Historias Paralelas: Silenciosos y eficientes

Octavio César Mendoza

El poder es una cima que se alcanza al construir una escalera cuyos peldaños son la ambición, el deseo de trascender, la voluntad de ser, el respaldo social, y el trabajo en equipo. Quien entiende esto, entiende todo lo necesario para llegar a la cúspide.

Desde que un liderazgo asoma la cabeza para buscar el poder, se reúnen en torno a él diversos personajes que influyen en su toma de decisiones. Sin un equipo de trabajo sólido, no existe viabilidad segura para afianzar el mando, incluso si por diversas circunstancias se logra triunfar en una elección -ese “one hit wonder” de algunos cuya mayor virtud es la suerte, más que la capacidad o el trabajo. Son los que llegan de rebote y se desinflan rápidamente.

General que gana una batalla y abandona a su ejército, está condenado al fracaso en la siguiente guerra. Los futuros más prometedores se vuelven los fiascos más grandes cuando a quien gobierna lo gobierna la soberbia, el descuido o la frivolidad.

Por ello sucede que muchos gobernantes se debilitan al lograr el objetivo, que se vuelve pasional: una vez satisfechos sus deseos, tiran la toalla. Y por lo contrario, otros pocos se sostienen en la simpatía de sus electores al expandir sus redes de poder delegando funciones y administrando recursos, ejerciendo influencia en todos los ámbitos, desarrollando estrategias para retener el trono. Estos últimos son los que saben que su periplo de popularidad se puede extender más allá de los momentos inerciales como lo son una elección o una toma de protesta.

Ser y permanecer requiere de contar con tropas que se sienten motivadas a dar lo mejor de sí mismas, evitando la división e impidiendo la fractura. Cierran filas no sólo en torno a un líder, sino también en torno a un proyecto de futuro.

El secreto radica en rodearse no sólo de los mejores, sino también de los leales, de los eficientes, de los creativos, de los enamorados de un proyecto que se convierte en un proceso histórico. Quien se blinda con esta armadura, avanza en la batalla cotidiana del ejercicio del poder con mayor confianza. Así se erigen los imperios, y su expansión se da en la medida que siempre hay territorios por conquistar.

En el caso del Gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, es evidente que su liderazgo se encuentra apuntalado en un equipo de colaboradores cercanos que comprenden que el fortalecimiento de su figura es la base de su presencia en el gabinete. Están enfocados en la misión de incrementar la popularidad de su jefe, porque también lo consideran un amigo, un hombre cuyos valores los inspiran, un ejemplo de visión de futuro y un personaje histórico del cual se anhela estar cerca. Cada uno, en su posición, es parte fundamental de una maquinaria bien aceitada y bien calibrada. Ningún engrane es producto del azar.

Cuando al interior del gabinete de “El Pollo” se habla de él, se hace con admiración, con respeto, con agradecimiento, y también con cariño. No existe un elemento que no quiera mostrar su lealtad, su entrega al trabajo y su convicción en aquello que él espera de cada uno. La pelea por la atención y el reconocimiento del número uno es una necesidad de todos; sin embargo existen los silenciosos, los que trabajan sin hacer ruido y cuyo discurso es el resultado.

Todos los gallardistas vienen de batallas personales, políticas y sociales que los han forjado como soldados de un movimiento que se ha apoderado de las emociones de sus gobernados. Todos son parte de una narrativa épica que sigue sumando adeptos cada día, desde que Ricardo Gallardo Juárez inició ese movimiento que continuó Ricardo Gallardo Cardona. Se han ganado un lugar por el respeto, la disciplina y la capacidad.

Así es como es posible observar que incluso algunas y algunos opositores buscan la foto con el líder y con sus funcionarios, con el afán de hacerle saber a la Gallardía que están de su lado. Hoy en día, nadie quiere ser adversario de Ricardo Gallardo Cardona ni de los miembros de su gabinete. Hoy en día, el carisma de “El Pollo” seduce hasta a sus críticos más férreos, y su gabinete despierta celo, envidia y hasta malquerencia.

Hoy por hoy, Gallardo ha ganado el terreno de los medios de comunicación, de los poderes fácticos, y de las calles y comunidades, trabajando con su equipo en una campaña permanente. Él no tiene rival a vencer, más que el tiempo que está corriendo de forma vertiginosa por lo mucho que se está gestionando.

Por eso es importante hacer notar que los más silenciosos trabajadores de su proyecto, se dedican a ver por él y no por ellos. ¿Ejemplos?

Guadalupe Torres, secretario general de Gobierno, trabaja con una dedicación y una constancia tan efectivas que no le hace ruido a su jefe. Él resuelve, corrige, instruye; pero no escucha el canto de las sirenas que le dicen que debe buscar ser el relevo de su agradecido amigo, aunque es obvio que lo puede ser. Para él, lo fundamental es la gobernabilidad, la transformación del Gobierno, la consolidación de su líder para que la Herencia Maldita no pueda regresar al Palacio de Gobierno. En cada movimiento suyo, se percibe un don de mando que lo hace ver como un teniente coronel que sabe que la batalla es permanente y no hay tregua.

