Gallardo Cardona: entre la ambición y la desesperación

El siguiente texto es un fragmento de la columna de opinión: Transición. Léelo completo haciendo clic aquí.

Alejandro Rubín de Celis

La ambición de Ricardo Gallardo Cardona por llegar a la gubernatura de San Luis Potosí parece no tener límites. Con tal de obtener el apoyo del Partido del Trabajo (PT) le ha ofrecido las perlas de la virgen: 50 por ciento de diputaciones locales, 50 por ciento de alcaldías y 50 por ciento de las carteras de la administración pública estatal. Y es que, sabe bien que, en caso de alcanzar la gubernatura será el mandamás de todos los funcionarios, independientemente del partido que vengan y, como lo han hecho todos los gobernadores, controlaría al Congreso del Estado y una parte de los alcaldes.

Gallardo Sabe que al no contar con el apoyo de Morena en San Luis Potosí ─aunque sí lo tenga por parte del dirigente nacional de ese partido, Mario Delgado─ sus posibilidades de triunfo se reducen, pues está claro que en lugar de haber dos candidatos fuertes habrá tres: el que salga de la coalición Sí por San Luis ─compuesta por PAN, PRI, PRD y PCP─, el abanderado de Morena, y él.

En el fondo, el diputado federal con licencia tiene claro que aún cuando las encuestas le favorezcan en este momento, todavía faltan cinco meses para la jornada electoral, tiempo durante el cual las campañas de sus oponentes seguramente los pondrán en mejores condiciones de competencia y más teniendo tantos elementos para acabar de desprestigiarlo dados sus antecedentes de corrupción ─entre ellos el desvió de 209 millones de pesos de la alcaldía de Soledad─, su ya conocida estrategia de comprar votos, la sanción que le ha impuesto el tribunal electoral federal por promoción personalizada en tiempos de pandemia, las dos denuncias que pesan sobre él ante la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, y dado el enorme desprestigio que se ganó a pulso su padre, Ricardo Gallardo Juárez, como alcalde de la capital.

Todos esos elementos y más serán usados en campaña por sus oponentes y seguramente le provocarán un gran desgaste que se traducirá en menos votos para su causa y en una competencia más cerrada.

Ya confirmado por la diputada local del PT, Paola Arreola, la dirigencia nacional de su partido ha amarrado la alianza con el Partido Verde y con Gallardo para ir juntos por la gubernatura del Estado.

Nada menos que el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, fue quien operó ─vergonzosamente para los militantes y simpatizantes de ese partido─,  para que al menos el  Partido Nueva Alianza (Panal) y el PT se aliaran con el Partido Verde, pero seguramente ni así le alcanzará al pollo Gallardo, pues además el Panal acaba de abandonar la coalición tripartita que se había acordado.

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