Manual del perfecto chairo empoderado

Por: Oswaldo Ríos. Twitter: @OSWALDORIOSM

  1. Promueve el odio todos los días. Descalifica y búrlate de quien piensa diferente. Sobre todo, si cuestionan tus errores y más si lo hacen con argumentos. Insulta sin tregua a fifís, conservadores, machuchones, mafiosos, etcétera. La agresión debe ser tu arma cotidiana, para eso tienes el poder. Escupe en la pluralidad, aquí el único que tiene derecho a hablar eres tú porque solo tú tienes moral, los demás deben ser aplastados. Pero luego de eso no olvides presentarte como un beato incapaz de odiar, si te da el ego, compárate con Cristo. 
  2. Enriquécete impúdicamente. Recuerda que la vida se trata de acumular bienes materiales, decenas de casas, relojes caros, joyas, piezas de arte, dinero y para lograrlo no te va a alcanzar con tu sueldito como catedrático o como funcionario público, así que tendrás que corromperte. La clave para hacerlo bien, es predicar un discurso comunistoide que desprecie las cosas materiales, que te haga ver como pobretón idealista y que promueva la igualdad o la felicidad mientras te llenas las alforjas y vives como un cerdo capitalista. Si lo haces bien, todos se tragarán esa vestimenta fea, desaliñada y en ocasiones sucia, pero ojo, no olvides ocultar tus relojes de la prensa y tus propiedades de los periodistas. 
  3. Regentea las causas de moda. Por ejemplo, el feminismo, la inclusión social, los derechos de la diversidad sexual o los derechos de la infancia. Si puedes disfrázate con los colores del movimiento y publica en redes todo lo que puedas a favor de esos temas, recuerda que hay que parecer genuinamente empáticos. Obvio, solo es para lucrar políticamente y perfumarte con el olor a progresismo que tanto le gusta a los chairos. Estas agendas nunca estarán por encima de tu lealtad al gobierno, y para ser más específicos, al presidente. Si eres feminista te callarás ante los feminicidios; si defiendes la inclusión te callarás cuando la esposa del presidente ordene destruir el CONAPRED; si defiendes la diversidad sexual fingirás demencia ante el hecho de que Morena tenga mayoría absoluta en el país y no apruebe el matrimonio igualitario; si defiendes los derechos de la infancia, nada dirás cuando los niños con cáncer mueran por falta de medicamentos o sean ejecutados a sangre fría por la delincuencia. 
  4. La incongruencia es tu arte. Tus redes deben ser un testimonio del absurdo. Sirven para golpear políticamente a los gobiernos de otros partidos y para alabar a MORENA, exactamente por las mismas razones. Por ejemplo, alienta las protestas violentas contra gobernadores de oposición y si ese gobierno usa la policía para evitar más daños o proteger a la población, acúsalo de represión, pero si eso ocurre en un gobierno chairo como el de la CDMX, condena la violencia de las manifestaciones y aplaude la oportuna intervención de las legítimas autoridades de la ciudad. ¿Quedó claro? ¿No? Ahí va otro ejemplo. Cuando Calderón utilizó el ejército para combatir la delincuencia, tú gritaste como si te estuviera dando un retortijón: ¡ASESINO! Ahora López Obrador militariza toda la seguridad pública, incluso de forma ilegal y tú dices serenamente: ¡Qué bueno que por fin tenemos un presidente que se preocupa por nosotros y pide el apoyo de esa gran institución que es el ejército! No importa que antes hayas acusado a los soldados de desaparecer a los 43 de Ayotzinapa y tampoco te apenes si luego alguien te exhibe escribiéndote esa jalada de “siempre hay un tuit”. ¿Cómo vas a sentir pena si no tienes dignidad?
  5. Agrede ferozmente y no respetes nada. Como ya dijimos, los que piensan diferente no merecen ninguna consideración, ni respeto. Así que tírales con las palabras más obscenas y soeces que conozcas. No importa si eran adolescentes como las hijas de Peña Nieto o niños pequeños como los de Ricardo Anaya, agrédelos o úsalos para insultar a sus padres. Obvio, esto no se permite hacerlo con el hijo menor de López Obrador porque ahí sí sería violencia y recuerda que #ConLosNiñosNo. Recuerda que para los progres el racismo inverso no existe, de tal forma que si un comediante como Chumel Torres hace comedia con los prejuicios de la sociedad debes exigir de inmediato que sea censurado y despedido de las empresas que lo contraten, por no ser capaz de reinventar la comedia. Pero si Tenoch Huerta hace series de narcos que reivindican el estilo y modo de vida de quienes asesinan, secuestran y torturan, entonces debes aplaudir por el gran valor de hacer series que reflejan el México real. ¿Cuál es la diferencia? Si respondiste que el color de piel, aprobaste. Pero si respondiste que Chumel es fifí y Tenoch es chairo, entonces tienes un diez perfecto.
  6. Victimízate siempre. Cada vez que se te pidan cuentas por las mismas cosas que tú las pedías a otros políticos o a otros gobiernos, hazte la víctima, finge indignación y cambia abruptamente de tema, para que no sigan indagando. Verbigracia, si en el pasado te indignaste por la “Casa Blanca” de Angélica Rivera y exigiste que se transparentaran los ingresos de la actriz, a pesar de que ella no era política, porque te parecía sospechoso que pudiera comprar una casa de 54 millones de pesos; ahora te indignarás pero en contra de quienes exigen explicaciones a la secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval, quien posee inmuebles con un valor de 60 millones de pesos, sí, más que “La gaviota” y con menos telenovelas filmadas. Pero aquí lo que dirás es que todo es una infamia de los chayoteros de la mafia del poder que atacan a una ejemplar compañera izquierdista y a su esposo el doctor doctor John Ackerman, por la enorme lucha que ha dado persiguiendo a los corruptos, no importa que haya exonerado a Bartlett. No olvides que victimizarte te permite montar espectáculos dramáticos que distraen del asunto que te exhibe tal y como el corrupto/corrupta que eres. 

Continuará… 

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