Comienzan las campañas… sigue la degradación politiquera

Por Victoriano Martínez

Comenzaron las campañas electorales federales sin ninguna novedad: reciclaje de personajes impresentables como candidatos, nepotismo desde el más alto nivel con engranajes sincronizados en estructuras gubernamentales y electoral… pero, sobre todo, el juego de las caras sonrientes y las falsas promesas manipuladoras.

¿Desde cuándo la mercadotecnia política (o politiquera) ha desplazado el sentido democrático de una elección para convertir a los candidatos en mercancías cada vez más devaluadas que logran vender al electorado como si de productos chatarra se tratara?

Así como las botanas o postres chatarra se consumen por los ingredientes adictivos que suelen contener, sean dulces o salados, quienes definen las estrategias de las campañas políticas parecen haber encontrado el ingrediente que logra no sólo que los votantes acudan a las urnas, sino que lo haga votar por personajes reciclados y que desde cargos anteriores les han fallado.

Se repiten las promesas, incluso las incumplidas; se ofrece el cambio igual que en varias campañas anteriores, aunque el único cambio es que la mayoría de los candidatos ahora lo son de otro partido; se hacen discursos con lo que a los electores les gusta escuchar… y ahí asoma el ingrediente adictivo a la chatarra electorera: logran ilusionar al elector.

Una descripción sobre la forma de operar del ciclo entero de la chatarrización de las postulaciones a cargos de elección popular la presentaron en la canción “Señor Candidato”, Chuy y Néstor, en un video que volvió a circular en redes sociales.

Destaca la crudeza con la que se refieren a la razón por la que, a pesar de ser un desconocido el candidato que llega a su puerta, en cuanto les presenta la despensa que les lleva de regalo, pensar en poder dar galletas a sus hijos los hace aceptar la dádiva. “Me doblé cuando vi el de a 500… esa tarde chilló la cazuela”, describen las maniobras de manipulación y coacción.

No hay argumentos para lograr votos por convencimiento, y la estrategia de lograr el apoyo con base en dádivas se ha vuelto una estrategia permanente en la que los recursos públicos de que disponen la vuelven avasallante, como lo muestra el empate de la estructura de apoyos sociales del DIF estatal y la SEDESORE con le estructura electoral del Estado.

No es coincidencia que los titulares de esas dependencias hoy son candidatos al Senado de la República. ¿A cuántos electores a quienes le pedirán el voto ya los tienen previamente doblados?

Y así en cada elección, doblar con dádivas antes que convencer con argumentos lleva a personajes que se acostumbran a ver el erario como botín, lo mismo que traficar influencias para lograr negocios adicionales y hasta convertirse en constructores para acrecentar su saqueo. Un prototipo de estos personajes lo representa Oscar Bautista Villegas, célebre por formar parte de la ecuación corrupta.

Se trata de personajes que antes que ser reconocidos como candidatos, tendrían que ser repudiados por sus antecedentes, e incluso sancionados. Pero su permanencia en las contiendas electorales –sea por el mismo partido o por otro– lo que muestra es que no se organizan para servir, sino que se confabulan para abusar del cargo. En eso se han convertidos las selecciones internas de candidatos.

Como productos chatarra electoreros, para todos los candidatos se tendría que establecer la obligatoriedad de presentar un etiquetado frontal (como el que se usa en la comida chatarra) en el que se advierta sobre sus antecedentes: “candidato reciclado que ha pasado por N partidos”; “candidato reciclado que ha incumplido promesas N ocasiones” …

“Candidato reciclado que ha ocupado N cargos diferentes sin dar resultados”; “candidato reciclado que ha protagonizado actos de corrupción”; “candidato impuesto por un familiar en primer grado”; “candidato que como servidor público usó el erario para promoverse”; “candidato…”

¿Cuántas etiquetas frontales se le ocurren a usted que se le pueden colocar al candidato que le pedirá su voto? ¿Cuántas etiquetas frontales serán necesarias para lograr que los electores, incluso ante personajes desconocidos, pueda emitir un voto de calidad el 2 de junio?

Es del dominio público la farsa en la que los candidatos chatarra, con su promoción manipuladora, han convertido los procesos electorales, con una autoridad permisiva, en un bucle te ilusiono-me votas-te defraudo-y te vuelvo a ilusionar.

Una degradación de la política que comienza con la chatarrera politiquería electoral.

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