Razones científicas para tomar una siesta

 

La siesta es una de las costumbres con leyendas rondando a su alrededor, como la duración que debe de tener. Está claro que no todo el mundo tiene tiempo para echarse una siesta, pero dormir es uno de los grandes placeres de la vida. Además, existen algunas razones científicas para practicarla de vez en cuando, da igual si dura 10 minutos, 30 o más de una hora, todo depende claro, de tu tiempo.

1.- Porque las neuronas se desconectan.

En 2006, la Universidad de Manchester, publicó un estudio donde revelaba que ciertas neuronas se desconectan después de las comidas.

Entonces, sube el azúcar en la sangre, lo que evita que las neuronas que nos mantienen despiertos, envíen señales, provocando ese estado de sopor tan habitual antes de las siestas.

Lo mejor es dejarse llevar hasta que se vuelvan a activar las neuronas.

2.- Repara el sistema inmune.

Dormir poco tiene sus efectos en el sistema endocrino e inmune, desequilibrando las defensas y los niveles hormonales. Una falta de sueño crónica puede convertirse en un problema para la salud, pero un descanso de 30 minutos permite estabilizar los marcadores inmunológicos y neuroendocrinos.

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3.- Es buena para el corazón.

Pese al falso mito de que la siesta aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón, cada vez hay más estudios que demuestran sus bondades. Por ejemplo, ayuda a reducir la tensión arterial.

Otro estudio del International Journal of Behavioral Medicine, reveló que tras una prueba de esfuerzo, los participantes que dormían una siesta de 45 minutos, tenían una recuperación cardiovascular mejor.

4.- Reduce el riesgo de obesidad.

En 2013, la Universidad de Navarra demostró que dormir menos de 5 horas al día es un factor de riesgo de obesidad. Sin embargo, dormir la siesta para recuperar tiempo de sueño después de comer ayuda a reducir ese factor de riesgo.

5.- Mejora la memoria y el aprendizaje.

Otra de las ventajas de dormir unos 30 minutos después de comer es que aumenta la capacidad de aprendizaje y la memoria de forma considerable. Esto lo reveló un estudio que se publicó en Neurobiology of Learning and Memory, y su autor, Axel Mecklinger, explica que en un periodo de aprendizaje concentrado, un sueño corto puede ser mucho más importante de lo que parece.

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6.- Nos despertamos de mejor humor.

Una siesta ayuda a mejorar la empatía y si incluye un sueño en fase REM, nos ayudará a mejorar nuestro estado de ánimo. De hecho, estas siestas de entre 60 y 90 minutos hacen que, al despertar, seamos más receptivos a las emociones del resto porque leemos mejor sus expresiones, mientras que si no dormimos la siesta, es más fácil detectar el miedo y el enfado. También nos ayudará a despertarnos de mejor humor, en especial si nos tumbamos en una hamaca.

De hecho, el balanceo aquí hace que el sueño sea más profundo, reparador y potenciador de la memoria, lo que permite multiplicar todas estas razones científicas para dormir la siesta.

 

 

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