La indígena y el Presidente

 

Por: Antonio González Vázquez.

 

Hoy se celebra el Día Mundial de las Poblaciones Indígenas y los indígenas potosinos tienen poco o nada que celebrar: El 76 por ciento de ellos viven en condiciones de pobreza y de creciente vulnerabilidad. Solo cuando el o la indígena pueden servir de adorno, es que el gobierno se acuerda de ellos, como lo muestra la imagen de la pasada visita del presidente Enrique Peña Nieto a San Luis Potosí. Ahí le dijeron que se sentara y ahí se sentó. Iba a escuchar al presidente hablar de progreso y de justicia social, pero hoy se celebra el Día Mundial de las Poblaciones Indígenas y en San Luis Potosí, ocho de cada diez de ellos tienen ingresos económicos por debajo de la línea mínima de bienestar. El presidente habla de un país grande y a sus espaldas lo escucha una anciana indígena que no tiene suficiente para comer porque seis de cada diez indígenas en San Luis Potosí no tienen para adquirir una canasta básica de alimentos con costo de mil 334 pesos. Ahí está ella, con toda una historia de dignidad aflorándole en su enorme presencia y delante, un presidente que habla y habla y habla de un México distinto al que prometió hace cuatro años. Es su mirada lejana, la de ella, la de una mujer indígena que ha visto pasar seguramente a muchos políticos que se han tomado fotos con ella, que la han abrazado y le han puesto un beso en la mejilla para sacar la imagen en los periódicos. Ahí permaneció sentada durante el discurso presidencial y hoy es el Día Mundial de las Poblaciones Indígenas, pero Aquismón y Santa Catarina, dos municipios indígenas potosinos están entre los cien municipios más marginados de la nación. Ahí, sentada pero tan vez ausente ante el discurso de un presidente que se compró un avión de 2 mil 952 millones de pesos para viajar por todo el mundo sin molestas escalas, mientras que en San Luis Potosí un indígena tiene un ingreso salarial de apenas mil 447 pesos. Ahí la llevaron, para que se sentara entre los principales, tener el honor de estar a lado del presidente y del gobernador y de tan altos funcionarios federales. Y la llevaron vestida para la ocasión, con la miserable intención de convertirla en un objeto de adorno, un objeto folclórico puesto que los miserables del gobierno dicen es que el presidente va a la Huasteca, pues entonces hay que ponerle a un indígena para dar al evento ambiente y color. Es Día Mundial de las Poblaciones Indígenas y en México ocho de cada diez hogares viven en pobreza, pero cuatro de cada diez sobreviven en condiciones de extrema pobreza, es decir, en la miseria. Lo indignante es que el gobierno en todos sus niveles, empezando por el presidente de la república, continúe utilizando la imagen noble del indígena como un objeto de decoración. La imagen es más que elocuente y es además, una muestra más de la simulación e hipocresía de los que están en el poder. Solo el cinco por ciento de la población indígena nacional no es pobre ni vulnerable, lo cual es por demás deprimente y ofensivo. Es el Día Mundial de las Poblaciones Indígenas, de los más pobres entre los pobres y por ello, los más susceptibles al uso y la manipulación del gobierno y los partidos políticos. Si algún día ha de haber justicia, que sea para ellos, para los indígenas, los olvidados que son origen nuestro.

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