La inseguridad se percibe, su combate se demuestra

Por Victoriano Martínez

El de la inseguridad es un tema de percepción, y cualquier gobierno que pretenda combatirla por la vía de pretender ser percibido como una autoridad efectiva “para devolver la paz y la tranquilidad” con “acciones de bienestar social” que complementan su estrategia se equivoca porque la seguridad no se garantiza con una buena imagen, sino con la reducción al mínimo de los índices delictivos.

Desde que la política enfermó de mala mercadotecnia, la politiquería ha confundido la resolución de los asuntos públicos con hacer creer a la población que se avanza en las soluciones, sin importarles que se gaste más en lograr ese engaño que en efectivamente atenderlos.

El caso más patético, y que más golpes de realidad le da a esos políticos desenfocados de su función, es la inseguridad. Esta semana arrancó con una exhibición de ese alto contraste.

El lunes, el gobierno estatal presumió una reunión con funcionarios federales encabezados por Adán Augusto López Hernández, Secretario de Gobernación, y Rosa Icela Rodríguez Velázquez, Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, cual si su sola presencia impactara en una reducción en los hechos delictivos.

“Los funcionarios federales reconocieron el esfuerzo del Gobierno potosino para devolver la paz y la tranquilidad a las familias potosinas a través de la estrategia integral de seguridad que se realiza en San Luis Potosí, como la creación de la Guardia Civil Estatal, los operativos de disuasión y de combate frontal a grupos delictivos y las acciones de bienestar social, cultural, educativo, deportivo y de salud en beneficio de la niñez y juventud que complementan dicha estrategia”, dice el comunicado.

¿De qué le sirve ese reconocimiento a los familiares de Alejandro Leija “Parchís”, asesinado en la colonia Valle Dorado la noche del pasado domingo por un grupo de hombres que exigían ser abastecidos de agua? ¿O a los del policía Gustavo de la Rosa González, asesinado en un ataque de un grupo armado en la carretera 57?

¿En qué ayuda ese reconocimiento para disminuir el miedo entre la población ante la acumulación de alertas de búsqueda de personas desaparecidas, relevantes o no, presuntamente resueltas y obligadamente vueltas a activar?

Un boletín impulsado en medios como gacetilla muy poco impacto puede lograr para que se perciba un estado menos inseguro y, en cambio, cuatro asesinatos (entre ellos el de un policía de la Guardia Nacional), y hasta la circulación de un video de un funcionario de la SCT que angustiosamente pide auxilio mientras los delincuentes lo atacan, impactan mucho más para infundir temor.

Peor. Un comando armado tomó las calles del centro de Tamazunchale y pocas horas después un hombre fue asesinado en el puente de acceso a esa ciudad. Provocó que se suspendieran clases en el municipio. Un temor paralizante ante el que la autoridad reacciona con un llamado a volver a las aulas con tan solo la afirmación de “reiterar el compromiso con su seguridad y tranquilidad”.

¿De qué sirve que los funcionarios federales reconozcan las estrategias de bienestar que acompañan la estrategia de seguridad si son simplemente una estrategia de burda mercadotecnia politiquera para promocionar una imagen de benefactor, cuando anuncia un presupuesto que a duras penas alcanza para atender al 3 por ciento de los presuntos beneficiarios?

Gallardo Cardona anunció 200 millones de pesos este año para entregar becas económicas a madres solteras y adultos mayores.

Sin contar el impreciso número de madres solteras, el INEGI estima que hay en el estado más de 361 mil personas adultas mayores. Con 200 millones de pesos en un año se pueden entregar apoyos bimestrales a 11 mil 111 personas, es decir, al 3.07 por ciento de los adultos mayores.

Nomás le faltan 6 mil 298 millones de pesos para atender a todos los adultos mayores. ¿Y para las madres solteras?

Si con propaganda no se puede combatir la percepción de inseguridad, cumplir en un porcentaje tan mínimo sus promesas puede generar una buena imagen mediática, pero tampoco cambia la realidad.

Quizá la mayor arma que tiene la delincuencia es que las atrocidades que comete tienen un impacto inmediato en la percepción de inseguridad y pretender combatir eso sólo con proyección de imagen es pretender tapar el sol con un dedo…

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