La ingeniosa calculadora Curta

Frater Ignatius

Este impresionante ingenio mecánico fue la primera calculadora comercial con gran éxito. Se desarrolló en un pequeño país alpino, impulsado por un príncipe tras una historia increíble. 

Un judío de origen austriaco llamado Curt Herzstark, fuerte de corazón, como lo señala su propio apellido, concibió el aparato en el mortífero campo de Buchenwald. Había parado en ese lugar, debido a que fue acusado de “ayudar a judíos” y de mantener ciertas relaciones con mujeres arias. Los conocimientos técnicos que poseía adquirieron tal fama, que llegaron a oídos de los altos mandos de los nazis y le solicitaron fabricar una calculadora para dársela de regalo al mismísimo Fuhrer al finalizar la guerra.

La Curta era capaz de realizar las operaciones fundamentales de la aritmética. Fue diseñada tomando en cuenta el aritmómetro del genial Leibniz. Liechtenstein fue el lugar en donde trabajó bajo el auspicio del príncipe. En el año de 1948 se fabricaron las primeras piezas. A partir de ese año y hasta inicios de los años setenta, estos novedosos aparatos se utilizaron para calcular en distintos campos del conocimiento. Luego, con la llegada de las calculadoras electrónicas, popularizadas por la Texas Instruments, las maravillas mecánicas dejaron de producirse después de una fama bien ganada. Se fabricaron más de 140000 Curtas y hoy son piezas de colección bastante caras y no se consiguen fácilmente.

Los grandes astrónomos como Kepler o Galileo, incluso Newton o Kelvin, se quejaban de que las operaciones aritméticas les quitaban tiempo. Ellos soñaban con una calculadora mecánica que pudiera realizar los cálculos en menor tiempo. También que dispusiera de lectura digital y una memoria para poder rescatar los datos. La interfaz debería ser sencilla y fácil de operar. Hasta 1947 no hubo este dispositivo. Desde ese entonces las mejores calculadoras venían de Liechtenstein.

La calculadora Curta está considerada como el ingenio más impresionante en su campo de todos los tiempos. Evidentemente, supera la genial calculadora mecánica del filósofo y matemático Gottfried Leibniz, la cual se quedaba corta al intentar realizar cálculos en sucesión y no era capaz de conservar en la memoria un resultado parcial. No obstante, debemos decir que la calculadora mecánica de Leibniz guardando proporciones, rivaliza con la Curta en muchos sentidos.

Es interesante observar que el padre de la numeración binaria, tenga una relación estrecha con toda la revolución digital que iba a llegar como avalancha en el futuro.

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