El negocio de los siete pecados capitales

Los reporterillos de Astrolabio Diario Digital echamos un vistazo al pasado y en esta sección le presentamos uno de nuestros hallazgos:

Los capitales siempre buscan en qué invertir, pero no todos los negocios son bien vistos. El Heraldo del 22 de diciembre de 1959 da cuenta de uno de tantos:

Hasta Edificios se están Levantando

La Calle de Zacatecas ha Sido la Elegida por los Traficantes

Todos los preparativos se tienen hechos a efecto de invadir un rumbo habitado por familias humildes, pero honestas, con centros de vicio, pues en un amplio perímetro, comprendido en la calle de Zacatecas, entre las de Altamirano y Pedro Montoya, se tiene preparado, para su próxima inauguración, un negocio en grande de disipación mal sana.

Tal como expuso EL HERALDO en su anterior edición, al parecer la llamada “Zona de Tolerancia”, de la Colonia Centenario, sobrevendrá una dispersión de centros de vicio a todos los ámbitos de la ciudad, cuya apertura contará, según se asegura, con la licencia de la Oficina Federal de Hacienda y posiblemente de Giros Mercantiles, al disfrazar esos antros como cantinas.

Mientras tanto, todas las familias de ese amplio sector de la ciudad, situado al noreste del centro y donde funcionan factorías que aun cuando humildes prodigan el sustento a infinidad de familias con un considerable número de hijos: (fábricas de rebozos, de cobijas, curtidurías, etcétera), se lamentan de que en un futuro ya inmediato, se verán rodeados de establecimientos cuyo negocio lo constituyen los centros donde se comercia con el vicio y se fomenta toda degradación moral.

Cuantiosas inversiones se están poniendo en juego por parte de conocedores de este tipo de negocios donde afloran los siete pecados capitales, para lograr grandes realizaciones en ese campo donde la deshonestidad en las mujeres que, sin el más rudimentario sentido de pudor muestran sus desnudeces, provocando la expectación entre la población infantil y el escándalo entre los mayores.

Reformas radicales a construcciones antiguas, para transformarlas en locales apropiados donde pueda habitar un considerable número de mujeres de las que agostan su juventud en esos antros que terminan con el tiempo en ser verdaderos campamentos de la infamia.

Inusitada actividad se observa a determinadas horas del día de parte de trabajadores de la construcción dedicados a concluir la obra que dará cabida a los aficionados en correr aventuras, cuyas escenas son reproducidas, con su más descarada desfachatez, en folletines policiacos, preferidos por los amantes de la llamada literatura de sabor áspero.

AUGE EN LA VENTA DE BEBIDAS EMBRIAGANTES

Al parecer, con todos los preparativos que se están llevando a cabo, los negociantes en estas empresas a todas luces inmorales, toman ya sus posiciones, pues frente a la finca que está siendo acondicionada en forma, existe un expendio ya de bebidas embriagantes que es de la propiedad de una mujer de nombre Leonor de la Vega.

La casa que está próxima a inaugurarse estará regenteada por una mujer de nombre Clementina Romero, propietaria actualmente de otra que lleva su nombre por la calle de Lanzagorta. Cuenta con una extensión inmensa, donde se instalará estacionamiento privado de vehículos, salones y habitaciones para distintos usos, bar, etcétera.

A medida que se introducen medidas en esta casa, aumenta la angustia del vecindario, pues aminora el tiempo para que se llegue el momento en que suntuosamente, con invitados especiales, se lleve a cabo la inauguración del flamante establecimiento apropiado especialmente para inmorales disipaciones.

Los mismos vecinos, al reconocer al fotógrafo de EL HERALDO, fueron a él para manifestar su desaprobación más enérgica por permitir las autoridades el funcionamiento de dicho establecimiento que se significará como centro de escándalo y vergüenza para ellos.

 

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