Payán Latuff: “el punto principal es el negocio”

Por Victoriano Martínez

Jacobo Payán Latuff, a quien hoy el Congreso del Estado podría decidir entregar la Presea Plan de San Luis 2019, es un hombre que tiene muy clara la finalidad de las actividades en las que se involucra, así sea como funcionario público o como presunto promotor de futbol: el punto principal es el negocio.

El Periódico Oficial del Estado del 23 de diciembre de 1989 publicó el decreto 190 con el que el Congreso del Estado autorizó enajenar un predio de cinco mil 833 metros cuadrados a favor del Motel La Posada, representado por Jacobo Payán Latuff, quien a esa fecha se desempeñaba como director de Desarrollo Industrial (hoy Sedeco).

El predio estaba destinado a un parque público llamado “Bosque del Niño”, planeado como área para actividades deportivas y sociales para los niños a cargo del Club de Leones. Sin embargo, al no lograr el Club concretarlo por falta de recursos, devolvió el terreno, lo que aprovechó el entonces director de Desarrollo Industrial para comprarlo a la tercera parte de su precio.

Se trata de un ejemplo sobre la forma en que, como funcionario, Payán Latuff no dejaba pasar la oportunidad de hacer negocios.

Tanto se ha aprovechado de las relaciones derivadas de contar con un equipo de futbol a pesar de que no sea negocio, que “mediante turbias e ilegales maniobras” –según describió Eduardo Martínez Benavente en su columna Contrapesos del 17 de mayo de 2009– simuló una compra venta para intercambiar un terreno en La Florida por el predio que hoy ocupa el estado Alfonso Lastras.

El que era conocido como el “hoyo universitario” es el terreno en el que hoy se encuentra el estadio. Originalmente, el predio fue entregado por Urbanizadora Popular Plan de San Luís al Ayuntamiento de la capital para cubrir obligaciones derivadas de un fraccionamiento que desarrolló en esa zona.

A propuesta de los constructores, que ya habían invertido cinco millones de pesos en la construcción del campo deportivo, la autoridad municipal transmitió los derechos sobre el terreno a la UASLP, que había mostrado interés por continuar la obra. En el Periódico Oficial del Estado de fecha 11 de febrero de 1979 quedó concretada la donación.

Cuando Alfonso Lastras Ramírez fue rector de la Universidad, y a pesar de que la donación había sido condicionada, como representante de la UASLP, y sin que el Ayuntamiento lo autorizara, le vendió el predio a Payán Latuff.

En la escritura, relata Martínez Benavente en su texto, “no se transcribió ni se anexó el acuerdo del Consejo Directivo Universitario en el que se autorizara la venta del inmueble, transgrediendo el artículo 71 de los estatutos universitarios, lo que originó que la operación fuera nula”.

Al mismo tiempo, Payán Latuff le vendió a la UASLP un terreno de poco más de 52 mil metros cuadrados del fraccionamiento La Florida, en el que se construirían viviendas para los empleados sindicalizados de la UASLP. A la fecha, ese predio sigue sin utilizarse.

El único uso que tuvo fue para que Payán Latuff lograra en los hechos una permuta disfrazada de dos compra ventas, pues el precio en el que vendió los terrenos hasta hoy no utilizados fue el mismo que presuntamente pagó por el “hoyo universitario”.

El Estadio Alfonso Lastras es uno más de los productos logrados por los beneficios que se pueden alcanzar con las relaciones que genera figurar como promotor del futbol profesional.

Payán Latuff fue muy descriptivo de las ventajas de ser propietario de un equipo de futbol, aunque éste no sea negocio, en una entrevista concedida a la revista Proceso, publicada el 30 de enero de 1995.

En ella describe que los directivos, al futbol “lo agarran de escalón y se convierte en un trampolín, para unos político, para otros, empresarial”. Hoy podría resultar adicionalmente como el trampolín para obtener la Presea al Mérito Plan de San Luis.

