Depredación inmobiliaria, entre la Sierra de San Miguelito y El Realito

Por Victoriano Martínez

Sin duda la Sierra de San Miguelito ofrece motivos para que prácticamente todo el mundo tenga algún tipo de interés en ella, pero también es indudable que entre toda esa variedad de intereses los haya tan encontrados como, por un lado, quienes promueven su conservación y, por el otro, quienes buscan su depredación.

Toda una gama de posibilidades entre esas dos posturas en las que, como cuestión de fondo, se debate en realidad el reconocimiento de la Sierra de San Miguelito como un territorio que cuestiona la relación entre el desarrollo urbano y la naturaleza, y llama a una convivencia armónica sostenible-

La declaratoria de Área Natural Protegida plantea una relación de conservación por una conveniencia mutua de supervivencia; la depredación inmobiliaria plantea una relación de sometimiento que pierde de vista los efectos nocivos que ya se han manifestado aquí y en muchas partes del mundo y, en consecuencia, tampoco ve el daño futuro que se puede ocasionar.

La ciudad ha probado en los últimos años, cuando se han presentado lluvias, un incremento en el volumen de las inundaciones que se ha atribuido a la urbanización de las partes altas colindantes e incluso dentro de la Sierra de San Miguelito.

Un antecedente que vuelve alarmante la advertencia que hizo el pasado viernes en El Colegio de San Luis, Humberto Adán Peña Fuentes, titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) en el sentido de que, de urbanizarse la Sierra, la ciudad sufriría una catástrofe por severas inundaciones.

“Se necesita realizar la protección de las cuatro cuencas hidrológicas que proveen de agua a la ciudad de San Luis Potosí, donde la Sierra también cuenta con otras 53 microcuencas y filtraciones”, dijo Peña Fuentes.

Una contención de los escurrimientos pluviales que da cuenta de otra ventas de la no urbanización: el aporte para contar con una sustentabilidad hídrica amplia al ser las filtraciones de las corrientes de lluvia un elemento esencial en la recarga de los mantos acuíferos que, al final, representan un gran beneficio para la población.

¿A quién no le va a interesar que la Sierra de San Miguelito haya sido declarada Área Natural Protegida y como tal se le proteja de manera efectiva? Sólo quien vea en la depredación inmobiliaria una fuente de negocios multimillonarios puede perder de vista que una relación armoniosa con la naturaleza resulta sostenible y evita riesgos.

En el caso de los grandes proyectos inmobiliarios hoy frustrados parcialmente por la declaratoria de ANP Sierra de San Miguelito, impresiona que haya indicios de que los llamados barones del concreto tienen conciencia de la crisis hídrica que sus desarrollos provocarían al afectar la recarga de los mantos acuíferos.

Hay evidencia de que, al menos desde 2017, los grandes urbanizadores buscaron alternativas para el abastecimiento de agua potable a sus complejos residenciales distintas a la extracción del subsuelo, y la opción que tuvieron a la mano fue… ¡el agua de la presa El Realito!

Lo peor: Aunque sus proyectos obstruirían la recarga de los mantos acuíferos y su consecuente afectación al abastecimiento de agua a la ciudad, la Comisión Estatal del Agua puso a disposición de uno de estos proyectos inmobiliarios “la posibilidad de disponer hasta 300 Lts. volumen que el Organismo Operator “INTERAPAS” ha manifestado no utilizar”.

Jesús Alfonso Medina Salazar, titular de la CEA, firmó aquel oficio en el que incluso se señalan como puntos de entrega el tanque El Aguaje y el Tanque Cordillera, a donde llega el agua del El Realito.

Según documentos de la propia Comisión Estatal del Agua (CEA), cada uno de los tres tanques que hoy reciben agua de El Realito tienen un área de abasto que beneficia a distintos proyectos inmobiliarios y urbanizadores, hoy frustrados por la ANP, pero que aún no desisten de sus intentos por llevarlos a cabo.

Al interés de conservación de la Sierra de San Miguelito se le opone otra tan consciente del daño ecológico que provocarían, que contemplaron mitigarlo con la explotación de El Realito. La naturaleza como mero producto de explotación y al servicio del lucro desmedido y sin escrúpulos.

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