La huelga de los bomberos

Por Victoriano Martínez

Si algo ha quedado en evidencia en las últimas semanas son las condiciones tan desfavorables en las que opera el Cuerpo de Bomberos, a quienes se les reconoce como héroes cual si fueran todo poderosos que no necesitan apoyo de ningún tipo.

Héroes voluntarios a quienes, porque se les ve esa condición, se les considera tan dispuestos al sacrificio a favor del prójimo, que los riesgos a los que se enfrentan son considerados como parte de una vocación prácticamente autosostenible.

Tan voluntaria resulta la participación de los bomberos, que su sostenimiento –tanto de equipo, de capacitación, de remuneraciones al personal– tiene que provenir de aportaciones con esa misma característica, con campañas de colecta pública incluidas.

La muerte de Carlos Eduardo Abad Altamirano en plenas labores de combate a un incendio, las multas aplicadas al conductor de un camión de bomberos por pasarse un alto cuando acudían a una emergencia, la desatención del alcalde Enrique Galindo Ceballos ante ese caso tan inverosímil, son tres muestras recientes de las condiciones adversas en las que trabajan.

Tres señales que además exhiben el tipo de vulnerabilidades ante las que la sociedad y, de manera más grave, las autoridades no actúan en consecuencia, además de que se ven agravadas con dos aspectos adicionales: trabajar sin contar con un seguro de vida a pesar de ser una actividad de alto riesgo, y enfrentar condiciones salariales adversas.

Son héroes, sí, porque a pesar de todas esas adversidades, su llamado a reivindicar sus derechos (incluido el derecho de huelga) lo hacen con medidas simbólicas y sin dejar desprotegida a la sociedad de la atención a los siniestros que nunca faltan.

Los bomberos están en huelga, pero sus actos heroicos no. Demandan contar con seguro de vida (indemnización a la familia de Abad Altamirano, bombero recién caído) y con un aumento salarial. Nada excesivo.

Demandas que se topan con la falta de certeza tanto en los ingresos para su sostenimiento como en la organización y administración de los recursos con que cuenta, por la poca claridad en la forma de operar de su Patronato que, entre otras cosas, dejó sin cubrir las pólizas de los seguros de vida.

“Han disminuido mucho las participaciones, tanto de las autoridades como de la iniciativa privada, y eso nos lleva a enfrentar una situación conflictiva, pues se trata de trabajar con el poco dinero que se tiene”, reveló Adolfo Benavente Duque, comandante del Heroico Cuerpo de Bomberos.

Penurias injustificadas que muestran el contraste entre la buena voluntad de los integrantes del Cuerpo de Bomberos para atender conflagraciones y la poca disposición de las autoridades para corresponderles a nombre de la sociedad que representan, para la que trabajan y a la que están obligados a garantizar todo tipo de seguridad.

Los bomberos son voluntarios y eso los vuelve vulnerables a ser utilizados para aparentar actos altruistas con recursos ajenos, como lo acaba de hacer Galindo Ceballos al presumir que les ha entregado recursos públicos, como si no fuera su obligación, sobre todo los recaudados para ese fin en los parquímetros.

Caravanas con erario ajeno antes que un compromiso real que se reflejara en la promoción de medidas de fondo que contribuyan a que el Cuerpo de Bomberos cuente con la garantía de un sostenimiento digno para quienes lo integran.

Al menos en cuatro entidades de la República ya se tomaron medidas en ese sentido desde el aspecto legislativo que garantizan a los bomberos contar con presupuesto, una estructura organizacional y mecanismos de promoción de apoyos desde la propia sociedad.

La primera entidad que creó la Ley del Heroico Cuerpo de Bomberos fue el entonces Distrito Federal en 1998, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano era jefe de gobierno. Veinte años después aparecieron las leyes “de los Cuerpos de Bomberos” de Veracruz en 2018, del Estado de México en 2021 y de Chihuahua en 2022.

En otros estados ya han en sus congresos locales iniciativas para crear sus propias leyes, por lo que sorprende que, en el Congreso del Estado potosino, muy dado a generar leyes por la vía copiar-pegar, no haya aparecido una iniciativa similar.

 

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