Gabriela Rodríguez Cárdenas
Mi mamá trabajaba en el área de limpieza de la Plaza de Park, un complejo de más de 60 mil metros cuadrados. Un monumento a la opulencia y al supuesto “desarrollo”, levantado en la periferia de la ciudad, junto a la llamada “Zona Diamante” por ser un símbolo de riqueza entre los potosinos. La plaza presume ser pet friendly: sus visitantes pasean a sus mascotas y dejan atrás los desechos que, al final, recaen en las manos de las personas trabajadoras de limpieza. Manos como las de mi mamá y sus compañeras, todas contratadas por una empresa externa, sin derechos plenos ni reconocimiento.
Mi mamá ha sido trabajadora del hogar toda su vida. Ha pasado de realizar trabajo doméstico a ser trabajadora de limpieza en distintos lugares: hogares particulares, oficinas, asilos, escuelas y después en esta enorme plaza. En todos estos trabajos ha recibido salarios muy precarizados y, en todos, ha sido víctima de acoso y violencia laboral, tanto por parte de empleadores, como de otros trabajadores e incluso de los propios usuarios de esos espacios, tal como sucede en esta plaza.
Mi mamá me contó dos sucesos en particular que no he podido dejar de pensar desde la rabia y la impotencia. En una ocasión, a una señora se le cayó un café; al ver a mi mamá y a otra compañera, les chistó y ordenó: “¡Hey, tú, limpia!”. La compañera de mi mamá se acercó a hacerlo, pero ella la detuvo y le dijo que no permitiera que la trataran así. La señora, con las muñecas llenas de pulseras y joyas, de esas señoras que suenan al caminar, comenzó a gritarles e insultarlas, diciéndoles que no eran “más que unas pinches gatas y que para eso estaban”. Afortunadamente, un guardia de seguridad intervino y pidió a la señora que las dejara en paz. Sin embargo, al final, ellas tuvieron que limpiar el desastre.
En otra ocasión, mientras mi mamá limpiaba los baños, un hombre entró al baño a pesar de los letreros de “no pasar” que se colocan mientras se realiza la limpieza. Mi mamá se interpuso y le pidió que esperara un momento a que el baño se secara. El hombre la empujó y entró de todas formas. Al salir, la insultó y volvió a empujarla, diciéndole lo mismo: “No eres más que una pinche gata”.
Mi mamá tiene muchas anécdotas como estas: la vez que una niña, cuando ella limpiaba en una escuela, le tiró café en el baño que ella acababa de limpiar y le dijo algo similar: “Limpia, gata, porque para eso estás”; la vez que en un asilo les dieron comida echada a perder; o aquella en que, mientras limpiaba oficinas, un señor la acosaba y ensuciaba deliberadamente los baños, para después llamarla —aunque no fuera su área— y obligarla a limpiarlos.
No he podido dejar de pensar en mi mamá después del caso de Carlos.
Carlos Gurrola tenía 47 años. Trabajaba en el área de limpieza de la tienda HEB Sendero, en Torreón, Coahuila. No era empleado directo de la tienda, sino que estaba contratado por una empresa externa. Como miles de trabajadores invisibilizados en México —entre ellos las y los trabajadores de limpieza, las trabajadoras del hogar, personas trabajadoras del jornal y otros sectores precarizados— sostenía un sistema de cuidados sin contar con las mismas garantías de derechos laborales y humanos que el resto de trabajadores.
Carlos vivía en el ejido La Cincha y todos los días se trasladaba en su bicicleta al trabajo. Sus compañeros cuentan que vivía en medio de burlas y hostigamiento: le escondían el lonche, le dañaban la bicicleta y le hacían bromas crueles. Era violencia disfrazada de “juego”, que terminó arrebatándole la vida a un hombre que solo intentaba ganarse el sustento como todos los demás.
El 30 de agosto, cerca de las 3:30 de la tarde, Carlos dejó su botella de Electrolit en el lugar donde trabajaba. Al beber, notó un sabor extraño y dejó de hacerlo, pero ya había ingerido un poco sin saber que alguien había puesto desengrasante en la botella. Horas después, comenzó a sentirse mal: dolor en la garganta, ardor en el pecho, dificultad para respirar. Fue trasladado al IMSS. Los médicos confirmaron que Carlos estaba grave: presentaba quemaduras en los pulmones, en la tráquea y en el estómago. Luchó durante 19 días conectado a respiradores, hasta que el 18 de septiembre falleció.
Lo que mató a Carlos no solo fue lo que había en esa botella: lo mató una sociedad omisa, indiferente ante la violencia que viven los trabajadores de limpieza.
