Percepción de inseguridad, miedo constante

Por Victoriano Martínez

La percepción de inseguridad por parte de la población es tan volátil que, al depender de las emociones, su variación juega más en el terreno de la propaganda que en el logro de resultados en el combate a la delincuencia por parte de las autoridades, sin que necesariamente una población que se siente más segura deje de representar un avance en este tema.

La cuestión en todo caso es dilucidar hasta dónde la reducción del temor entre la población se debe a que efectivamente hubo una reducción en la incidencia delictiva y hasta dónde es producto de un bombardeo informativo-propagandístico sobre las acciones en materia de seguridad.

Durante poco más del primer trimestre del ayuntamiento encabezado por Enrique Galindo Ceballos la ciudad no contó con patrullas. La percepción de inseguridad pasó de 76.3 por ciento en septiembre a un 81.3 por ciento en diciembre.

Para el segundo trimestre, tras el cambio de nombre a la Dirección de Seguridad Pública Municipal por Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y la incorporación de 92 patrullas de “PoliSía” a la vigilancia de la ciudad, la percepción de inseguridad se redujo a 77 por ciento, todavía siete décimas más que el nivel que tenía cuando comenzó el actual gobierno municipal.

Asegurar que hay una mejora a partir de esa recuperación de lo perdido tres meses antes tiene más una intención propagandística y de proyección de imagen, que un ánimo genuino de informar a la población sobre avances reales, sobre todo cuando se viene de manipular datos bajo el concepto saldo blanco.

En la competencia entre el impacto de la incorporación de patrullas –con toda la estrategia promocional con tormento a la ortografía incluido– y el impacto que provoca una incidencia delictiva que no cede –con las perturbadoras desapariciones y atrocidades incluidas– mantiene un saldo en la percepción de seguridad que en los últimos seis meses en realidad no varió.

En todo caso se recuperó lo perdido y serán las evaluaciones posteriores las que indiquen si se retomó una tendencia a la baja en el grado de temor de la población que, si se amplía el periodo de las evaluaciones del INEGI sobre la percepción de inseguridad, la reducción en grado marginal de ese indicador comenzó hace más de un año.

Si la percepción de inseguridad se vuelve volátil en tanto se define en un terreno en el que compite la propaganda gubernamental contra la realidad de la incidencia delictiva, resulta pertinente reconocer que en este segundo apartado de la ecuación la tendencia apunta a la proliferación de hechos que impactan en el ánimo de la población.

Las cifras de homicidios de los últimos tres años registradas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, dan cuenta de una tendencia de leve crecimiento, lo que podría considerarse una ventaja para favorecer que la gente se sienta más segura.

No obstante, si se distinguen los casos de homicidios dolosos –entre los que se cuentan las ejecuciones y los crímenes que revisten características de atrocidades–, éstos registran una tendencia creciente en la que el promedio en los últimos tres años es que por cada tres homicidios dos fueron dolosos, con un cierre al mes de marzo con tres homicidios dolosos de cada cuatro.

Expresado en otros términos, en el Estado se corre tres veces más el riesgo de morir asesinado que víctima de un accidente o una acción culposa.

Elementos de la percepción de inseguridad que muestran que si bien tiene su ventaja lograr infundir propagandísticamente una sensación de seguridad en la población, ésta será volátil en tanto no se combata de fondo el problema y se logren abatir efectivamente los índices de criminalidad.

Tan volátil, que la percepción de inseguridad ha oscilado entre el 76.5 y el 88.5 por ciento de la población en los últimos tres años y medio.

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