A continuación se transcribe completo el texto de la entrevista publicada en el número 952 de la Revista Proceso, el 30 de enero de 1995:

Como negocio, el futbol es un fracaso, pero sirve para evadir impuestos: el dueño de los “Auriazules” de San Luis

“En el futbol casi nunca se recupera de manera directa lo invertido, pero a cambio se obtienen favores y relaciones que de otra manera no se lograrían, como la de disminuir, falseando declaraciones, pagos de impuestos al fisco, dice Jacobo Payán, propietario de los Auriazules de San Luis, sublíder general de la Primera División A.

Y agrega:

“Quien esté pensando hacer negocio con el futbol, que ni se meta, está totalmente equivocado. Se pasan muchas amarguras, mucho sufrimiento, es un trabajo muy cruel, desgastante, se lloran lágrimas de sangre, sobre todo a la hora de comprobar las lealtades en la Federación, con los clubes, con los dirigentes, las mafias que se manejan, los intereses que hay…”

Payán encabezó la temporada pasada, por encargo del gobernador de San Luis Potosí y de un grupo de empresarios locales, la compra de la franquicia del Celaya de Segunda División para darle a San Luis nuevamente futbol profesional.

Pese a que la plantilla era muy modesta, el equipo se coló a la liguilla, de tal suerte que fue considerado uno de los clubes destacados y por ende invitados a tomar parte, meses después, de la naciente Primera División A.

Dirigente en los setenta de los Santos de San Luis y de los Cachorros del Atlético Potosino, a los cuales colocó en la Primera División, Payán participó meses atrás en reuniones con José Antonio García y Roberto Chapa, entre otros directivos de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF), donde se planeó la nueva liga.

Cuenta lo que pasa en los equipos de provincia:

“Es muy normal que el dueño de un club provinciano se convenza pronto que como negocio el futbol es un verdadero fracaso, por lo que tarde o temprano terminan cansándose y organizando patronatos, vendiendo acciones y juntando a Juan de las Cotorras. Y así, nomás andan dando lata, hasta que terminan por dárselo al gobierno, para que participe una universidad o un sindicato o una cementera o un medio de comunicación, como inversionistas”.

La entrevista con el industrial potosino, propietario de restaurantes, hoteles y de una fábrica de láminas, se efectúa en el restaurante del hotel Quinta Real de esta ciudad.

Añade:

“Fuera de los de la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y posiblemente Puebla, todos los equipos, no sólo los de Primera A, pierden dinero. Usted me dirá: ‘bueno y si pierden ¿por qué siguen?’. Pues porque esto los directivos lo agarran de escalón y se convierte en un trampolín, para unos político, para otros empresarial. Otros promueven sus empresas, otros con más habilidad o con más recursos, usan para fines fiscales los gastos que realizan en el futbol, es decir las pérdidas que registran se las abonan al futbol y se las cargan a empresas que están dando dinero, como el caso de los hoteles y los lugares turísticos. Yo creo que es la razón por la que ahora están equipos como el Acapulco y la intención de que Cancún tuviera también Primera División, estaba enfocad en ese sentido.

“No es cierto, y lo puedo asegurar, que alguien gane dinero con el futbol, sobre todo en provincia y no quiero decir que las grandes plazas que cité están ganando dinero, pero ellos hacen negocio porque a lo mejor le cargan 50,000 nuevos pesos a una de sus empresas y a lo mejor nomás le dan 25,000 de donativo al futbol o señalan que un jugador lo compran en un millón de dólares y la realidad es que costó 300,000.

“El futbol se usa para disminuir los efectos fiscales, para promociones personales, para relacionarse con los gobiernos. Con esta relación si uno es constructor, pues exigirá le consigan 500 viviendas para construirle al Infonavit o pedirán hacer alguna triangulación en determinado negocio con el argumento de que te estoy dando esto con el futbol. Eso sucede”.

