Anarquista de familia ilustre

Frater Ignatius

Podemos constatar todo el tiempo que los anarquistas son personas excepcionales. En este breve recorrido por la historia oficial y no oficial del anarquismo, se comprueba una y otra vez que el pensamiento anarquista ha dado personajes realmente valiosos, inteligentes, valientes y únicos.

Eliseo Reclus nació el 15 de marzo de 1830 en Francia, muriendo en Bélgica en 1905. Al igual que Kropotkin, fue un geógrafo de renombre. También fue anarquista militante.

Comunista y teórico anarquista, también ejerció como pedagogo. Escribió muchas obras a lo largo de su vida. Fue miembro de la Federación de Jura. Participó en el periódico anarquista El Rebelde, al igual que Kropotkin. Fue geógrafo de la Universidad de Bruselas. También fundó una Universidad propia.

Es un auténtico precursor de la geografía social y de la geopolítica; de la geohistoria y de la ecología. Configuró una obra monumental de 19 volúmenes, profusamente ilustrada titulada Geografía.

Hijo de padre calvinista bastante prolífico en la prole: 14 hijos. Hermano de otro anarquista y etnógrafo Élie Reclus, de un geógrafo Onésimo Reclus, de un oficial de marina y explorador Armand Reclus, de un cirujano Paul Reclus. Un primo fundó varias escuelas en Francia.  

Podemos afirmar que Reclus era un anarquista integral. En 1882 se manifiesta abiertamente por las uniones libres. Estas uniones se van abriendo cada vez y hacen un espacio importante de la expresión obrera. Escribe precisamente Uniones libres. Emprende viajes muy largos para continuar con su profesión de geógrafo.

Cuando realiza su gran obra anarquista El Hombre y la Tierra, se convierte en todo un clásico.

Reclus sufría de angina de pecho. Empero, sigue viajando de forma febril. Es testigo de la rebelión de los rusos del acorazado Potemkin, llevado al cine por Eisenstein. Eso le brinda una alegría inigualable a su cansado corazón.

Muere el 4 de julio de 1905 cerca de la ciudad medieval de Brujas. Conforme a su última voluntad, no hay ceremonias. Solo su sobrino Paul Reclus asiste. Por su elección lo entierran en un cementerio municipal. Yace al lado de su hermano Eli.

Para finalizar con esta brevísima semblanza de un hombre sin igual, dejamos algunas de sus frases para cincelarse en piedra:

“Aquellos que mandan se depravan, aquellos que obedecen se encogen. De cualquiera de las dos partes, como tirano o como esclavo, soberano o subordinado, el hombre se empequeñece. La moral que nace de la concepción actual del Estado, de la jerarquía social siempre es corrupta”.

“Debemos ser solidarios, cuidando siempre al planeta. Intentar comprender nuestros orígenes, nuestro presente y nuestros fines comunes. Nuestro ideal en el futuro debe estar ligado al bienestar de todos. Eso es el progreso”.

En ocasiones podemos hasta escuchar las resonancias de un místico, de un hombre que ha comprendido más allá de la frivolidad y lo banal del mundo:

“La historia de un arroyo, hasta la del más pequeño que nace y se pierde entre el musgo, es la historia del infinito. Sus gotitas centellantes han atravesado el granito, la roca calcárea y la arcilla; han sido nieve sobre la cumbre del helado monte, molécula de vapor en la nube, la blanca espuma de las rizadas olas. El sol, en su carrera diaria, las ha hecho resplandecer con hermosos reflejos; la pálida luz de la luna las ha irisado de manera apenas perceptible; el rayo las ha convertido en hidrógeno y oxígeno, y luego, tras un nuevo choque, ha hecho descender en forma de lluvia esos elementos primitivos”.

Eso es la más sublime sensibilidad. Una sensibilidad también anarquista, ligada totalmente a un anarquismo o sentido ácrata de la existencia. El pensar de tal manera le confiere a la persona un grado de fuerza interna único. Siempre con su parcela entera, inamovible, fuerte e incorruptible. Lecciones para la vida, luces en el camino, faros en el trayecto de la vida.   

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