3 propuestas anarquistas

Frater Ignatius

Un resguardo al tiempo. El anarquista Josiah Warren (1798-1894), tomará parte de la experiencia americana de New Harmony, -la cual contará con unas mil personas- y de varios proyectos hechos en el Nuevo Mundo. Para este pionero, lo que más cuenta es la experiencia individual, la cual luego se liga a una forma de vida comunitaria. Conoció por medio de sus lecturas a Proudhon, con quien coincide respecto a las teorías mutualistas. Pone en marcha un proyecto en Cincinnati, el cual por cierto, tiene un nombre algo poético.

Las personas elaboran sus propios productos y los intercambian por otros que les satisfagan. Se elimina por consecuencia el dinero y también el capitalismo. Warren escribe Equitable Commerce en donde plasma todas las bases de un anarquismo de tipo mutualista y un anarquismo individualista.

La desobediencia civil y la soberanía individual, son la impronta americana que alimenta el anarquismo de aquella época. Individuos como Henry David Thoreau (1817-1862) quien escribe su Desobediencia civil. O Lysander Spooner (1808-1887), quien en aquella época era mal entendido. Benjamin Tucker (1854-1939), fundador de Liberty y divulgador y traductor de Proudhon, Spencer, Bakunin, Stirner y Nietzsche.

El Palacio de las Familias. André Godin (1817-1888) adquiere un terreno en Guise y decide crear un gran huerto para el disfrute de las familias, y en 1857 establece un epistolario con dos arquitectos que le ayudan a construir también una fábrica de estufas que le daba empleo a 300 obreros. También construye una guardería, entre otras instancias educativas. Hace también importantes cooperativas, escuelas y hasta un importante teatro. Al final, en 1870, se construye la lavandería.

Continúa de manera pujante la labor de Godin. Tiene en 1866 un traspié respecto a una demanda de su esposa. Él tenía una amante, en parte, producto de sus ideas libertarias y siguiendo a su maestro de doctrina, Fourier. La fábrica tiene aún más obreros y decide entonces hacer una cooperativa. El negocio de las estufas crece y crece sin parar. Para 1930 tiene ya 2500 obreros y es líder en el mercado. Comienzan las críticas de uno y otro lado de las ideologías. Desde Marx y Engels hasta los capitalistas más acérrimos. También la religión lo ataca porque no lleva la doctrina del cristianismo, sino que se solaza en comportamientos libertinos.

Este experimento se alargó hasta la crisis de 1968  y la llegada de los nuevos tiempos. La fábrica fue hecha sociedad anónima y luego absorbida por una empresa mayor. En 1991 todo el complejo se convirtió en monumento histórico.

El Humanisferio. Joseph Déjacque (1820-1864), pintor y empapelador francés, es una personalidad única, la cual tratamos brevemente en una entrega anterior. En los Estados Unidos desarrolla la idea de Humanisferio y la publica en París en 1958 con el título de Periódico del movimiento social. Esta idea es muy poderosa. El capital y el estado son los enemigos de la libertad individual. Son estorbos que deben ser desechados. No se puede alcanzar la felicidad, la alegría plena en la vida, si no se emancipa el hombre de las cadenas que lo tienen confinado a una existencia de poco alcance. Al ser humano lo guía efectivamente el egoísmo pero al mismo tiempo una profunda solidaridad. Es necesario encontrar el equilibrio entre ambas para poder acceder a un mundo libre y justo en donde se desarrolle toda la capacidad de la persona. La humanidad es una y pertenece a todos. La gente tiene el mismo derecho a ser feliz y libre. El hombre y la mujer deben ser tratados por igual.

Las tres propuestas anteriores forman parte de estos socialistas utópicos pero no tanto en el sentido de quedarse solamente en ideas. Pusieron manos a la obra y entregaron su larga o corta vida, como es el caso de Déjacque, al desarrollo de sus semejantes. Lucharon por un mundo mejor y más habitable.


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