Del manejo de su equipo es más específico:

“El año pasado, con el equipo de Segunda División, perdimos un millón de dólares, aunque eso de perdimos… más bien lo perdió su servidor. ¿Qué me quedé sin comer? No, porque tengo 25 empresas pequeñas y porque de todas esas empresas cargué de más a lo que es permitido o sea a negocios donde hay utilidades. El gobierno del estado nos está ayudando de una manera desinteresada, directa, no nos cobra impuestos, nos aportó para remodelar el estadio, nos da apoyo moral y todas las facilidades”.

Pese a que está resignado a que nunca obtendrá ganancias, lo que busca, dice, es perder lo menos posible cada vez.

“Vamos a seguir perdiendo, pero vamos a tratar de que este negocio sea cada vez menos malo. Esta temporada vamos a pensar perder dos millones de dólares, pero para la temporada siguiente, la 95-96, espero no perder ya nada porque tendremos cierta infraestructura, la franquicia, a los jugadores. Esa cantidad es pérdida entre comillas, porque en parte es inversión, pérdida real para mí sigue siendo el millón de dólares de la temporada pasada. Son cantidades que valen, sin embargo, porque son por la ciudad, yo soy potosino, quiero mucho a San Luis Potosí, aquí nací, aquí vivo, aquí están mis empresas. Vender el equipo a otra plaza es impopular, yo no voy a dejar San Luis sin futbol”.

Al margen de las pérdidas, el propietario del San Luis, identifica otra función del espectáculo que subsidia: “Sirve como factor de equilibrio y desahogo social”.

“¿Cuánto vale una empresa que pierde dinero? Pues no vale nada y se vale que me vuelva a preguntar entonces por qué están, pues ya se lo expliqué, porque se triangulan otras operaciones y aparte también porque es un mal necesario que se requiere, más en este tiempo de crisis nacional, en el que cada día está más pobre el país.

“Además, el futbol es un desfogue para la gente. Verá usted. Aquí tenemos 50,000 obreros en la zona industrial, que de hecho es la que sostiene a San Luis Potosí, aunque muy modestamente. Un obrero tiene como salario mensual, 1,500 nuevos pesos, ¿qué hace un obrero con ese sueldo? Apenas tiene su casita de interés social, pero no le alcanza más que para mal comer, no puede gastaren casi nada y entonces qué hace, pues se va al futbol, se toma ocho cervezas y le grita al árbitro lo que no le puede gritar a su patrón, se desfoga para quitarse esa amargura y esa irritación que le provoca la pobreza.

“Es un buen mexicano, es un buen obrero, es un buen padre, pero le irrita que poniendo todo su esfuerzo, toda su imaginación, no tenga para comprar un carro, para comprar una buena chamarra, para drle un juguete o tener que esperarse todo un año para comprar un juguetito de Taiwán, defectuoso y reconstruido. Por eso es muy importante el futbol, por eso se debe felicitar a la Federación Mexicana de Futbol y a sus dirigentes por los cambios que están haciendo, por el intercambio comercial con otros países para reactivar un poquito la economía. Todo esto independientemente de que deben ganar dinero porque es un negocio de ellos.

“¿Qué cómo se está comportando la Federación? Pues bien, como su negocio, como siempre lo han hecho, son empresarios más que ejecutivos de la Federación. El hecho de que algunas agrupaciones están metidas en la FMF, yo no lo veo con malos ojos, sino al contrario, están haciendo un negocio con el deporte en beneficio de todo el mundo, de aficionados, jugadores nacionales y extranjeros”.

– Esta visión no la comparten mucho.

– Es malo que algunos medios de comunicación mal informados o de mala fe haya tratado de dañar o de empañar esto. De por sí tenemos muchos defectos en nuestro México y el celo que no permite que alguien haga bien las cosas se está dando ahora a la persona de José Antonio García, al que por supuesto conozco, pero ni siquiera es mi amigo; no tengo ninguna relación tampoco con Televisa, pero le repito: soy empresario y como tal veo que las cosas se están haciendo mucho, mucho, muy bien. Más que el fomento del futbol el punto principal es el negocio.

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