Centinela: ‘Carrancear’ en bici

Antonio González Vázquez

La avenida Carranza es, a no dudarlo, la avenida de mejor infraestructura vial y peatonal, la más bella si así se puede expresar. Sobre sus amplias aceras se puede andar plácidamente, su alumbrado es perfecto y no hay baches. Es como una isla vial en la ciudad en la que no parece haber mayor problema. Sus semáforos están bien sincronizados, los prados lucen impecables, así como su acotamiento central.

Es hábito de muchos salir a caminar y/o correr. También es ideal para pasear a las mascotas o incluso para hacer rondines en el auto, la motocicleta o la bicicleta; el termino carrancear forma parte del lenguaje capitalino.

Tuvo sus años de esplendor, pero con el surgimiento de la Zona Dorada por el rumbo de Lomas y la apertura de grandes plazas comerciales, Carranza dejó de ser punto de reunión de las nuevas generaciones.

Había también residencias y grandes fincas de adinerados y familias de “abolengo” que luego se cambiaron a los nuevos fraccionamientos privados, razón por la cual la avenida se convirtió en zona de comercio y de entretenimiento con restaurantes y bares que también empezaron a decaer.

No obstante, la avenida mantiene un sello de estatus por ser la vía más “importante” de la ciudad, especialmente en el tramo de Uresti al jardín de Tequis, que se consideraba lo más bonito pues de ahí hacia delante se decía que era la “parte fea”.

Como sea, esa avenida ha sido la favorita de gobernadores y alcaldes que han descargado en ella recursos públicos a fin de embellecerla. Nadie escapa a esa histórica tentación de llevar obra pública a Carranza.

Haga falta o no, lo importante es hacer algo en Carranza. Es como una obsesión.

El alcalde Xavier Nava Palacios también cayó en esa tentación que huele a viejo: ha intervenido la avenida para hacer una ciclovía que irá del centro a Morales, pero con límite al cruce con la calle de Terrazas; tendrá un solo sentido.

Han surgido posicionamientos a favor y en contra de la obra del Ayuntamiento capitalino, aunque parece que los contrarios son de peso. La organización Nuestro Centro reveló que resultados de una encuesta a comerciantes de la avenida Carranza, reflejaron que el 85 por ciento está en desacuerdo.

Temen que la actividad comercial se desplome y hasta desaparezca como ocurrió hace unos años en la avenida Muñoz con la construcción de puentes a desnivel. En esa arteria mejoró la vialidad a favor de los automovilistas pero aniquiló al comerció y provocó múltiples molestias a los transeúntes.

Hace unos meses, ya en plena epidemia, el alcalde Nava había ofrecido “socializar” el proyecto, pero al parecer no lo hizo dado que la resistencia se mantiene.

Si bien Nuestro Centro solicitó “se reconsidere” la obra, pues la emergencia sanitaria ya de por si tiene en vilo al comercio de la avenida Carranza, el presidente municipal de inmediato respondió que “no habrá marcha atrás”.

A decir del alcalde Nava, se trata de crear “un paseo cultural” con el que vaticina que habría una enorme derrama económica”. El dicho no ha sido respaldado por estudio alguno que explique de manera pormenorizada los presuntos beneficios de la ciclovía, no sólo para esa zona sino para la ciudad.

Para defender su proyecto de paseo cultural, Nava anunció que se harán obras (por enésima ocasión) de remodelación al jardín de Tequis.

Todas las ciudades capitales tienen sus avenidas emblemáticas a partir de su atractivo histórico, artístico, arquitectónico y cultural, por lo que resulta natural que las autoridades procuren su preservación y promoción, incluso hasta llegar al grado de la presunción.

Por ejemplo, Paseo de la Reforma (que tiene también ciclovías, pero ahí sí, dentro de un plan de movilidad urbana) en la Ciudad de México sí puede darse el lujo de presentarse como un “paseo cultural”. En su recorrido, tan solo por citar los monumentos históricos se puede admirar a La Diana Cazadora, El Ángel de la Independencia, los Monumentos a Cuauhtémoc y Colón, así como la Fuente de Petróleos Mexicanos que conmemora la expropiación petrolera de 1938.

En el “paseo cultural” de Nava lo que se puede ver en Carranza es algo más o menos así: A su derecha un magnifico OXXO y más adelante se podrá encontrar otro; al frente, Burger King y, más adelante, un bonito banco; por allá, un amplio estacionamiento y más acá un semivacío (por obsoleto) edificio para oficinas; en esta esquina, el hospital que por estos días se ha visto saturado por los enfermos de coronavirus…

Y esa larga fila de buenas personas que están ahí paradas con paciencia monacal están esperando para entrar a la sede del Infonavit y la otra fila de más allá es de las emprendedoras que llegan por su carga de zapatos y lencería para vender. Y luego, guardamos silencio porque está el velatorio del Seguro Social y en la otra acerca un antro que ya no es antro sino finca abandonada.

Ese es el prometedor paisaje urbano del “paseo cultural” del alcalde Nava y su ciclovía.

La gente espera de sus autoridades, entre otras cosas, la realización de obra pública que haga posible vivir en una ciudad digna de ser habitable. Se confía en la visión y buen juicio de esas autoridades para que al tomar decisiones sobre el ejercicio de los recursos, ser opte por el beneficio mayoritario y por atender lo más urgente, incluso aquello que angustia y agobia a la ciudadanía.

Se equivoca la autoridad municipal al emprender acciones muy menores frente a la magnitud de los problemas que enfrenta la ciudad. No está mal que se construyan ciclovías, pero eso tendría que ser en el marco de un plan integral coherente y viable.

Imponerse como quien lo hace por capricho o mero lucimiento no es un ejemplo de buena administración ni de buen gobierno.

Al advertir que “no habrás marcha atrás” a la ciclovía de Carranza, el presidente municipal envía a la sociedad un mensaje de cerrazón y arrogancia, algo que es contrario a la imagen que lo promociona como un potencial candidato a gobernador del estado.

Y como esa intención electoral está a la vista de todos, entre sus probables adversarios no se dejo pasar la oportunidad para criticar acremente al alcalde Nava. Ricardo Gallardo Cardona calificó la obra de Carranza como una “chingadera” que a su decir, solo servirá para que “se roben 15 millones de pesos”. Eso por supuesto no lo ha demostrado, pero como ya todo es política electoral, comprobar los dichos es lo de menos, lo que importa es resaltar el error del contrario.

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