Comparecer ante sumisos empedernidos

Por Victoriano Martínez

El sentido de las comparecencias ante el Congreso del Estado tras la presentación del informe de gobierno está descrito claramente en la Constitución Política del Estado: formular observaciones y cuestionamientos sobre el estado que guarda la administración pública.

Quien debe comparecer, en primer término y siempre y cuando lo acuerde el Poder Ejecutivo con el Poder Legislativo, es el gobernador del Estado, de acuerdo con la fracción V del artículo 80 y la fracción XXIV del artículo 57 constitucionales.

La comparecencia de los funcionarios del gabinete es una alternativa que se volvió costumbre y está contemplada en la fracción XXV del mismo artículo 57, como atribución de la Legislatura para convocarlos.

Una costumbre de comparecencias que tuvo el sentido de buscar no exponer tanto al titular del Ejecutivo a cuestionamientos que lo pudieran poner en situaciones incómodas o en las que no pudiera dar respuestas satisfactorias.

Hasta ahora, el único gobernador que ha comparecido, en 2004, para responder a observaciones y cuestionamientos sobre el estado que guarda la administración pública fue Marcelo de los Santos Fraga, quien fue blanco de interrogantes serias, pero también de halagos ridículos: “¡Qué bien se ve señor gobernador en esa tribuna!”, le dijo el entonces diputado Manuel Medellín Milán.

Los cuestionamientos serios corrieron a cargo de los diputados Juan Ramiro Robledo Ruiz y Eduardo Martínez Benavente, con quienes De los Santos Fraga se confrontó, aunque por momentos no se sabía que le hacía pasar más mal el rato: tener que responder a las preguntas de ellos, o contralar el rubor que la causaban ridiculeces como las de Medellín Milán, que no fueron la única.

Esa costumbre de blindar al gobernador con la comparecencia de los titulares de las principales dependencias de la Administración Pública Estatal que con el paso del tiempo ha demostrado que poco tuvo que ver con que se lograran aclaraciones pertinentes sobre el contenido de los informes y, sobre todo, el estado que guarda la administración pública.

Lo único que han exhibido es la escasa vocación como representantes populares que han tenido lo diputados a lo largo de las últimas legislaturas en una espiral decadente de sumisión de quienes integran el Congreso del Estado en cada nuevo periodo.

“Esto no es un circo, es un recinto en el cual se debe de tomar con mucha responsabilidad las opiniones de todos los compañeros”, aseguró la diputada María Aranzazú Puente Bustindui, presidenta del Congreso del Estado.

¿Desde cuándo formular observaciones y cuestionamientos como ordena la Constitución se convirtió en la mera expresión de opiniones de los legisladores, como si no fueron representantes de la población?

Peor aún, ¿desde cuando las comparecencias se convirtieron en una pasarela para conocer la opinión de los funcionarios comparecientes sobre temas que nada tienen que ver con el estado que guarda la administración pública, como ocurrió con las preguntas al secretario general de gobierno?

Peor todavía más, ¿desde cuando las comparecencias se volvieron foro para hacer apologías familiares y pedir posturas personales sobre la condición de burócrata de uno de los comparecientes como ocurrió con el titular de la Secretaría de Desarrollo Económico?

Un planteamiento que no podía resultar más grotesco al ser planteado por el diputado Alejandro Leal Tovías, quien fuera secretario de Gobierno el sexenio pasado, segundo al mando en la administración que tanto ha cuestionado el gobierno actual.

Una decadencia en el sentido de las comparecencias que han pasado de la simulación condescendiente al cinismo sin miedo al ridículo.

Hacer comparecer a los principales integrantes del gabinete ha mostrado que ya no es necesario proteger al gobernador y es muy probable que se comience a ver como un espacio desperdiciado para que se rinda un culto más al mandatario en lugar de a sus colaboradores.

Quizá a 18 años de la comparecencia de Marcelo de los Santos Fraga, la posibilidad constitucional de que el Ejecutivo y el Legislativo acuerden nuevamente una comparecencia es alta. Si los diputados se deshacen en halagos con los funcionarios que representan al gobernador, ¿qué no serán capaces de hacer si a quien tuvieran enfrente fuera Ricardo Gallardo Cardona?

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