Lo que es y lo que viene

Óscar G. Chávez

No puede ser catalogada completamente como mala la administración municipal de Enrique Galindo Ceballos, alcalde de la capital, con todo y los muchos adeudos con el electorado (ciudadanía finalmente), con la propia ciudad y, desde luego, con los partidos que lo impulsaron y sus militantes. En términos generales la mayoría de las obras promocionadas como en beneficio de la ciudad no tuvieron alcances significativos y sí, por el contrario algunos reveses; mucha de éstas fueron más de resonancia que de importancia, y como no sea el paso a desnivel en Salvador Nava y avenida Himalaya, nadie recuerda algo de significativa presencia, como no sea la permanente promoción a su persona y en menor grado a la de su esposa.

Encuestas a modo que buscaban presentarlo como uno de los alcaldes mejor evaluados del país y a ella como una de las consortes oficiales de mayor presencia en el país; resultado que en el ámbito estatal y con similares orígenes, sólo podría disputarse con la esposa del gobernador, doña Ruth González. Promociones viciadas, expectativas similares; el Senado como meta.

Quedan por allí, todavía sin mencionar, unos semáforos inteligentes; similares en inteligencia a la de quienes los idean y ponen en función, apenas sí se piensa en el peatón y en el ciclista; su funcionamiento nunca se piensa en función de los cruces vehiculares y de calles, todos tan parecidos pero distintos entre sí. Semáforos y políticos se asemejan, nunca se piensa en los que no se ven, sólo en lo masivo, en el volumen, en el alcance de la promoción, en lo que aparentemente reditúa.

Con todo y eso, también se recuerda y se tiene presente a su dirección de Cultura que al parecer fue la que más presencia tuvo y mayor alcance entre la ciudadanía; más allá del simple pan y circo, ésta y su director funcionan con acierto muy a pesar de la anemia cultural que afecta a la administración estatal. Queda su presencia para la ciudadanía.

Poco o nada qué de decir de su dirección de Seguridad Pública, luego elevada a Secretaría, como si con el cambio de denominación viniera la eficiencia; todavía están presentes algunos incidentes protagonizados por sus directivos y sus elementos. De manera similar la dirección de Ecología, así como la de Servicios, son una nulidad, pero el servicio de recolección de basura, al menos en el primer cuadro, es una maravilla, casi como el desconocido ciclista que se nos presenta como una celebridad y encabeza rodadas. 

Del agua ni qué decir; el problema es general, tanto que no lo han podido resolver los tres niveles de gobierno: uno por incapaz, otro por inútil y marrullero y el otro más por ausente (la libertad para anteponerles niveles a los calificativos es al gusto); pero con todo y eso no puede pasarse por alto que se ha esforzado en tratar de resolverlo. De ser distinta la administración luego de las elecciones veremos si el problema, con todo y que continúe, se sigue mostrando a la opinión pública de la misma manera.

De lo político ni hablar. Hay quienes piensan en traiciones y evocan compromisos no cumplidos; otros hablan de corrupciones, mientras que los favorecidos tratan de proteger y mantener sus pequeños cotos de poder, que ni siquiera van más allá de las manzanas que se extienden en torno a la Unidad Administrativa Municipal; visión a futuro no hay, mantener el presupuesto y la quincena es lo de ellos.

Golpe de timón y Galindo logra mantenerse como candidato a la reelección, aún sobre las militancias de panistas traicionados y priístas decepcionados. La cauda de malqueridos y malquerientes, sin embargo, no alcanzó para bloquearlo y mucho menos para evitar que su consorte fuera nominada como suplente a una senaduría (remedo de imitación a la primera esposa del estado) que tampoco tiene mucho futuro, como que su titular no ha tenido mucho presente. Desaciertos y yerros que difícilmente pasan desapercibidos y tampoco se olvidan.

Hay algo, con todo y lo anterior, algo de Galindo que pocas veces se menciona y reconoce: pese a su socarrona y sociópata megalomanía (policía al fin), representa con todo y sus lastres a la única oposición real y existente en el estado que al parecer no lo será por mucho tiempo más. Sin discusión casi todo es malo, y valorémoslo, se pondrá peor.              

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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