Pura desvergonzés

Óscar G. Chávez

De la ya insostenible “herencia maldita” como justificación a lo endeble de diversos actos de gobierno emprendidos por el gobernador Ricardo Gallardo, ahora ha transitado al “vandalismo opositor” para también encubrir el fracaso de obras materiales. La frase, en concreto, la aplicó al robo del cableado eléctrico en la iluminación del puente alambrado en anillo periférico Antonio Rocha y avenida Juárez, y de una fuente en el jardín de Santiago.

La frase por ingeniosa e hilarante que parezca es una salida fácil que busca, por un lado aceptar lo inútil de algunas de sus obras y, por el otro, evadir la problemática de la incapacidad de las fuerzas de seguridad pública para combatir los actos delincuenciales en menor y mayor escala que ocurren cotidianamente mientras la instancia gubernamental los califica como inexistentes.

La búsqueda de exculpación no para allí, menciona también una campaña de desprestigio mediante la que se busca culpar al gobierno del estado de la falta de agua en una total “desvergonzés”; imposible saber cuál es el significado de esto, pero como neologismo es bastante sofisticado. El señalamiento es más que obvio que va dirigido al gobierno municipal de la ciudad capital, al que ya también reprochó el que no le dé a conocer el plan que implementará contra la escasez de agua, pero es más que evidente que el pleito ratero ya de larga data con el alcalde tiene una doble finalidad: desprestigiar al alcalde (que evidentemente no le costará mucho trabajo) para nulificarlo políticamente y apropiarse del sistema de almacenamiento y distribución de agua potable al menos en la capital y zonas conurbadas.                

El abastecimiento de agua potable a las ciudades (al menos en el estado) es una atribución que compete exclusivamente a la autoridad municipal, sin embargo aunque se sabe de sobra, como también que al gobernador le gusta abrogarse una autoridad ficticia (casi como de propietario del estado) sobre áreas de la administración pública que no le competen. Ahí están, recordemos, el tema de la vigilancia estatal en carreteras federales y la pretendida administración y control estatales del malogrado aeropuerto de Tamuín, cuando en ambos casos se trata de espacios de completa jurisdicción federal.  

No obstante, el asunto de los sistemas municipales de agua potable, agrupados bajo el membrete del Interapas resulta interesante por donde se le quiera ver. De tiempo atrás, casi desde el inicio de las administraciones estatal y municipal, la alcaldesa de Soledad de Graciano Sánchez, municipio que para su suministro de agua potable forma parte del Interapas,  manifestó la intención de separarse del organismo para formar como hace ya décadas, uno propio del municipio. El tema, convertido casi en enfrentamiento de lavanderas en quintopatio, lo retomaba doña Leonor cada que se acordaba (o cada que le decían que lo hiciera) y a la menor provocación se lanzaba contra el alcalde de la capital, presidente de la junta de gobierno, o contra el director operativo; cayó uno, llegó el otro y nada que se decidía, simplemente las amenazas continuaban.

Aquí vale detenernos para considerar que desde hace tiempo los alcaldes de Soledad son títeres del clan Gallardo, por lo tanto, no se mandan solos (recordemos aquella anécdota de don Gilberto diciendo que el chicle masticado y pegado al piso valía más que él como alcalde); es decir, doña Leonor no decide y lo que diga o calle, haga o deje de hacer, será en su carácter de personera del gobernador, el cual hace dos días –durante la colocación de la primera piedra de la unidad administrativa de aquel municipio, señaló que crearía su propio organismo de agua potable; esto daría lugar a la desintegración del Interapas, que una vez desaparecido posibilitaría que la Comisión Estatal del Agua se hiciera cargo de sus activos y funciones.

De lo segundo no podemos estar seguros que tenga resultados óptimos, incluso es casi seguro que funcionará mucho peor que Interapas, pero dejando de lado los teórico y lo técnico, es fácil y sencillo de comprender: Ricardo Gallardo, al igual que con las sillas de la Procesión del silencio, anda tras el efectivo que se recauda en el organismo de agua potable o aplicando la frase que él mismo utilizó para referirse a sus antecesores: quiere llevarse diariamente lo que encuentre en el cajón. Como viven juzgan.

Por el otro lado, en un discurso similar al del gobernador, el alcalde Enrique Galindo vaticina una falta de respuesta inmediata en el abastecimiento del agua, de continuar los sabotajes en los pozos que abastecen algunas colonias de la ciudad. No es de dudarse que ante la falta de estrategia jurídica (ya se le fue el jurídico Ferragamo) y mientras se victimiza, entregue sin mayor problema el Interapas.

¡Chapuzón en sábado de gloria!

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