(Re) pensar la denuncia desde el feminismo

Mariana de Pablos

La falta de cultura de la denuncia de violencia en razón de género, especialmente en contra de las mujeres, es un grave problema a nivel nacional. Las causas de esta problemática son múltiples y variadas. Desde esta perspectiva, se vuelve de suma importancia la necesidad de diseñar mecanismos de denuncia alternativos a partir de los cuales las mujeres víctimas de violencia obtengan justicia y una reparación del daño pronta y efectiva, y que de esta forma sean cada vez quienes decidan dar el paso hacia la denuncia.

“¿Cómo puede ser posible que se fue caminando como si nada hubiera pasado?”.

A Lupita se le llenan los ojos de lágrimas y se le quiebra la voz de rabia cuando recuerda todo lo que vivió hace apenas un par de años. Su pálido rostro empieza a adquirir un tono rosado que revela la furia, indignación y tristeza que aún le genera el pasado. Sin embargo, se recompone. Empuja sus hombros hacia atrás y levanta su quijada. Ya ha derramado suficientes lágrimas.

Recuerda que fue un proceso largo y solitario. Se aisló del mundo y cortó relaciones incluso con su familia luego de lo que le hizo su pareja. Llorar era lo único que podía hacer. Estuvo en ese pozo oscuro por demasiado tiempo hasta que ella misma se ofreció una mano. Comenzó por reconocer que necesitaba ayuda profesional. Luego lo compartió con algunas de sus amistades más cercanas. Y, finalmente, con su madre, a quien se le rompió el corazón en mil pedazos al escuchar lo que le habían hecho a su niña.

De la tristeza pasó a la rabia; y de la resignación al deseo de obtener justicia, así que decidió que denunciaría a su agresor. Lo hizo sola. No estaba segura de cómo hacerlo ni tampoco qué esperar, así que solo lo hizo. Caminó con paso determinado hasta el Centro de Justicia para las Mujeres y reveló a una secretaria sus intenciones.

Pero igual de rápido que entró, salió. Solo que esta vez temblaba, dudaba de sí misma. Ahora no estaba segura de la gravedad de su experiencia.

“Me hicieron preguntas muy fuertes y me hicieron sentir como que no era para tanto”.

Salió de ahí decepcionada, con un sinsabor en la boca que no alcanzaba a definir. No pudo poner la denuncia ni tampoco lo volvió a intentar.

A nivel estatal, el 68.6 por ciento de las mujeres de 15 años en adelante ha vivido al menos un incidente de violencia; siendo las violencias psicológicas (51.3%), sexuales (45.7%), y físicas (34.6%) las que reportan mayor incidencia. El 89.5 por ciento de estas mujeres no llevan a cabo la denuncia.

De acuerdo a la abogada Fátima Alvizo, las principales causas de que no exista una cultura de la denuncia en San Luis Potosí son la falta de recursos y personal en las fiscalías y ministerios públicos, lo cual deriva en la saturación y en que no se le pueda dar un tratamiento adecuado a cada denuncia.

Además, generalmente no se trata de un proceso que cumpla con los estándares de justicia. Es decir, no es eficaz, sencillo ni rápido. A lo cual habría que sumar que en muchos casos, como en el de Lupita, las autoridades caen en la insensibilidad y la revictimización.

“Se necesita que se mejoren los canales institucionales y que se desburocratice el acceso a justicia”.

Asimismo, la impunidad y la inseguridad son factores importantes que también desmotivan a muchas mujeres a llevar a cabo la denuncia. Datos de la organización Impunidad Cero señalan que para 2021, la impunidad en los delitos de feminicidios alcanzó el 51.4 por ciento.

“Le decimos a las mujeres: denuncia, pero no le garantizamos la protección ni el acompañamiento. Las dejamos solas durante todo el proceso y no les aseguramos la reparación del daño o este es posible hasta el final del proceso penal, lo cual es un error. Obligas a que mujeres, madres de víctimas de feminicidio, pasen 10 años sin reparación del daño”.

A todo ello habría que sumar además el miedo y la incertidumbre de lo que pueda suceder después de romper el silencio. Como señaló Fátima, “seguimos sin entender la complejidad que conlleva este proceso para cada mujer”.

Denunciar significa reconocer que se es víctima de un agresor, que en la mayor parte de los casos es la persona con la que se construyó una vida de pareja. Además, es enfrentarse a la idea de empezar una vida de nuevo en muchos sentidos: laboral, económico, e incluso social y familiar.

Desde esta perspectiva, la necesidad de diseñar nuevos mecanismos que garanticen a las mujeres un proceso de denuncia segura se hace ver más cada día. De ahí que sea necesario dedicar esfuerzos al desarrollo de alternativas institucionales y no institucionales que tengan como prioridad la reparación del daño, la seguridad y justicia para las denunciantes.

Fátima enfatizó algunos esfuerzos que se han implementado, principalmente en la Ciudad de México, como lo son Abogadas de las Mujeres y Las Lunas, que es similar al proyecto Puerta Violeta implementado en San Luis Potosí. Estas se caracterizan por ser un mecanismo de primer contacto para la orientación, el acompañamiento y los cuidados que requiera cada mujer.

Sin embargo, es necesario que estos mecanismos se descentralicen y, de esta forma se garantice el derecho del acceso a la justicia a todas las mujeres del estado.

De la mano con estas estrategias, es importante empezar a diseñar alternativas que se encaminen “hacia este reandar en comunidad”, que posibilite formas de tramitación del malestar que genera la violencia contra las mujeres. Entre estas, Fátima resaltó la importancia que entre mujeres se construyan redes de apoyo y cuidado.

“Un triunfo del movimiento feminista es el reconocimiento de las redes de mujeres, desde la sororidad y el afecto”.

Otra propuesta de esta índole son los procesos de reconocimiento. Fátima señaló que la violencia contra las mujeres, particularmente los feminicidios, implican violaciones graves a los derechos humanos. De ahí que, por ejemplo, la disculpa pública “sea un acto institucional de reconocimiento de suma importancia. El cual, vale la pena señalar, en San Luis Potosí jamás hemos tenido. ¿Cuándo hemos tenido una disculpa pública por lo que le hicieron a Karla Pontigo?”.

Los tendederos de denuncia también son propuestas importantes que deben ser rescatadas, pues no solo aluden a la comunidad y al cuidado entre mujeres, sino que además, al no encasillarse dentro de un formato institucional, incentivan la denuncia.

“Nos ayudan a tener estas sanciones morales que antes no tenían los violentadores. Me encantan y me parece que una buena práctica de las autoridades es documentarlas y comenzar procesos de investigación alrededor de ellos”, indicó la abogada.

Si bien estas estrategias adquieren cada día más terreno en el imaginario social, es importante dedicar esfuerzos para hacer de la denuncia una práctica a la que las mujeres víctimas de violencia decidan recurrir con más frecuencia. Aunque, como indicó Fátima, se va a tratar de un proceso largo y no se tendrá respuestas a corto plazo, “es importante ir reconociendo cómo se ha procesado la violencia y si los mecanismos que tenemos sirven, si son o no de alcance real”.

Y que esto sea de manera inmediata, puesto que “no es posible que en menos de un mes hayamos tenido las videograbaciones de casos de feminicidios, de desapariciones y sigamos sin reconocer que tenemos un problema grave”.

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