Nadie les debe pleitesías

Abelardo Medellín

En San Luis Potosí la dinámica de poder avasallante y virulento que ha desplegado la administración de Ricardo Gallardo Cardona, le ha hecho creer a la gente que todos, por todas partes, le deben algún tipo de agradecimiento perpetuo al gobernador, por el simple hecho de hacer su trabajo. Sin embargo, habiendo agotado ya más de la mitad del sexenio y con una visión más clara de que el gobernador es solo un hombre (y bien visto, no el más ilustre) queda claro que esa eterna reverencia solo la mantienen quienes están obligados a ella o quienes se benefician de fingir su devoción.

Para comprender un fenómeno tan complejo como el de la correspondencia política, siempre es bueno revisarlo a través de sus extremos; sobre todo cuando se trata de las concesiones, es bueno visitar a los disímiles: el comportamiento de los detractores y contrarios.

Esta semana se mostró ante nosotros el más claro ejemplo de por qué el Partido Verde Ecologista de México se sostiene como la decepción más grande para la historia de la democracia partidista en nuestro país, con mención (des) honorífica en el estado: José Luis Romero Calzada, Tecmol, (ex diputado, ex candidato a la gubernatura, ex priista, ex panista, ex emecista, ex dueño del extinto Redes Sociales Progresistas) llegó a las filas del PVEM.

Tan agria resultó la noticia, que no solo la gente se mostró dudosa y desagradablemente sorprendida, sino que el mismísimo Tecmol, tuvo que limpiarse la infamia de encima con, no uno, sino hasta dos videos y una publicación en los que intentó justificar tan incongruente salto la ignominia cívica.

En sus videos, Tecmol repite la misma perorata que han esgrimido muchos otros políticos; “no es por mí, es por ustedes”, “se trata de hacer equipo para ayudar”, “en lugar de juzgar, súmate” y decenas de otros argumentos vacíos que, tristemente, no son para convencernos a nosotros, sino para convencerse a sí mismo de su error.

Tecmol, antes de ser la adhesión deshonrosa en turno, era bien conocido por ser un bocaza de primer nivel. Como priista afirmó que sería el “Gavilán Pollero” que acabaría con los Gallardo, posteriormente los califico de “ratas” y ese discurso, tan punzante como insultante, se mantuvo incluso durante la campaña de 2021 y los años posteriores a ella.

Hay que decirlo, Tecmol, al menos durante los últimos años, había sabido navegar la opinión pública y ganarse cientos de seguidores gracias a que simulaba con carisma ser esa oposición que otros no se ocupaba en ser. Claramente tenía las mismas tendencias clientelares y populistas del gobierno en turno, pero sabía utilizar la critica a ese mismo gobierno como motor político para sacar adelante sus campañas personalistas y atraer nuevos seguidores.

En términos sencillos, Tecmol ha perdido la tracción política que tenía. ¿Por qué la gente lo consideraría como un perfil político atractivo para buscar y seguir, si ahora solo es uno más de los cientos de operadores propagandísticos del PVEM, pagados con dinero del gobierno?, ¿qué ofrece Tecmol que no pueda ofrecer cualquiera de las representantes de la SEDESORE en las colonias?, es completamente falso que Tecmol le rinda lealtad a la gente, porque para un “operador de sus propios intereses” como siempre lo ha sido Romero Calzada, el perder el acompañamiento y fidelidad de la gente, se va a convertir en un vacío de control político que deberá suplir con algo… y ese algo tarde o temprano será el gobierno de Gallardo y el Partido Verde tomando las riendas.

Hoy, Tecmol todavía no se atreve a agradecer al gobernador directamente o mencionar su felicidad por llegar al partido (seguro porque no está muy feliz), pero más pronto que tarde veremos una fotografía de sonrisas y saludos exagerados entre Romero Calzada y Gallardo Cardona; muy pronto veremos a Tecmol bailando y cantando alrededor de un camión que reparte despensas, mientras avisa que todo es gracias al gobernador. No hay que perderlo de vista, aunque el gobernador lo niegue, nada sale ni entra del partido de su propiedad sin que él lo apruebe… Tecmol no es la excepción, y como todos los demás que han terminado bajo la fétida ala del tucán, Romero Calzada deberá alimentar a la bestia con lo único que espera a cambio… gratitud, hipócrita, pública y vergonzosa gratitud. El alimento del ego.

Del otro lado del espectro del tributo, esta misma semana fuimos testigos del pleito frío que sostuvieron entre sí el alcalde capitalino Enrique Galindo Ceballos y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Estado (SSPC) a cargo de Jesús Juárez Hernández.

