Educación sobre la salud mental, un tema pendiente

Mariana de Pablos

“Hace un poco tiempo recibí una llamada de un hombre que hablaba desde Silao, Guanajuato, para pedirme ayuda porque su hermano se quería suicidar. Me dijo que le había hablado por teléfono para decirle que se iba a aventar de un puente frente a la central camionera. Sin embargo, no podía hacer nada porque él estaba en Guanajuato y su hermano acá en San Luis. Y pues que nos lanzamos, llamamos al 911, llegó la patrulla y aunque nunca confesó que ese era su plan, matarse, tampoco se resistió mucho a la ayuda”.

Así es como Saúl Montenegro abrió el conversatorio “Hablemos del suicidio” dirigido por la psicóloga Isis Libertad Lara y el psicólogo Milton Ramos Guardiola. El evento se realizó en las instalaciones de la Comunidad Terapéutica Vista Hermosa con motivo de las pláticas de salud mental que se han llevado a cabo en este espacio con la asistencia de los integrantes de esta y otras comunidades terapéuticas.

Hablar del suicidio, aun cuando se trata de un problema de salud pública en todo el mundo, cuyas cifras aumentan año con año, sigue siendo causa de estigma, rechazo y desinformación. Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es un trastorno mental que afecta al cinco por ciento de la población adulta a nivel mundial y que puede desembocar en el suicidio.

En México, en 2021, se observaron 8 mil 447 suicidios consumados, mil 224 más que en 2019. En el caso de San Luis Potosí, durante el mismo año, se registraron 282 casos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Al día de hoy, tan solo en la Comunidad Vista Hermosa hay ocho personas sobrevivientes de suicidio, varios de ellos con más de un intento.

La cantidad de hombres y mujeres que se ven abandonadas por el sistema revela que aún queda mucho por trabajar en el tema de salud mental. Mientras tanto, como señala la psicóloga Isis Libertad, hay ciertas estrategias que podemos hacer desde la individualidad y en nuestros círculos cercanos como lo son ayudar y saber pedir ayuda, rodearse de personas y evitar el aislamiento, es decir, tejer redes de apoyo.

Según un estudio realizado por el Inegi, contar o no con redes de apoyo, se relaciona con la cantidad de días de la semana en que las personas encuestadas se sintieron deprimidas. De ello se obtuvo que, de las personas que no cuentan con redes de apoyo, 25.8 por ciento se sintió con depresión más de la mitad de la semana, 13 puntos porcentuales más que quienes declararon contar con apoyo de redes de amistades o familia.

En palabras de Isis: “Estas redes de apoyo sirven para que, en el momento dices ‘me está llegando el agua hasta acá’, créeme que van a correr y te van a auxiliar, pero ¿qué tenemos que hacer? Levantar la mano, saber medir cuándo voy a entrar en una crisis y pedir ayuda”.

Y es que, como explica el psicólogo Milton Ramos, todos podemos suicidarnos en algún momento. Señala que nadie está exento de experimentar una situación angustiante que nos puede poner en esa posición de fragilidad:

“Todos los que estamos aquí somos vulnerables a que en algún momento caigamos en estas conductas de riesgo suicida porque nadie es libre de un potencial trauma y no nos educan para enfrentar esos duelos, esas pérdidas, esos cambios”.

Isis es enfática en el problema de la falta de cultura y educación sobre la salud mental. Señala que siempre se ha hablado de este tema como si se tratara de un lujo o una opción cuando no es así. Muy por el contrario, es necesario aprender a regular las emociones desde una edad temprana y de preferencia en las propias escuelas, comenta.

Además de ayudar con el manejo de las emociones, una educación apropiada en los temas de salud mental puede reducir los potenciales riesgos de suicidio por tres cuestiones fundamentales: en primer lugar, para deshacernos de juicios, etiquetas y estigmas relacionados con las causas por las que las personas se suicidan. Como comenta Isis “creer que lo hacen para ‘llamar la atención’ es parte de estos juicios y obstaculiza la prevención de las crisis de riesgo suicida”.

Por otro lado, existe la idea de que cuando alguien se va a suicidar no avisa, sin embargo, explica Milton, “eso es un mito, existe algo que se llama ‘gestos suicidas’, sí hay avisos”. De ahí que, en segundo lugar, sea importante conocer estos gestos para identificarlos y atenderlos. Algunos de ellos son cambios de estado de ánimo recurrentes, dejar de hacer cosas que le gustaban, dejar de comer, que haga conductas de riesgo como el consumo de sustancias, manejar en estado de ebriedad, pasarse los semáforos en rojo.

Finalmente, es necesario aprender a externar las emociones y a estar presentes para las personas que nos rodean, nuestros círculos, nuestra familia, los cercanos. Explica Milton: Hay algo bien importante con las personas cercanas: a diario es cómo estás, cómo te sientes, hay algo que te pueda ayudar, hay algo que quieras que escuche y reiterarle que estamos para esa persona.

Tomar la mano de las personas a quienes queremos, si bien puede ser un reto para la gran mayoría de los mexicanos que nunca ha recibido una educación sobre su salud mental y emociones adecuada, puede hacer la diferencia entre la fina línea que divide la vida de la muerte: “Cuando una persona se hace presente, con toda la atención, se le mira, se le escucha y se le regalan palabras de amor, cuando hay esas cosas podemos hacer sentir a ese otro bien. Y también pedirlo, cuando sintamos que necesitamos esa atención del otro también no la pueden dar”, concluye Isis.

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