Mismidad: Implicaciones económicas de la violencia contra las mujeres

Gloria Serrato

Las acciones de prevención y eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres se han centrado en la sensibilización de la sociedad en general y de las personas servidoras públicas, lo que representan avances significativos principalmente en materia legislativa, que se han hecho leyes para favorecer la equidad entre hombres y mujeres; además de establecer figuras delictivas de conductas que atentan contra la salud, la dignidad, la seguridad, la vida de las mujeres, etcétera.

La ONU Mujeres advierte que por lo menos 158 países en el mundo han aprobado leyes sobre la violencia en el ámbito doméstico y 141 países cuentan con leyes sobre la penalización del acoso sexual en el espacio de trabajo.

Pero no hay ley que por decreto cambie el imaginario social de una nación; la violencia, el maltrato, es parte de muchos grupos en nuestro país, la relaciones familiares en muchas de las ocasiones se basan en relaciones de poder, y es en el propio espacio familiar en el que hijos e hijas aprenden de su entorno, principalmente de su padre, ese ejercicio desbordado de poder, mediante la violencia.

Las mujeres y los hombres hemos visto al paso del tiempo como la representación tradicional de la familia se ha modificado, sin embargo, la forma en como se construyen las relaciones de pareja, no. Siguen siendo desiguales, en la que la mayor carga de responsabilidades es para ellas.

En esa desigualdad, la violencia sigue presente con graves repercusiones para las mujeres de todas las edades, en diversos órdenes como son, psicológico, emocional, patrimonial, económico, de autoestima, de desarrollo, etc.

La justicia ha buscado la forma de reparar el daño a las mujeres que han sobrevivido violencia, se ha centrado en el aspecto psicológico, que es crucial para el empoderamiento, para que regrese a la ruta de su proyecto de vida. En ese camino, hacia una vida de paz para las mujeres, se ha investigado el impacto que implica para la economía de una nación, que no se ponga fin a las formas de violencia.

En el estudio Indice de paz México 2020, identificar y medir los factores que impulsan la paz, realizado por el Instituto para la Economía y la Paz, refiere que un patrón en las tendencias de la violencia en México es de La Violencia Interpersonal, que de acuerdo con este estudio, se agrupan los delitos de agresiones entre la familia, delitos sexuales y la violencia familiar, y todos del país experimentan dinámicas similares en ese rubro.

La violencia Interpersonal, así referida por el estudio, no está vinculada con Violencia Política, o de la delincuencia organizada, sino que son formas de conflictos que surgen desde el seno familiar y que se manifiestan con mayor preponderancia en contra de mujeres y niñas. Es decir, la violencia contra las mujeres no obedece a los patrones de la violencia generalizada en nuestro país.

La construcción de la paz, por lo menos en el rubro referido por el estudio como Violencia Interpersonal, tiene una dificultad enraizada en el imaginario social y que está vinculada a la desigualdad entre hombres y mujeres, a pesar de las diferentes acciones que ha realizado el Estado.

Las implicaciones económicas de la violencia que persiste contra las mujeres, puede ser directa o indirecta, tangible o inteligible, algunos costos directos se derivan de las secuelas de la violencia que vivió la mujer, entre estos, el abandono al trabajar, con un impacto en su calidad de vida y la de sus hijos e hijas; también hay inversión que realiza el Estado para mejorar la atención, cuidado, acompañamiento de las víctimas; así como la inversión en el recurso material y humano para la reeducación, capacitación y sensibilización permanente de la población en general.

Las mujeres que viven violencia, y que se atreven a denunciarla, van contra el ordenamiento tradicional, y como si fuera un castigo, tienen que resistir solas sus efectos, que tiene que ver con el sostenimiento completo de su casa, la escuela para sus hijos e hijas, trabajar horas extras, asumir el cuidado y la atención de su familia;  las mujeres sobrevivientes de violencia, muchas de las veces dejan de trabajar o lo hacen parcialmente o en el comercio informal, para seguir sus procesos de búsqueda de la justicia.

Medir el impacto de lo que representa la violencia contra las mujeres, es una forma de exponer que a pesar de todos los logros que se han tenido para disminuir las brechas de desigualdad, los patrones de conducta que lastiman y las deterioran, siguen reproduciéndose.

Las implicaciones económicas van más allá de reparar las secuelas de esa violencia, hay un efecto negativo que se traduce en la pérdida de sus días laborales, baja productividad, pérdida de sus oportunidades tanto de estudios como de trabajo, de desarrollo personal y profesional, además de gastos en servicios médicos, servicios psicológicos, servicios funerarios, laborales, el restablecimiento de la salud, y lo que ello implica en el corto, mediano y largo plazo.

El estudio El Costo de la Violencia contra las Mujeres en México, elaborado por la Secretaría de Gobernación y la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), en 2016 advirtió que la violencia contra las mujeres significó una pérdida en el Producto Interno Bruto que se midió el 2019, poco más del 1.5%, lo que equivale a más de 133 mil millones de pesos.

En tanto que el estudio Índice de Paz México 2020, identificar y medir los factores que impulsan la paz, en el indicador La Violencia Interpersonal, categoría a la que agregaron violencia familiar, y violencia sexual. En lo que se refiere a esta última, tuvo el cuarto mayor impacto económico situándose en un 17%, lo que traduciendo a términos económicos significó 38.7 mil millones de pesos.

La estrategia de acciones de participación social para sensibilizar a las personas debe además sumar acciones orientadas a la reeducación de hombres generadores de violencia.

Es periodista y abogada, doctora y maestra especialista en atención víctimas, derechos humanos, transparencia y salud. Actualmente es directora de Derechos Humanos en la Fiscalía General del Estado. Anteriormente se desempeñó como comisionada de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas y como presidenta de la Mesa Interinstitucional de Feminicidios. Cuenta con diversas publicaciones entre las que destaca su tesis doctoral “Construcción de Personajes: El Subcomandante Marcos y la prensa en México 1994 a 1995”.

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