El modelo educativo gallardista

Por Victoriano Martínez

Entre las cosas que han caracterizado a la gallardía en su paso por la administración pública es su afán de poder ostentarse como profesionistas, es decir, poder presumir su alto cargo, pero también que cuentan con un título profesional como parte de sus méritos, así lo hayan obtenido desde el puesto que ocupan, o lo hayan tramitado con carácter urgente previo a ocupar su nombramiento.

Que Juan Carlos Torres Cedillo haya obtenido su título como Licenciado en Diseño Gráfico once días después de haber asumido la dirección del Sistema Educativo Estatal Regular (SEER), o que recibiera su cédula profesional dos semanas antes de ser nombrado secretario de Educación de Gobierno del Estado, antes que por cubrir un requisito fue para no verse mal en la SEGE sin título profesional.

Sólo de esa manera se explica la urgencia con la que tramitó su titulación después de más de 23 años de haber terminado su carrera en la Facultad del Hábitat de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), y después de un primer intento en 2016, cuando era regidor en el Ayuntamiento que encabezó Ricardo Gallardo Juárez.

Hace siete años tuvo que cursar una materia para actualizarse conforme al nuevo plan curricular de su carrera. Aunque la acreditó, por alguna razón no continuó con su trámite de titulación, y cruzó el interinato como alcalde en 2018 sin que se pusiera mucha atención a su condición de pasante actualizado.

Cuando se abrió la expectativa de ocupar la titularidad de la Secretaría de Educación de Gobierno del Estado, por voluntad personal o por condición que le pudo poner el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, a Torres Cedillo le volvió la urgencia de la titulación. En tanto la lograba, se le colocó en calidad de antesala en la dirección del SEER.

Aunque todo parecía que Ernesto Barajas Ábrego era el personaje indicado para ocupar la SEGE durante todo el sexenio, ya que incluso poco más de dos meses antes de que asumiera el cargo se difundió su titulación como Doctor en Educación, fuentes cercanas a su oficina aseguran que siempre tuvo claro que su nombramiento era temporal.

De acuerdo con esa versión, Barajas Ábrego sabía que se encontraba al frente de la SEGE sólo para esperar a que Torres Cedillo obtuviera su cédula profesional. De ahí el hecho de que haya dejado la SEGE desde los primeros días de enero y que a su sucesor se le haya nombrado formalmente 14 días después de haber obtenido su cédula.

La rapidez con la que Torres Cedillo logró realizar el trámite en la UASLP, conforme a los plazos en que se cumplen las etapas de procedimiento, se encuentra entre los más ágiles, pero dentro del rango actual. Entre el examen profesional, la firma del título, su entrega y la obtención de la cédula profesional suelen pasar de dos a cuatro meses.

Si se pretendiera argumentar que la titulación de Torres Cedillo, después de haber cursado la carrera por once años –de 1987 a 1998– y tras 23 años sin preocuparse por obtenerla es un ejemplo de perseverancia porque nunca es tarde para concluir una profesión, quizá deba considerarse que más bien muestra un afán de obtener el título por fines muy ajenos a la acreditación de competencias.

Un modelo muy poco recomendable para seguir y que resulta lamentable que se encuentre al frente de la Secretaría que como parte de su liderazgo tendría que estar encabezada por personajes cuya trayectoria diera cuenta de la forma en que se privilegia el conocimiento antes que el reconocimiento hueco.

Una actitud que está más cercana a la exhibida por los máximos líderes de la gallardía. Ricardo Gallardo Juárez, como alcalde de San Luis Potosí se dio tiempo para cursar en línea la carrera y titularse en 2017 como licenciado en Derecho por el Instituto Panamericano de Estudios Superiores Abiertos y a Distancia (IPESAD).

Un instituto que, en 2018, también expidió el título de licenciado en Derecho para Ricardo Gallardo Cardona. Un título que le llegó al hoy gobernador del Estado a pesar de que en su ficha curricular que entregó al Sistema de Información Legislativa (SIL) de la Cámara de diputados se ostentó con esa misma profesión como egresado de la Universidad del Centro de México.

Por la forma en que se obtuvieron esos títulos y la relación de las administraciones gallardistas de la capital y de Soledad de Graciano Sánchez, que favorecieron con importantes pagos al Instituto que los emitió, quedó la fundada sospecha de que se trató de títulos universitarios que coloquialmente se les califica de comprados.

Una sospecha que se viene a reforzar cuatro años después con el nombramiento de Rita Salinas Ferrari, como directora general del Colegio de Bachilleres (Cobach) luego de que fue directora del IPESAD, cual si aún se le correspondiera por las facilidades para que Gallardo Juárez y Gallardo Cardona lograran contar con sendas cédulas profesionales como licenciados en Derecho.

Un modelo muy poco académico que deja en entredicho el desempeño que se pueda tener para impulsar la educación, sobre todo si se agrega el ingrediente del tufillo de nepotismo: Torres Cedillo, el tío de la esposa del gobernador. Torres Cedillo, quien se llevó a su cuñada como directora de Servicios Administrativos al SEER.

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