Desiree Madrid
Las intensas lluvias provocadas por la tormenta tropical Barry dejaron a su paso una serie de afectaciones en distintas regiones del estado, principalmente en la Huasteca y la Zona Media.
Deslaves, inundaciones, casas anegadas, escuelas dañadas y al menos una muerte forman parte del saldo que se empieza a dimensionar en medio de una respuesta que, aunque ha movilizado recursos, aún enfrenta condiciones críticas ante desastres naturales.
De acuerdo con el coordinador estatal de Protección Civil, Mauricio Ordaz Flores, en el municipio de Axtla de Terrazas se reportaron al menos 1 mil 515 viviendas afectadas, principalmente por deslaves e inundaciones.
Aunque las autoridades aseguran que en esta zona ya hay una aparente normalización, la situación aún es preocupante en Tamazunchale, donde la combinación de geografía irregular, urbanización desordenada y lluvias constantes mantiene un riesgo latente de nuevos desastres.
“La instrucción ha sido no escatimar en personal ni en materiales para atender a la población vulnerable”, declaró Ordaz.
En total, se habilitaron 66 refugios temporales distribuidos en las cuatro regiones del estado. Aunque estas cifras buscan mostrar capacidad de respuesta, las imágenes de caminos destruidos, viviendas inundadas y familias desalojadas contrastan con los esfuerzos institucionales, que por momentos se ven rebasados.
En la zona metropolitana de San Luis Potosí, las lluvias también causaron estragos. En la glorieta del hotel Real Inn, el mal diseño vial provocó severas inundaciones que generaron caos vial y daños a vehículos.

El alcalde Enrique Galindo Ceballos reconoció fallas de origen en la planeación de esta obra, sin ofrecer soluciones concretas inmediatas más allá de una promesa de “evaluaciones técnicas”.
En Tamuín, las lluvias dejaron calles convertidas en ríos y casas bajo el agua. Vecinos de zonas afectadas responsabilizaron directamente al ayuntamiento por la falta de mantenimiento a los sistemas de drenaje y por permitir asentamientos en zonas vulnerables. La situación provocó molestia, sobre todo porque no es la primera vez que las lluvias exponen la fragilidad de la infraestructura urbana.
Uno de los casos más graves fue el de la empresa cárnica GUSI, donde dos trabajadores fueron arrastrados por el río Tampaón durante las lluvias. Sus cuerpos fueron encontrados sin vida días después.
La Coordinación Estatal de Protección Civil confirmó que la empresa ya enfrentaba un proceso por incumplir medidas de seguridad. Aun así, operaba cuando ocurrió el accidente. La presión ciudadana y mediática podría empujar hacia una clausura definitiva.
Además de los daños a viviendas, también se registraron afectaciones en infraestructura educativa. La Secretaría de Educación estatal reportó daños en escuelas de la Huasteca y la Zona Media. Algunas sufrieron deterioro en las instalaciones y mobiliario y en otras hay estructuras que deberán ser evaluadas antes de permitir el regreso a clases.
Frente a la magnitud de las afectaciones, el Congreso del Estado abrió centros de acopio para reunir alimentos, ropa y artículos de limpieza que serán enviados a las comunidades más perjudicadas. Mientras tanto, kits de limpieza y despensas, según las autoridades, ya están en camino, aunque en algunos casos, los habitantes han denunciado que el apoyo aún no llega.

También se han habilitado centros de acopio en los parques Tangamanga I y II, además de puntos de recolección en Coxcatlán, Axtla y Tamazunchale. Pese a ello, persisten dudas sobre la logística para la distribución equitativa de estos insumos.
Mientras las lluvias continúan en algunas zonas y los pronósticos no descartan más precipitaciones, comunidades enteras siguen en la incertidumbre.
El caso de Tamazunchale es el más delicado, donde incluso un fraccionamiento podría ser clausurado por representar un riesgo estructural ante futuras lluvias, según evaluaciones preliminares.
Algo que destacar fue la colaboración de los cuerpos de bomberos voluntarios, así como el de la misma comunidad ayudar a quienes más perdidas tuvieron.
Aunque se habla de coordinación y respuesta inmediata, la crisis expone una realidad más compleja: años de omisiones, falta de planeación y nulo control urbano, que agravan cada temporada de lluvias.
Para cientos de familias en la Huasteca y Zona Media, volver a la normalidad no será una cuestión de días.