Las chingonerías de Ramírez Cuéllar

Por: Oswaldo Ríos. Twitter: @OSWALDORIOSM

El domingo 17 de mayo trascendió que el dirigente nacional de Morena, Alfonso Ramírez Cuellar habría lanzado un documento con cinco ocurrencias socialistoides (que podrían ser desmentidas como cobardemente suele hacer el partido oficial después de medir el escenario), las cuales reflejan de forma fidedigna, el profundo desprecio morenista por la democracia y los derechos y libertades que ella consagra (como quedará acreditado si reconocen la autoría de ese bodrio).

Las sesudas elucubraciones del politburó, son:

  1. Modificar la Constitución para establecer el “Estado de bienestar” por decreto. 
  2. Habilitar al INEGI como la nueva KGB que pueda entrar a revisar el patrimonio inmobiliario y financiero de todas las personas sin ninguna restricción legal, y que el SAT le facilite toda la información financiera y bursátil que requiera. 
  3. Una política fiscal más agresiva dirigida a que los sectores más productivos, soporten financieramente al gobierno, para que cumpla con su sagrada función de regalar dinero. 
  4. La creación de un Consejo Fiscal que vigile que la extracción de recursos funcione y cuide que el botín que se obtenga se dirija a los “sectores de mayor vulnerabilidad” (clientelas de Morena).
  5. Darle facultades a la Comisión Federal de Competencia Económica para que vaya contra “la concentración y el poder que tienen las empresas” y ahora pueda imponer a las empresas lo que considere como “precios justos”. 

El corolario del documento sostiene que con esas cinco modificaciones constitucionales se sentarían las bases para discutir “una agenda completa de transformaciones estructurales en el país”. 

Sobre todo si coincidimos en que esa agenda tiene como propósito terminar por destruir la economía nacional, endurecer la política de terrorismo fiscal, afrentar el legítimo derecho de propiedad de los mexicanos y poner toda prosperidad material bajo sospecha.

Desde la llegada del morenato al poder, no son pocos los intentos baladrones o formales de distintos actores del oficialismo que documentan su poco aprecio y respeto por las libertades, la propiedad, la autonomía constitucional de las instituciones públicas, y en general, hacia todo aquello que escape del control estatal, es decir, del autoritarismo presidencial. 

Simples ejemplos de lo anterior son: la devastación de organismos con autonomía técnica como la Comisión Reguladora de Energía; la cooptación partidista de entidades tan esenciales como la Comisión Nacional de Derechos Humanos; el intento de acabar con la neutralidad de la red en los lineamientos del Instituto Federal de Telecomunicaciones; la idea de establecer un impuesto a las herencias en el Senado;  el congelamiento de cuentas y la extinción de dominio sin respeto al debido proceso que establece la Constitución; o los distintos ataques (afortunadamente reculados) a la autonomía universitaria.

Con tantos antecedentes en el mismo sentido, resulta bastante creíble esta nueva amenaza que se cierne sobre México, ahora promovida por Alfonso Ramírez Cuéllar, el mismo que fundó una organización de deudores que se negaron a pagar sus obligaciones a los bancos con motivo del incremento en las tasas de interés por la crisis de 1994 (El Barzón) y que paradojas del destino, en 2018 terminó presidiendo la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados Federal, a la cual pidió licencia para ir como presidente de Morena a partir del 28 de enero de este año. 

La conducción de un ferrocarril entregada a un puñado de vuela trenes.

Al momento de escribir esta columna, el dirigente morenista no había reconocido la autenticidad del documento que medios de comunicación serios dieron por válido. En cualquier caso, no extrañaría que haya sido una estrategia para medir la temperatura a acciones de talante tan agresivo, pues no es la primera vez que se señala a Ramírez Cuéllar de urdir maniobras alevosas desde las sombras.

En el mes de febrero, Eduardo López Betancourt, presidente del Tribunal Universitario de la UNAM, señaló directamente a Ramírez Cuellar de estar detrás de los paros llevados a cabo por encapuchados en algunas escuelas universitarias que tuvieron como base la denuncia de supuestos actos de acoso sexual pero que luego derivaron en la simple retención abusiva de los inmuebles; y de alentar trasmano, el ataque a la autonomía de la UNAM, a través de la iniciativa que pretendía que el rector de la UNAM fuera elegido por votación libre y directa de la comunidad universitaria, propuesta formalmente por el diputado federal Miguel Jáuregui Montes de Oca. 

Es incierta la postura que asumirá Morena ante este mamotreto que ha provocado estupefacción hasta en simpatizantes cuatroteros. Lo cierto es que de forma constante, sistemática y acelerada, el morenato sigue avanzando en la implementación del chavismo a la mexicana.

¿Es ajeno López Obrador a las acciones de corte estaliniano de Ramírez Cuéllar?

El 10 de diciembre de 2018, la revista Expansión realizó un juego de asociación de palabras con el dirigente nacional de Morena. Ya sabe, ese en el que hay que responder con la primera palabra que se le venga a uno a la mente. La última pregunta es suficiente para describir a Ramírez Cuéllar y entender cuál es el nivel de contubernio que tiene con el presidente López. 

– ¿Obrador?

– “Una chingonería”. 

Todo está dicho. 

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