Politiquería normalizada

Por Victoriano Martínez

Se dicen políticos, pero de cara al proceso electoral en puerta sólo son capaces de exhibir una politiquería que difícilmente les alcanza para lograr el disfraz de personalidades con la madurez y responsabilidad para encabezar el puesto al que aspiran… aunque ellos mismos y su séquito así lo crean.

La fórmula que aplican parece tener un resultado proporcionalmente inverso al costo e intensidad de la promoción de sus ambiciones personales que los hacen blanco de denuncias y de investigaciones de oficio por parte de autoridades electorales: ahí llevan la ventaja Ricardo Gallardo Cardona y Xavier Nava Palacios, señalados por el INE por posibles violaciones a la Constitución.

Parte del espectáculo desatado por su incontinencia por promover su imagen con miras al 2021 son los señalamientos mutuos entre ellos a la primera oportunidad que se les presente, aunque Gallardo Cardona aplica la consigna de que la mejor defensa es el ataque y lanza acusaciones de gastos de más de un millón de pesos diarios por parte del alcalde, sin mostrar una sola prueba.

Peor aún, se victimiza al asegurar que parte de ese gasto se va a campañas negras desde la Ciudad de México, como si los documentos revelados por Raúl Rodríguez Cortés en El Universal, por ejemplo, no dieran cuenta de su adeudo fiscal por más de nueve millones de pesos, y las actuaciones del SAT pudieran estar al servicio de Nava Palacios. ¿Y su cercanía con la Cuarta Transformación?

Nava Palacios evade los cuestionamientos con señalamientos de que su gasto en comunicación social está por debajo del de su antecesor, el padre de Gallardo Cardona, a quien no deja de señalar por corrupción, pero algo le impide –sea por voluntad propia o por recomendación– presionar para que haya sanciones ejemplares. Si acaso es cuestión de timing, el momento se le puede pasar.

Pero sus casos sólo son los más notorios de la politiquería desatada. Una politiquería que en el caso del PAN resulta que requiere reunir a los siete aspirantes para que se comprometan a respetar lo que de por sí están obligados.

“Se comprometieron en respetar las reglas de las autoridades electorales y de los órganos internos del Partido; por lo que acordaron no realizar actos anticipados de campaña que pongan en riesgo la elección interna y puedan comprometer al Partido por violaciones a la Ley Electoral”, afirma el comunicado de la dirigencia panista, como si se tratara de algo extraordinario.

La fotografía de los siete con la V de la victoria no es más que la imagen de quienes cínicamente saben que por sus ambiciones son incapaces de ajustarse a la legalidad, optan por desvirtuar aspiraciones legítimas con jugarretas trepadoras, y que en la ruta para alcanzar un cargo –el que finalmente logren– simular es la estrategia.

Si simulan ahora, simularán en el cargo, y el servicio público y la representación ciudadana sólo son meros conceptos para utilizar en los discursos simuladores. Salieron de la reunión para seguir sus actos fuera de toda norma… aunque con mayor cuidado para no ser señalados públicamente. A pesar de ello, Octavio Pedroza ya mostró su “columna vertebral”, para empezar.

En Morena la politiquería va desde clausuras de oficinas, protesta contra su dirigencia, reclamos por militancias no reconocidas y hasta indagaciones sobre la elegibilidad de alguno de los aspirantes:

El 17 de julio de uno de los grupos morenistas presentaron solicitudes de información a los 58 ayuntamientos para verificar si se han emitido constancias de residencia para Esteban Moctezuma Barragán y si tiene alguna propiedad en cada municipio. A la fecha sólo han respondido 29 han respondido, de los cuales negaron la respuesta por considerar que se trata de datos personales.

En el PRI, cual rival más débil, la versión de una aspirante con la bendición del gobernador en la figura de Mónica Rangel Martínez, titular de los Servicios de Salud, hace entrar su dirigente estatal al juego de la politiquería con calificar los señalamientos de desvíos en esa dependencia como “golpeteo normal”.

Una politiquería tan “normalizada” lo único que muestra es que no hay aspirantes a encabezar las reales responsabilidades de un gobernador del estado, sino personajes que buscan ocupar el cargo para sus egos e intereses personales y del grupo que los alienta y los acompaña… porque a ellos también les tocará algo.

Así de pobres y poco esperanzadoras son las opciones para la ciudadanía en las elecciones del 2021. Cada vez falta menos, las posibilidades de que algo pueda cambiar se comienzan a cerrar… a menos de que ocurra algo inesperado.

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