, se lleva a cabo la fiesta los Cristos; año con año, durante la Semana Santa, son bajados de su lugar sagrado para recorrer las calles en procesión. Se trata de un evento de suma importancia, especialmente para las familias de esta zona del estado, cuyos preparativos empiezan, en muchos casos, hasta con un año de anticipación: se hacen ahorros, se reúne a la familia, se planea la comida, se prepara el altar y se prevén todos los elementos del ritual, desde la vestimenta que usará el Cristo a procesionar hasta el mayordomo y el padrino de cada año.

La rica herencia cultural de esta tradición ha logrado que se le reconozca no solo como una importante muestra de gran devoción, sino, además, como un símbolo de patrimonio, identidad y comunidad de los potosinos. Así lo señaló Marco Antonio Zárate Arévalo, cronista municipal de Zaragoza durante la primera sesión del año del seminario Diálogos con el Centro INAH San Luis Potosí titulada “Religiosidad popular y su valor patrimonial: la procesión de los Cristos del Real de los Pozos y su jurisdicción, SLP”.

Marco Antonio Zárate explicó que se trata de una muestra importante de religiosidad popular arraigada en la memoria colectiva de estas comunidades, la cual tiene algunos elementos que la diferencian según la región o el municipio del cual se hable. En el caso de la delegación de Villa de Pozos, esta manifestación cultural inicia el Domingo de Ramos, cuando locatarios de los cuatro cuarteles de la Villa se reúnen en la capilla de la Virgen del Carmen y realizan, en procesión hasta la Iglesia de San Francisco, una representación de la entrada de Jesús y sus apóstoles a Jerusalén.

Posteriormente, el Jueves Santo, las familias comienzan a preparar los altares en los cuales va a descansar su imagen de Cristo durante estos días. Marco Antonio Zárate señaló que el altar u ofrenda a los Cristos es entendido en cada una de estas regiones de manera diferente.

“En Pozos es un altar dedicado al Cristo; en La Pila lo conocen como ‘el tendido’; y en Zaragoza como ‘la cama’ o el acostado del Cristo”.

Pese a sus diferencias, en general todos comparten los mismos elementos como lo son la manzanilla que, según el cronista de Zaragoza, representa la santidad de Dios y el reconocimiento de la divinidad de Jesús; las naranjas, que junto a la manzanilla inundan de olor al ritual; el papel picado, frutas de temporada, especialmente en el caso de La Pila; cirios y flores. Asimismo, se acostumbra cubrir todas las imágenes en color morado en símbolo de luto.

También tienen en común que, tanto la preparación del altar el Jueves Santo como la bajada o el acostado del Cristo, es una tradición familiar y amorosa en la que participan todos los integrantes de la casa, desde los más pequeños hasta los más grandes. Marco Antonio contó que el ritual consiste en que la familia que lo custodia, acompañada o no de familiares, amistades y vecinos, “lo limpian, lo bajan de la cruz y lo acuestan entre rezos y canticos”.

Una vez montado el altar, Villa de Pozos está lista para llevar a sus Cristos en procesión.

El Viernes Santo el contingente parte de la Iglesia de San Francisco y avanza sobre las principales calles de Pozos. Los Cristos van acompañados por la Virgen de los Dolores, la cual, explicó Marco Antonio, solamente puede ser cargada por las mujeres originarias del lugar. Hacen el recorrido aproximadamente entre 400 a 450 reliquias, aunque “varia un poco porque año con año, se van sumando diferentes Cristos de diferente tamaño”.

La ruta concluye en Ignacio López Rayón y entonces cada familia toma su propio camino, para regresar a cada uno de los Cristos a la casa a la que pertenecen.

En el caso de La Pila, esta conmemoración suele llevarse a cabo durante la noche del Miércoles Santo. Mientras que, en Zaragoza, se realiza durante las primeras horas del Domingo de Resurrección. En caso de este municipio, la procesión suele terminar con la misa de mediodía, pero la convivencia comunitaria se extiende un poco más con una celebración posterior que incluye música, danzas, alimentos y flores.

Cristos y devociones

Los Cristos que participan, e incluso los que no, en la procesión guardan un lugar especial en el corazón de las familias de Villa de Pozos, La Pila y Zaragoza, devoción que se hereda generación tras generación. Quienes poseen estas imágenes han destinado un lugar especial dentro de sus hogares para rendirles culto.

Durante su exposición del tema, Marco Antonio Zárate hizo énfasis en que algunos de los Cristos más emblemáticos de estas localidades son relevantes, principalmente, por la historia que hay detrás de cada uno de ellos.

Una primera devoción a la que hizo referencia es el Señor de Esquipulas. Se trata de uno de los Cristos más importantes que procesionan el Viernes Santo en la Villa. Actualmente lo custodia la señora Petra Zarate Martínez, pero su historia se remonta al año 1901, cuando sus bisabuelos adquirieron la casa y encontraron la imagen del Cristo arrumbado en uno de los corrales.

La señora Petra cuenta que su bisabuelo le construyó su capilla y ahí fue cuando comenzó el culto, el cual no ha hecho más que crecer, pues la imagen ha recibido diferentes votos y milagros con el paso de los años. Razón por la cual recibe alrededor de 20 a 30 personas que, de manera mensual, visitan al Cristo.

En la localidad de La Pila se encuentra el Cristo Señor del Perdón. La familia Jasso Rivera, quien lo custodia, cuenta que cuando sus abuelos se casaron compraron una casa a puerta cerrada en la delegación de Pozos y ahí fue donde encontraron al Cristo. Al mudarse de hogar lo llevaron con ellos, y es donde actualmente reside y se le venera, en su capilla del mismo nombre. Data del silgo XVII, está hecho con pasta de caña y podría ser una de las imágenes conquistadoras o evangelizadoras de la antigüedad.

Otro Cristo emblemático de La Pila es el Señor de la Penitencia, el cual data del siglo XIX y fue encontrado bajo la sombra de uno de los mezquites de la sierra de esta localidad. Ahora se encuentra expuesto en su capilla particular donde recibe a mucha gente que lo visita para prenderla una veladora, pues se dice que es un Cristo muy milagroso.

En el municipio de Zaragoza está el Cristo Señor de la Villaseca y el Cristo de los Trabajos. El primero también estaba en la intemperie, a la sombra de un árbol, pero actualmente se encuentra en la casa de la familia Hernández. Ha pasado de generación en generación desde tiempos de la Revolución Mexicana. Durante la Semana Santa lo levantan y lo ponen en su altar. En Domingo de Pascua lo cambian de ropa y lo colocan en su cruz para poder salir en procesión.

Finalmente, el Cristo de los Trabajos es una devoción que se encuentra en la capilla de San Antonio. A diferencia de los Cristos mencionados hasta ahora, lo custodia un grupo de gente de la localidad que se organiza para cuidarlo. El domingo no procesiona, solamente se encuentra expuesto a veneración en la capilla, pero la mayoría participa en elaborarle su tendido desde el Jueves Santo.

La relación de las familias con sus Cristos, su devoción eterna y el lugar central que ocupan en sus hogares es, en realidad, la razón por la cual esta tradición ha perdurado con el paso de los años hasta convertirse en la gran festividad que es actualmente.

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