Para Guadalupe no hay día de descanso, ni distracción de su función, ni reto que no pueda y deba ser atendido con esmero y eficacia. Lo suyo es trabajar con toda su capacidad, y entregar cuentas con absoluta claridad. Ni se marea, ni se desequilibra, y tampoco está pensando a quién perjudicar para llegar al 2027 como posible sucesor de Ricardo Gallardo Cardona. Es más: si el deseo de este último es ir más allá de lo que ya ha logrado, Guadalupe será uno de los más entusiastas estrategas de su jefe. Lo va a seguir hasta donde llegue, porque para eso están los amigos.

Otro de estos personajes que quieren ver a “El pollo” en todo lo alto, que hace día y noche una labor inacabable de promoción de las virtudes del número uno, que más que agradecido se siente afortunado de ocupar el importante lugar que le fue concedido por su inteligencia y entrega, es Gerardo Zapata, Coordinador de Comunicación Social.

Para él, Gallardo debe ser Presidente de México, sí o sí. De ahí que su sagaz inteligencia lo lleve a pensar todo el tiempo en la forma de proyectar a su jefe como un superhéroe, un salvador del pueblo, un antes y un después de la historia civil de San Luis Potosí. Para Gerardo Zapata, la mayor virtud del Gobernador es haber roto una inercia histórica de mandatarios sin pasión, ajenos a la realidad que vive el pueblo. Su elaboración de cada proyecto que dé lustro a su jefe es precisa, puntual, objetiva y eficiente. Es de esos hombres que saben sumar talentos e inteligencias, y que tiene la sonrisa de quien se siente feliz de acompañar a su amigo en el camino hacia la trascendencia.

Lo mismo ocurre con Ignacio Segura Morquecho, titular de Desarrollo Social, quien se mantiene al margen de los reflectores, pues sabe que su jefe es quien debe brillar. De forma diligente, conduce la política social en favor de los más pobres sin hacer aspavientos, sin abrir la puerta a la adulación de sus porristas que ya hasta le andan haciendo marketing de campaña. Como los anteriores, comprende que un liderazgo como el de “El pollo” se da con cada cambio de Papa, y él es muy afortunado de estar ahí. La vida le ha dado mucho más de lo que soñó.

Piano-pianito, y a pesar de tanta crítica, la secretaria de Cultura Elizabeth Torres Méndez, el oficial mayor Noé Lara, y el fiscal general José Luis Contreras, se mantienen fieles a su amigo, por quien profesan una admiración como pocos lo hacen. Para ella y para ellos, el Gobernador es un ídolo de las masas, y ella y ellos un soldado de primera línea que se mueren donde él les diga.

Así tenemos también a Daniel Acosta Díaz de León, secretario de Salud; a Juan Carlos Torres Cedillo, secretario de Educación; a Isabel Leticia Vargas Tinajero, secretaria de Obras Públicas; a Lilia Malvido Flores, directora del SIFIDE, y a Jesús Salvador González Martínez, secretario de Finanzas, que se dedican exclusivamente a cumplir lo que exige el Gobernador, sin aspavientos, sin peros, sin excusas.

Cada uno de ellos está profundamente comprometido con Ricardo, porque también se consideran parte de un proceso histórico de cambio. Incluso Patricia Véliz, secretaria de Turismo y Valladares Eichelman, secretario de Desarrollo Económico y ambos de personalidad magnética, han sabido mantener el prudente silencio.

Entre los que son hechos y no palabras, hay que incluir a Luis Antonio Zamudio, director de la Fenapo, que simplemente habla con acciones de su entrega y lealtad al proyecto gallardista. Esta es la mejor Feria de la historia de nuestro Estado, sin duda.

Y no es que no haya algo que resaltar de los demás integrantes del gabinete; pero como en todo, hay detalles que les ha empañado el parabrisas. Están viendo y no ven que el Gobernador va diez pasos adelante, inicia su jornada antes de que amanezca hasta mucho tiempo después de que anochezca. Parece estar en todos lados. Debido a que él sí quería ser Gobernador, sabe que el tiempo es oro y que gestionar el salto cuántico de San Luis Potosí requiere de entrega y pasión absolutas.

Sin aludir a nadie, en las encuestas existen dos temas que pegan en la popularidad del Gobernador potosino: la inseguridad y la economía. La percepción es la madre del posicionamiento de un líder, y en ese sentido estos temas son los que requieren ser reforzados a partir del segundo año de Gobierno de Ricardo Gallardo Cardona en todos los sectores productivos como lo son el Desarrollo Agropecuario, el Turismo, la Inversión Extranjera Directa, la instalación de grandes empresas, el comercio global y nacional y hasta la Artesanía; pero eso requiere de asesoría, más que de cambios.

Roma no se hizo en un año, y tampoco este Potosí tan lleno de potencialidades va a despertar de golpe de su modorra causada por doce años de ineptitud y frivolidad. No imagino lo que hubiera pasado si llegaba a ganar el decente Octavio Pedroza, severo aprendiz de los modos de un Alejandro Zapata, digno heredero de las ruinas del Partido Acción Nacional. Bendita democracia que no fue así, y qué lamentable que en su momento le hayan robado el triunfo a Sonia Mendoza, hoy aliada del Gallardismo, con su participación.

