Anarquismo filosófico

Frater Ignatius

La filosofía en su acepción etimológica nos dice que sus raíces se encuentran en la amistad a la sabiduría. Sabiduría significa un conocimiento en vertical, es decir, de corte más profundo. No solo acumulación de conocimientos. El anarquismo filosófico es una forma de pensar tal que prima al individuo por sobre todas las cosas y hechos de la mente, sosteniendo que esa individualidad es el centro de las percepciones de la vida. Todo lo demás se reduce a una importancia extrínseca. Empero, el individuo como animal pensante que es, resulta ser lo más importante para sí. Esta postura se liga principalmente a la tesis de Max Stirner. En otra aportación haremos una reseña de su vida y su pensamiento.

Para el anarquista individualista el Estado tiene realmente poca influencia. No se requiere una revolución armada para abolirlo. Simplemente es seguir los lineamientos que marca esta concepción filosófica para ser capaces de que desaparezca por completo su influencia nefasta. El Estado evidentemente es un monstruo que ve para sí. Es una elucubración de la mente inexistente. Los individuos que ahí laboran son la parte más abyecta y vil del ser humano porque no permiten que los demás desarrollen su libertad. Mantiene al pueblo ahogado en la miseria y en la ignorancia. Es un engendro que habría que extinguir. No tiene ninguna legitimidad moral y su impronta a la luz de la mente de un anarquista individualista es de una negatividad y de un daño supremo.

Reconocer para todos la misma libertad es una condición sine qua non para un verdadero desarrollo material y mental. Uno mismo debe desarrollar los propios valores, debe crear las condiciones para vivir en armonía y en cierta paz.

Podemos afirmar que el anarquismo filosófico es una especie de columna vertebral del anarquismo individualista.  Algunos de los anarquistas filosóficos más conspicuos: William Godwin, Pierre Joseph Proudhon, Herbert Spencer, Benjamín Tucker, Max Stirner y Henry David Thoreau.

La palabra clave es autogobierno. También incluye la benevolencia para los otros siempre tomando en cuenta la propia individualidad. Ejercer el derecho de ser uno mismo y pugnar por llevarse con los otros de la mejor forma posible siempre que respeten la propia opinión. Se puede afirmar de esta manera que el Estado no produce un beneficio social sino al revés. Ese esperpento lo que hace es retrasar al individuo en todas sus áreas de desarrollo. El Estado cercena la capacidad de pensar creativamente. El Estado mutila al individuo hasta hacerlo un guiñapo.  

El anarquismo filosófico acepta de manera provisional a ese Estado vil y abyecto como una etapa que debe ser superada. Un mal necesario en un camino que se debe seguir para llegar a una anarquía total. Lo fundamental es la autonomía individual. Porque despedazado el individuo en cualquiera de sus formas de enajenación, alienación, explotación o extravío ya no será capaz de llegar a sus máximas capacidades y valores. Será un animal menor en este mundo.

La revolución más que violenta debe ser una revolución evolutiva y segura. Debe ser un cambio profundo en el individuo. Una especie de educación tanto en los conocimientos como también en la misma sabiduría de vida.

El anarquista individualista reconoce al otro como inicio del camino dentro de la existencia. Pero afirma esa individualidad y sostiene que sin ese concepto de lo individual sería imposible el progreso. Es decir, el avance de este mundo se debe a individualidades muy fuertes que son capaces de oponerse a cualquier fuerza coercitiva por parte de otras individualidades que actúan en forma ciega.

La capacidad para otorgarse a sí mismo reglas de una forma lógica y sensata sin la intervención ni influencia del exterior. Eso también es un escudo para todas las influencias y la manipulación de los gobiernos y de los pensadores canijos.

Anarquista

Una disertación anarquista

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