Las mujeres del alba y Madera

José de Jesús Ortiz

En una tarde para mantener viva la memoria de un episodio histórico que permaneció en la sombra durante años, el jueves pasado se proyectó en San Luis la película Las mujeres del alba, de gran belleza visual que contrasta con la dureza de la historia que reconstruye el primer alzamiento guerrillero en México con el ataque al Cuartel Madera, en Chihuahua, allá en el lejano 23 de septiembre de 1965.

La película dirigida por Jimena Montemayor, basada en la novela póstuma de su padre, el escritor Carlos Montemayor, es en esencia una reivindicación del papel y la participación de las mujeres compañeras de aquellos jóvenes que, por la vía armada, buscaron la transformación del país en el contexto de un México autoritario y la violencia sistemática del viejo régimen en contra de las luchas sociales del campo y la ciudad. Mujeres de la guerrilla finalmente, que en algunos casos tomarán las armas luego del ataque en Madera, un municipio enclavado en la Sierra Tarahumara.

Sin hacer valoraciones morales, Las mujeres del alba es también la visión de los vencidos en una experiencia de lucha símbolo de los movimientos armados en México que habrán de generarse en los años siguientes a lo largo y ancho del país. Sobre todo, es la visión de las mujeres ignoradas o invisibilizadas en aquel episodio, que sufrieron la represión y persecución luego de aquellos hechos de los que en septiembre pasado se cumplieron ya sesenta años.

“Es una película dura”, advirtió Jimena Montemayor al inicio de la presentación efectuada en el Centro Cultural Bicentenario como parte del Festival de Cine de la UASLP, en un auditorio que reunió a algunas decenas de personas interesadas en el tema. Y lo fue: durante poco más de 90 minutos la película recupera la atmósfera de la época y construye una poética visual de tonalidades frías donde la naturaleza, la lluvia, la neblina y la penumbra —entre otros elementos simbólicos y fantásticos que no aparecen en la novela— acompañan la historia de esa lucha y de la resistencia femenina.

En los hechos, el ataque al Cuartel Madera es el primer intento de crear un foco guerrillero en México inspirado en las estrategias militares sintetizadas por Ernesto Che Guevara tras la experiencia de la Revolución Cubana. “No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución, el foco insurreccional puede crearlas”, escribió el Che en Guerra de guerrillas como una premisa esencial para iniciar un movimiento revolucionario y posibilitar esas condiciones.

En la sierra de Chihuahua en aquellos años, como en gran parte del país, las condiciones de miseria, despojo de tierras, explotación y abusos desde el poder aliado a las oligarquías y cacicazgos locales, como respuesta, van a generar múltiples formas de organización de estudiantes y campesinos para enfrentar la represión y el autoritarismo del régimen. Es así que surge el Grupo Popular Guerrillero encabezado por el maestro rural Arturo Gámiz y Salvador Gaytán, al que luego se une el médico Pablo Gómez. 

Es un primer grupo inspirado en la experiencia cubana que inicia la organización y formación política e ideológica de las comunidades campesinas en la sierra, así como algunas incursiones militares antes del ataque al Cuartel Madera. Todo ello reflejado de manera coral en la novela de Carlos Montemayor, precursor de los estudios sobre los movimientos armados en México y recuperado en la película.

Antes de Madera hubo diversas experiencias de lucha, todas acalladas a través de la represión, como había sucedido también en otros movimientos de lucha social: el de los ferrocarrileros en 1958, el caso del líder agrario Rubén Jaramillo asesinado en 1962 por el Ejército junto con su familia, o la represión en contra del navismo en San Luis en 1961, entre muchos otros.

Es en ese contexto de cerrazón y represión sistemática, y de la imposibilidad de impulsar transformaciones de manera pacífica en la búsqueda de un país mejor y más justo, que la lucha armada aparece como una vía legítima para los jóvenes protagonistas de aquel episodio del 23 de septiembre de 1965.

En su exhaustiva investigación México armado 1943-1981 (2007), la periodista Laura Castellanos documenta que días antes del ataque en Madera los guerrilleros publicaron un desplegado dirigido al gobernador de Chihuahua, defensor de los caciques, en el que plantean lo siguiente:

“Nos hemos levantado en armas para hacer frente a los cacicazgos, como el de José Ibarra y Tomas Vega, una vez que agotamos los medios legales sin fruto alguno, una vez que nuestros esfuerzos fracasaron en virtud del apoyo incondicional que el gobierno del estado proporciona a los caciques que por décadas se han dedicado impunemente a explotar como bestias a los campesinos, a humillarlos, a asesinarlos, a quemarles sus ranchos, robarles su ganado y violar sus mujeres”.

El asalto al Cuartel Madera termina con un saldo trágico: se tenía prevista la participación de cerca de 30 guerrilleros divididos en tres grupos, que por falta de logística (dos grupos no logran llegar al cuartel) e inteligencia de campo, además de la delación de un oscuro excapitán del Ejército, Lorenzo Cárdenas Barajas, que resultará ser un infiltrado por la Sección Segunda del Estado Mayor.  

Un episodio de insurrección en el que mueren ocho miembros del Grupo Popular Guerrillero y seis militares. En orden temporal, es justo en el momento del ataque que inicia la película de Jimena Montemayor. Lo que viene después es la zozobra de las mujeres, la esperanza de ver el regreso de sus parejas, padres o hijos, registrado de forma rigurosa por la película.

También, muestra sin concesiones la vindicta pública contra los insurrectos, como esa imagen en que los cuerpos son exhibidos por los militares y llevados por las calles de Madera como escarmiento y advertencia.

Otra escena terrible —reflejo de lo que fue el viejo régimen autoritario—, que aparece en la novela de Carlos Montemayor y de forma fragmentada en la película es cuando el general Práxedes Giner Durán, gobernador de Chihuahua, ordena que los cuerpos de los jóvenes guerrilleros no sean entregados a sus familias, sino enviados a la fosa común: “¡Querían tierra, denles tierra hasta que se harten!”, exige por radio.

Pese a haber sido liquidado, el asalto al Cuartel Madera se convertirá en un episodio simbólico para una generación de jóvenes que verán en la lucha armada la única posibilidad para transformar un régimen autoritario como el mexicano. En los años siguientes a ese hecho aparecerán múltiples organizaciones armadas, del norte al sur de la geografía nacional a las que el Estado enfrentará a través de la guerra sucia y la violación sistemática de derechos humanos.

Finalmente, la de Madera es una historia que merecía un trabajo fílmico como el de Las mujeres del alba para mantener viva la memoria de episodios de lucha social que, desde diversas trincheras y caminos, posibilitaron la transformación del viejo régimen y la ampliación de los canales de expresión y participación política en México.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Fue reportero fundador de los periódicos El Ciudadano Potosino y La Jornada San Luis. Es autor del libro La batalla por Cerro de San Pedro, sobre la lucha social contra la Minera San Xavier. Correo: eltiempocontado@gmail.com