El fin de semana pasado, el asesinato de una empresaria en la capital potosina volvió a prender las alertas sobre el siempre presente, pero a veces inadvertido, problema de inseguridad que impera en el estado. Ante la tragedia, como suele hacerlo ante cualquier problema que no comprende, el gobernador decidió aplicar la solución habitual y bien conocida de su sexenio: repartir culpas. Y como las culpas sirven más cuando ayudan a desacreditar a otros, el gobernador decidió, sin datos ni justificaciones sólidas, echarle la culpa al alcalde de la capital.

Este es el usual desplante de indolencia y desinterés que el gobernador muestra ante crisis sociales que no sabe dimensionar. El gobernador es incapaz de entender una tragedia por sus afectaciones reales; para él, todo asesinato, acto de corrupción, plagio de migrantes o desastre natural, solo es digno de ser atendido si tiene el potencial de lastimar su tan preciada popularidad ante la gente. Y para la lógica gallardista, nada limpia mejor un desastre, que achacárselo a alguien más.

“Sí, hubo un muerto, pero es culpa de la policía”. “Sí, secuestraron migrantes, pero seguro fue el alcalde de Matehuala”. “Sí, retrasaron las obras por un amparo contra mis dependencias, pero fue por culpa de las oscuras intenciones del INAH”. “Sí, no hemos pagado la deuda de pensiones, pero es culpa de quienes estuvieron antes que nosotros (aunque ellos sí pagaban)”. Sí, faltan medicinas, pero es culpa del gobierno federal que se adjudicó nuestros hospitales”. Así suena la incompetencia que nos gobierna.

Ante las criticas del gobernador contra la estrategia de seguridad del alcalde, Galindo Ceballos contestó a ellas, como quien ha cumulado el hartazgo de tratar con la ineptitud, y en dos ocasiones distintas denunció cosas como que el Estado carece de una estrategia de seguridad clara, que les hacen perder el tiempo a los ediles que asisten a las mesas de Paz y que en estas reuniones se excluye de las decisiones importantes a las autoridades municipales.

Cualquier otro alcalde cuyo puesto depende de los programas estatales y el poder de coacción del color Verde, hubiera aceptado la culpa, admitido el “apoyo” del estado y hubiera publicado un rimbombante boletín en el que agradeciera la bondad del gobierno al celebrar una mesa de Paz en su municipalidad.

Galindo Ceballos no. Sin ánimo ni pretensión de elogiar una administración cuyos únicos méritos son aquellos que ha pagado al extranjero, hay que reconocer que el alcalde supo plantarse ante la crítica y no aceptar la bravuconería, que el gobernador se ha acostumbrado a emplear contra los ediles para maquillar sus desastrosas omisiones en materia de seguridad.

Lo de Galindo esta semana es la antítesis de la gratitud hipócrita y temerosa de todas las huestes gallardas, es el reproche franco contra un gobierno que ha convertido a cada seguidor en un lacayo y a cada atisbo de duda en un “lo siento, señor Gobernador, gracias, muchas gracias por el apoyo”.

Como si a lamidas de botas se comprara la actitud “perdona vidas” de alguien que, literalmente, es un SERVIDOR PÚBLICO.

Indudablemente esta resistencia a la sumisión, tiene detrás los intereses personales de Galindo y sus pretensiones electoreras rumbo al 2027, sin embargo, venga de donde venga, la crítica no erró en su señalamiento, y una postura firme de quien gobierna a una tercera parte de la población del estado, no es nada despreciable en un contexto donde el partido oficial administra más de la mitad de los municipios y sus destinos.

Galindo, con tal afrenta al estatus de la devoción, se expone a mucho; campañas negras (que ya ha padecido), rivalidades electorales prematuras, descrédito en otras localidades a las que el gobernador tiene acceso, obstaculización de los recursos e incluso hostigamiento judicial. Él lo sabe, y pese a ello, ante la complejidad de intentar tener un proyecto propio, no se rindió al oficialismo como Romero Calzada, ni optó por la reverencia a la que están obligados los beneficiarios de programas sociales. El edil capitalino se comprometió con su diagnóstico de un desastre y ventiló las fallas de este, sin disculparse, ni agradecer a nadie. Esperemos que lo sostenga más de un par de días.

Este juego de nuevos lacayos y renovadas abyecciones, debe evidenciar que no hay nada escrito en piedra cuando de “gratitud” política se trata. No le debemos agradecimiento a alguien que solo hace su trabajo y pretende cobrar nuestra lealtad por hacerlo medianamente bien. No le debemos tributo a una funcionaria contratada como senadora y que ejerce como animadora de eventos propagandísticos. No merece nuestro rezo un instituto político que un día dice trabajar por el pueblo y al otro día insulta la memoria de la ciudadanía admitiendo impresentables.

“No rogamos clemencia”, decía Marcos Ana. Sugiero que añadamos: no debemos pleitesías, y mucho menos a este gobierno.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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