La mente, mejor arma contra el sobrepeso

 

Ciudad de México (21 de junio de 2016).- Ansiedad, estrés, euforia, tristeza o simplemente aburrimiento son para algunas personas los motivos que les empujan a comer demasiado. En este sentido, Diego de Olmedilla creador del método Thinking, precisa que el sobrepeso no responde a un hambre de tipo físico sino emocional y, por lo tanto, para combatirlo hay que prestar más atención a la mente.

De Olmedilla afirma que la nutrición aborda una parte del problema, pero insiste en la necesidad de atacar al sobrepeso desde varios frentes. Así, explica que su sistema, que creó a partir de su propia experiencia, “se basa en la medicina, pues el sobrepeso es un problema de salud; en la psicología, pues es un problema emocional; en la nutrición, pues es un problema de alimentación; en el coaching y el mindfulness y, por supuesto, en el ejercicio físico”.

Este método nace de la lucha de Diego contra el sobrepeso. “No había manera de que funcionase nada. Me decían ‘coma usted menos’, y yo me preguntaba ‘¿cómo se hace eso?’. Lo sabía todo sobre comida, ejercicios… Pero no podía parar de comer. Por eso llegué a la conclusión de que era un adicto”, explica.

Su primer libro Adelgaza con el método Thinking narra la batalla de su autor contra los kilos de más. En cambio, el segundo, titulado ¿Cuántas calorías cuesta la felicidad?, relata las historias de otras personas que han utilizado el método creado por él. Según indica, “son historias que terminan con un ‘vivieron felices y comieron… adecuadamente’”.

El autor asegura que es posible desintoxicarse de ciertos alimentos y liberarse así de una carga que oprime y que causa infelicidad.

Una persona con obesidad no es feliz.

Diego, en su libro dice que “no existe el gordito feliz y, si existiera, viviría mucho menos que sus semejantes sanos y se perdería muchas cosas de las que hubiera podido disfrutar si tuviera el peso correcto”. ¿A qué cosas renuncia una persona con sobrepeso?

Renuncia a sí misma, a su propio ser. Una persona con obesidad no es feliz, porque cuando se ve no se reconoce. Todos tenemos una imagen de nosotros mismos y, en el caso de un obeso, la imagen que le devuelve el espejo no concuerda con la que tiene de sí mismo. Ahí empiezan los conflictos.

No hay gordito feliz. Lo que hay es un poso tremendo de tristeza, frustración, sensación de incapacidad y baja autoestima. No solo hay autoexclusión, también hay exclusión por parte de la sociedad, que le desprecia. El gordito tiene que ser más simpático para encajar. Pero luego no se gusta, no se quiere y no sabe estar consigo mismo. Por eso come, entre otras cosas.

¿Cómo es esa mala relación con la comida?

Si una persona es normal, una buena persona, y la comida es buena porque es fuente de vida, lo que ocurre es que la relación que les une no lo es. Es una relación que no se basa en la necesidad fisiológica de la búsqueda de nutrientes, sino probablemente en una necesidad mucho más emocional, cuyo objetivo es llenar vacíos, casi siempre vacíos afectivos.

Una persona con obesidad come porque está aburrida, triste, cansada, contenta, etc. Su hambre es emocional, porque el hambre fisiológica, en la sociedad en la que vivimos, salvo algunas personas muy desfavorecidas, no la conocemos.

A veces utilizamos la comida a modo de recompensa, por ejemplo, con los niños. Desde el momento en que un plato de verdura es un castigo y una hamburguesa o unos dulces, un premio, ¿este problema no seguirá en el futuro?

El sistema de recompensas nos vuelve gordos. Está muy mal planteado y es un error. Lo que más nos gusta es lo que nos sienta mal y lo que no nos gusta, lo que nos sienta bien. Hay que aprender que lo que te sienta bien te guste. No es sencillo, pues se trata de cambiar toda una estructura que lleva generaciones y generaciones.

¿Cómo se puede romper esa mala relación con la comida? ¿Cómo lo plantea en el método Thinking?

Con la intervención de muchos profesionales. Primero, es un tema de salud, así que tiene que intervenir un médico. Es indiscutible que es un tema de alimentación, por lo que tiene que intervenir un nutricionista. Sin duda, es un tema emocional y esta es la laguna que siempre ha habido en lo relativo a la obesidad, así que debe intervenir un psicólogo. También es un problema de sedentarismo, por lo que se necesita un entrenador personal.

A la larga, es un problema de pérdida de objetivos. Quien se pone a adelgazar a veces se cansa y tira la toalla porque deja de ver ese objetivo que antes tenía muy claro. Por ello, un coach es fundamental para despejar el camino en ese sentido, pues enseña a ver permanentemente el objetivo al que se quiere llegar.

Para romper una relación con la comida y construir otra más saludable hay que hacer un cambio de conducta.

Un buen proceso no dura menos de un año. Aunque el peso de más se elimina antes, no es fácil cambiar o reestructurar un comportamiento que se tiene asimilado desde hace años.

Es verdad que hay un período de abstinencia con determinados alimentos, pero es temporal. Cuando se ha destruido esa relación, la persona se ha desintoxicado y escapa de la influencia de esos alimentos, ahí empieza la última fase que sería el período de construcción.

¿Cuánto cuesta el tratamiento?

Depende, porque hay varias modalidades. Para quien solo venga a buscar un plan de alimentación con el nutricionista, serían alrededor de 57 dólares. En cambio, el plan verde, que es muy intenso, cuesta 629 dólares al mes. Incluye ocho visitas mensuales con profesionales, terapia de grupo diaria y ejercicio todos los días con un entrenador personal.

Luego hay otra variante que es Thinking Line, que permite hacer el plan completo por videoconferencia. Ya tiene muchos seguidores en Inglaterra, Suiza, Noruega, México, Colombia, Chile, Argentina, España o Paraguay.

Una de sus recomendaciones es comer despacio. ¿Por qué?

Porque cuanto más lento comes, menos comes. En cambio, comer de prisa hace que comamos el triple y, además, es una manera de despreciar el placer de los sabores, esa experiencia olfato-gustativa y táctil.

No se trata de renunciar a esa experiencia de placer, pero sí hay que reajustar los placeres, buscar el punto en el que no se vuelvan en tu contra, que es lo que les pasa a las personas con exceso de peso.

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Fuente: El Nuevo Herald. (Por Purificación León)

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