Otra elección histórica en la CANACO

Por Victoriano Martínez

La elección en la que Juan Servando Branca Gutiérrez resultó presidente de la CANACO, el 25 de febrero de 2020, fue calificada como histórica porque por primera vez en 107 años participaron dos planillas. Ahora, el proceso para su relevo también será histórico, pero por protestas por impedir la participación de una segunda planilla.

Hace tres años, la planilla Potosinos Unidos, encabezada por María Esther Castro Patton, logró 79 votos de los asociados a la CANACO. Branca Gutiérrez, al frente de la planilla Azul y Oro, logró 206 votos.

Nadie hizo notar que también aquel proceso electivo tenía por primera vez el ingrediente de la participación de una mujer como aspirante a presidir ese organismo empresarial. Quizá se evitó hacer notar que la mayoría de los socios prefirieron un varón al frente del organismo…

El caso es que resulta que, en su trayecto como presidente, Branca Gutiérrez tuvo un enfrentamiento con el sector femenino de la Cámara con características muy distintas al de una contienda electoral, cuando María Fernanda Álvarez Montejano, ex presidenta de Jóvenes Canaco, denunció discriminación y violencia psicológica a inicios de 2022.

“El Consejo de la Cámara optó por seguir respaldando al mismo sistema que siempre ha protegido y por lo tanto de castigarme a mí, y EXPULSARME del organismo, bajo el argumento de haber hecho pública mi denuncia y no acudir con ellos mismos a “exponer” lo que sucedía”, publicó Álvarez Montejano en su cuenta de Facebook el pasado 4 de agosto.

Anunció entonces que junto con empresarios y mujeres instruidas en materia de género presentarían modificaciones a los estatutos de la Cámara para que se reconociera como una comisión a Jóvenes CANACO.

“Además, pedimos la alternancia de Mujeres en la presidencia general de la Cámara, que hasta hoy, desafortunadamente jamás hemos logrado presidir de forma general, ya que siempre en el intento, ha habido desafortunados eventos para evitarlo”, señaló.

Para Branca Gutiérrez, aquella denuncia y los pronunciamientos de Álvarez Montejano fueron cuestiones de la vida interna de la organización y los pronunciamientos de ella no fueron más que hacer “lo que su derecho corresponde, no tengo más comentarios”.

Si hubo gestiones para modificar los estatutos, si se tomaron algunos acuerdos más en torno al caso, quedaron en la “vida interna”. Tan interna, que en su Sitio Web no es posible consultar los estatutos de la organización, a pesar de que la Ley de Cámaras Empresariales y sus Confederaciones las señala como instituciones de interés público.

Aquella postura de “la ropa sucia se lava en casa” tuvo este jueves 9 de febrero otro desacato con la protesta de los integrantes de la Planilla Inclusión, encabezada por Juliete Abud Sarquis, que por la mañana “clausuraron” los accesos a la sede de la CANACO con mantas en la que exigían un proceso justo y legal, y acusaban de no dejar participar mujeres como candidatas a la presidencia.

Aunque Rodolfo Narro Lori, presidente de la Comisión Electoral, explicó en rueda de prensa que la Planilla Inclusión no cumplió con los requisitos para su registro, la nula transparencia en la información, al no exponer con precisión cuáles fueron los requisitos totales, y cuáles incumplió la planilla de Abud Sarquis, mantuvo las dudas sobre un proceso legal y justo.

Por la tarde-noche, a pesar de los reclamos, se intentó realizar la asamblea para llevar a cabo la elección con la planilla La Nueva CANACO, encabezada por Fernando Díaz de León Hernández, como única participante. Los inconformes lo impidieron. Finalmente se acordó realizar una asamblea extraordinaria y lanzar una nueva convocatoria para la elección.

Quizá en 110 años de la CANACO, sea la primera vez en que en el proceso de renovación de su presidencia se haya dado una protesta para repetir el hecho histórico en el que el presidente saliente fue electo entre dos planillas pero, también, que los reclamos hayan provocado la suspensión de la asamblea electoral y provocado el acuerdo de una nueva convocatoria.

Un pequeño paso en la exigencia pública de derechos en la vida interna de la Cámara que, a la larga, podría comenzar a configurar el salto a una auténtica representación de los intereses de los comerciantes, y la sociedad, por parte de una CANACO convertida principalmente en membrete de ornato para integrarla a comisiones y consejos de tintes de aval gubernamental.

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