Las y los trabajadores de limpieza en México enfrentan discriminación y violencia laboral —física, psicológica y estructural— que tienen su raíz en la infravaloración de su trabajo y en las condiciones de precariedad que atraviesan. Algunos datos oficiales recientes muestran que esta situación persiste, y que pocas veces se les reconoce como parte esencial del sistema de cuidados.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, la tasa de informalidad laboral en el primer trimestre de 2025 alcanzó 34.2% para barrenderos y trabajadores de limpieza (excepto en hoteles y restaurantes) y 34.9% para trabajadores de limpieza, recamaristas y mozos de limpieza, lo que limita el acceso a seguridad social, estabilidad y mecanismos de denuncia frente a abusos y agresiones (Secretaría de Economía, 2025a; Secretaría de Economía, 2025b). Cabe destacar que estas cifras no incluyen a trabajadores de limpieza de plazas, escuelas, la falta de datos también es invisibilización.
A esta situación se suma lo documentado en investigaciones periodísticas, donde se evidencian abusos, falta de pagos, explotación y condiciones de invisibilidad social hacia el personal de limpieza en la Ciudad de México. Estos testimonios reflejan violencia estructural y psicológica en el ámbito laboral, manifestada en el maltrato, el desconocimiento de derechos y la precarización del trabajo (Cano, 2024).
Además, investigaciones académicas más generales muestran que la violencia laboral (psicológica, acoso, hostigamiento) tiene efectos adversos fuertes en la salud mental y física de los trabajadores. Por ejemplo, un estudio de la UNAM encontró que solo alrededor del 26% de una muestra de trabajadores de manufactura afirmaban no padecer violencia laboral, y que ésta se relaciona significativamente con trastornos psicosomáticos y con una disminución en la calidad de vida en el trabajo.
La amplia vulnerabilidad de las personas trabajadoras de limpieza también se explica porque se trata de un trabajo históricamente feminizado. En nuestra sociedad, las tareas asociadas con la limpieza, el cuidado y el mantenimiento han sido impuestas a las mujeres y, por ello, se valoran menos. El desprecio misógino hacia estas labores se traduce en salarios bajos, ausencia de derechos, invisibilidad social y formas normalizadas de violencia. No es casualidad que muchas de las agresiones, humillaciones y abusos que viven las trabajadoras de limpieza se sostengan en esa idea de que su vida y su trabajo valen menos, porque están “para servir”. Reconocer este sesgo estructural es indispensable para entender por qué se repiten y perpetúan estas violencias.
Finalmente, invitamos a quien nos lee a reflexionar sobre esto, ya que implica cuestionar nuestras propias actitudes y privilegios, exigir políticas laborales que garanticen derechos laborales básicos, y valorar con respeto y dignidad a quienes realizan trabajos fundamentales para el sostén de nuestra vida diaria.
#Justicia para Carlos
Referencias: Revistas UNAM. (2020). Evaluación de los riesgos psicosociales presentes en trabajadores de manufactura. Revista Cuidarte. Recuperado de https://revistas.unam.mx/index.php/cuidarte/article/download/69155/62216
Cano, E. (2024, 23 de noviembre). Falta de pago, abusos y precariedad: el calvario del personal de limpieza en Ciudad de México. El País. https://elpais.com/mexico/2024-11-23/falta-de-pago-abusos-y-precariedad-el-calvario-del-personal-de-limpieza-en-ciudad-de-mexico.html
Secretaría de Economía. (2025a). Barrenderos y trabajadores de limpieza (excepto en hoteles y restaurantes). Data México. https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/occupation/barrenderos-y-trabajadores-de-limpieza-excepto-en-hoteles-y-restaurantes?redirect=true
Secretaría de Economía. (2025b). Trabajadores de limpieza, recamaristas, mozos de limpieza y limpiadores de calzado. Data México. https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/occupation/trabajadores-de-limpieza-recamaristas-mozos-de-limpieza-y-limpiadores-de-calzado
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Gabriela Rodríguez es geógrafa feminista, biciactivista y defensora de derechos humanos. Actualmente es maestrante en Derechos Humanos y codirectora de Lúminas A.C.
Lúminas, A.C. es una organización sin fines de lucro dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos con especial atención en las mujeres y las infancias y sus Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA). La integran Olga Elizabeth Lucio Huerta, Gabriela Alejandra Rodríguez Cárdenas, Mónica Reynoso Morales, Fátima Patricia Hernández Alvizo y Maritza Aguilar Martínez.