Sobre la intromisión en el día y mundo de los abogados

Ilustración: Carolina Mohína.

Maritza Aguilar Martínez – Lúminas, A.C.

El 12 de julio se celebra el día del abogado a nivel nacional, y me parece importante hacer algunos apuntes relacionados a lo que sucede cuando eres mujer en el mundo del derecho. Ser mujer abogada es vivir y ejercer sintiéndote una intrusa, porque el derecho tiene rostro de hombre, pues está hecho por y para ellos. Esto se nos recuerda a las mujeres en cualquier espacio al que intentamos ingresar.

Durante mis primeros años como universitaria podía reconocer y sentir en el cuerpo la violencia que se vivía en las aulas de la Facultad de Derecho de la UASLP. Desde la violencia sutil al momento de valorar más la participación de los hombres, prestarles atención, engrandecer sus ideas que fueron robadas de otras mujeres, hasta las más explícitas, como el acoso y hostigamiento sexual por parte de alumnos y maestros, o señalar que las mujeres no pertenecemos a las aulas y sí a las cocinas.

Sin duda estas formas de remitirnos nuevamente al espacio de lo privado se presentan en cualquier lugar y a cualquier nivel. Hace unos días en twitter, Claudia de Buen Unna, quien fue la primera– y al momento única– presidenta mujer de la Barra Mexicana Colegio de Abogados AC, presentaba su renuncia señalando múltiples actos de violencia de género en su contra durante su encargo, en particular señalaba la celebración de la asamblea del 4 de julio de 2023 que sostuvo el presidente actual, Víctor Olea Peláez, con los expresidentes de la barra, sin haber sido convocada, y sin haber sido develada su fotografía en la galería de expresidentes, tradición arraigada en este espacio.

Como cualquier institución patriarcal, la barra responde con mensajes comunes ante los señalamientos de violencia contra las mujeres. “…las manifestaciones de la expresidenta son infundadas, pues se avala el proceder de nuestra institución con cien años de historia y buena fama“. Las palabras y el agresor varían, pero el mensaje es claro: la culpa siempre es de las mujeres.

Cuando me titulé, mis amigas me regalaron una ilustración de una artista potosina, Carolina Mohína, donde se aprecia a una mujer joven con un cuchillo en la mano derecha, una balanza en la mano izquierda, con botas de combate y un pañuelo verde al cuello, y la palabra justicia. Cuando vi esa imagen recuperé el entendido de que el derecho puede tener rostro de hombre, pero la justicia la hacemos las mujeres.

Luchamos por conseguirla desde siempre, desde todos los espacios, porque nos sabemos abandonadas por el derecho, el Estado y sus instituciones. La hacemos de la mano de las otras, de la vecina, la amiga, la mamá y la hermana que nos sostiene la vida cuando nos han quitado lo nuestro.

No cabe duda que el derecho es y será siempre un arma del Estado para someter a los grupos históricamente vulnerados. No pienso que el derecho sea un arma de liberación, ni que las instituciones sean la respuesta para un cambio sustancial en la vida de muchos y muchas de nosotras, sin embargo, creo fielmente y celebro a las mujeres que luchan de manera permanente desde estos espacios profundamente misóginos. A las abogadas que desde sus propios espacios generan estrategias para defender a las niñas y mujeres. Que se enfrentan a ser intrusas en los “espacios de los hombres”, a incomodar, a no callar. Quienes nos hacen sentir que otro mundo es posible, cuando lo hacemos nosotras.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Maritza Aguilar Martínez es abogada feminista, especializada en derechos humanos, género y juventudes. Ha participado en diversos proyectos de investigación y de litigio estratégico en la defensa y promoción de grupos prioritarios. Actualmente es la encargada del área legal y apoyo operativo del programa de DESCA de Lúminas Centro de Derechos Humanos.

Lúminas, A.C. es una organización sin fines de lucro dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos con especial atención en las mujeres y las infancias y sus Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA). La integran Olga Elizabeth Lucio Huerta, Gabriela Alejandra Rodríguez Cárdenas, Mónica Reynoso Morales, Fátima Patricia Hernández Alvizo y Maritza Aguilar Martínez.

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