Para que la cuña apriete, tal vez este sea el momento de tomar la decisión de incorporar a un grupo de asesores que comprendan la visión de futuro del titular del Poder Ejecutivo, pero que sean convencidos defensores de las causas populares, para que se generen las estrategias y se proyecten las políticas públicas más adecuadas para impulsar el desarrollo de San Luis Potosí en materia económica: lo que salva más vidas suele ser un empleo. Después de todo, quienes coincidimos con el ideal de grandeza del Gobernador, sabemos también que entre más inteligencias se sumen, mayores serán los beneficios de la función gubernamental. Y Ricardo ya dio señales de reconocer esa necesidad al conjuntar a los empresarios en torno a lo que se debe hacer en términos de obra pública; pero hay que fortalecer todas las áreas de Gobierno, y para cada una de ellas hay quienes tienen la alforja cargada de ideas.

Gallardo lo sabe: ha tenido el arranque de Gobierno más intenso y espectacular de la historia, y ya está instalado como uno de los tres grandes gobernadores de San Luis Potosí, con Carlos Jonguitud Barrios, Marcelo de los Santos Fraga y él. Para escalar por encima de estos dos, necesita contar con mentes frescas que sepan traducir en acciones trascendentes lo que él desea dejar como legado de su paso por el poder; paso que ya va dejando huella profunda en la sociedad. Vamos: hasta sus críticos más acérrimos y leales le conceden el beneficio de la duda fundamental: ¿Hasta dónde puede llegar de seguir así? Hacen falta que se sumen todas las voluntades, y entre más silenciosas y menos protagónicas, mejor. Su inteligencia es lo que cuenta.

En una de esas, la reelección de gobernador se convierte en tema de reforma electoral, si se involucra a más y más sociedad intelectual y experta en la dinámica gubernamental. Hay que pensar en esa posibilidad; así como en la que intuitivamente dice que, de seguir así, Ricardo Gallardo Cardona podría aspirar a ser Presidente de México. Para eso faltará mucho, o poco, pues todo depende de que siga teniendo un equipo de trabajo que crea, como él cuando era niño y soñaba con ser Gobernador, que todo es posible si se trabaja con entera disposición y con plena convicción de que los sueños, una vez que se cumplen, son sólo los cimientos de otras posibles realidades.

Y eso lo intuye él, lo piensa el pueblo, lo temen los opositores. Por eso mejor estar del lado del enemigo que sabe volverse amigo, que pararse escuálidamente frente a una maquinaria electoral que ya está dejando atrás la posibilidad de que la Herencia Maldita se atreva a pensar que algún día volverán al poder. Por eso se están peleando entre sí en sus meandros.

Para llegarle a los talones a “El Pollo”, se necesita que la gente olvide los agravios, los abusos, la corrupción y la petulancia de los que se sienten superiores a los demás, aunque ahora no hayan cómo convencer al electorado de que confíen en ellos. Y menos si ellos se encargaron de dinamitar sus bases sociales, y ahora se quejan de que en San Luis Potosí no hay forma de vencer a “El pollo”, que no se vale hacer tanto por la gente, que ellos ya iban a hacer bien las cosas. Ridículos.

Y de verdad, ojalá que ni siquiera se vayan a pelear entre ellos para obtener una diputación plurinominal, como suelen hacerlo, o para mantener o hacerse de un ayuntamiento donde no saben hacer otra cosa que corajes, grillas, parafernalia y osos. Ahí están saliendo de las oficinas del Palacio grande después de pedir que acomoden en la nómina a sus amigos y parientes. Ya se resignaron a que la miel sobre las hojuelas se ha terminado.

Les esperan 18 años de presencia testimonial, si es que por alguna razón los ilumina Dios y deciden, por fin, devolver al pueblo sus marcas políticas. Quisiera vivir para ver eso.

Por mientras, el presente es verde, y a “El pollo” no hay quien le pique la cresta. Por eso, en cuanto concluya la evaluación de su equipo de trabajo, es probable que ya se esté corrigiendo lo que no iba de maravilla desde antes de que este humilde servidor tomara la pluma para decir: detrás de un buen Gobernador, hay buenas inteligencias. Silenciosas. Productivas. Comprometidas. Serias.

Nació en San Luis Potosí en 1974. Ganó el Premio Nacional de la Juventud en Artes en 1995 y el Premio 20 de Noviembre en 1998 y 2010. Ha publicado siete libros de poesía y uno de cuento. Fundador de las revistas Caja Curva y CECA, también colaboró en Día Siete, Tierra Adentro, entre otras. Asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, siendo él presidente municipal, gobernador y director de Casa de Moneda de México. Actualmente es director de Publicaciones y Literatura de la Secretaría de Cultura, y también dirige la Casa del Poeta Ramón López Velarde y la Editorial Ponciano Arriaga.

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