¿Qué harán cuando el peatón estorbe?

Abelardo Medellín Pérez

El desacierto mayúsculo que significó la activación de los semáforos en la glorieta de Lomas ubicada en la capital potosina, reveló, una vez más, que las soluciones al problema silencioso de la movilidad en la ciudad, nunca serán suficientes mientras se piense que el desarrollo es privilegiar al automóvil y no a las personas.

Largas filas de automóviles y un daño profundo a las delicadas sensibilidades de ciudadanos que transitaron por la glorieta del Circuito Potosí este lunes 16 de febrero, bastaron para que el ayuntamiento de San Luis Potosí, reculara en su intento de probar si era pertinentes los semáforos en esta vialidad.

No duraron ni un día en activo y estos semáforos recibieron críticas y quejas, a las cuales incluso se sumó el ex titular de la Sedeco y próximo candidato a una diputación federal, Juan Carlos Valladares Ecihelmman, quien dijo sobre estos semáforos:

“Que caos con la activación de los semáforos de la glorieta de Circuito Potosí con SN…. Increíble de vdd”.

Muchas fueran las quejas, muchas fueron las notas, aún más las presiones que derivaron en una conclusión prematura de este ensayo que tenía una positiva pretensión: probar la factibilidad de un sistema de orden en esta vialidad que es casi exclusiva para automóviles.

El arrepentimiento de la autoridad municipal con esta medida, sin importar que justificación haya al respecto, es un retroceso y una derrota a esa voluntad de hacer diferentes las cosas para la ciudad.

Con la cancelación de estos semáforos, quien triunfa es el paradigma del privilegio al automóvil que nada bueno a traído a esta ciudad. Como se dijo en un principio la problemática recae en que las autoridades, que creen que el éxito de una administración es la medida de sus calles reparadas y en consecuencia invisibilizan a todo ciudadano que tenga que moverse con otros medios por la urbe.

Este paradigma es el mismo que poseyó en su momento al gobernador Ricardo Gallardo Cardona, cuando decidió que la mejor idea para conectar el centro histórico con la alameda Juan Sarabia, era construir un inmenso puente peatonal que moviera a los peatones, pero dejara intocables las gigantescas vialidades que años de mala planeación han entregado a vehículos particulares.

Este paradigma es el mismo que ha producido un proyecto gubernamental de movilidad basado en entregar concesiones a transportes urbanos cuya calidad, eficiencia, responsabilidad con el medio ambiente y compromiso con el servicio nunca son monitoreados ni sancionados por sus faltas.

El mismo paradigma impera y se impone de manera vulgar en la gran mayoría de las viviendas que forman parte del cuadro más encumbrado de la capital; en la mayoría de las secciones de Lomas, se cuentan por decenas las viviendas que por frente solo tienen cocheras y sus banquetas no son nada más que rampas intransitables.

El paradigma se hace presente por igual en las grandes extensiones de terreno sin intervenir que rodea a los fraccionamientos de zonas como Villa Magna, donde en las mañanas decenas de trabajadores y trabajadoras domésticas desfilan entre la maleza, la tierra, las piedras y a borde de caminos, porque, pese a que son necesarios, no se ha dispuesto de infraestructura peatonal adecuada para transitar.

Aunque las autoridades encargadas con el desarrollo de la ciudad siguen vendiendo la idea de que comprenden la pirámide invertida de preferencia vial, en la realidad se muestran profundamente indispuestos a ceder un chachito de la ciudad a otro tipo de formas de movilidad.

Los alcaldes no cierran espacios vehiculares para repensar pasillos peatonales, no, ellos inauguran calles. El gobernador no promueve la implementación de ciclovías para espacios como el de la capital, no, él prefiere pelearse con los antecedentes de ese proyecto y sepultar futuras alternativas ciclistas. El ayuntamiento de la capital no interviene calles para mejorar la infraestructura peatonal, no, él utiliza la vida ciclista como un espectáculo a vender y las pavimentaciones como catapulta propagandística. Los empresarios no proponen espacios de fácil acceso para estar a la vanguardia y ofrecer una alternativa a la omisión de la autoridad, no, ellos crean una nueva plaza en una sección donde a penas llega el transporte urbano, su entrada principal son escaleras y las entradas vehiculares son prohibitivas.

En el fondo, los dueños del espacio privado y los administradores del espacio público, están cegados por el mismo mito que cegó a quienes los precedieron: entre más calles hagas, más progreso te adjudicas. Les mintieron a ellos, ellos a nosotros y nosotros les creímos. Y con cada espacio cedido, con cada intento frustrado de administrar el tráfico vehicular, con cada proyecto de calles de nuevas donde no se incluyen pasos peatonales, con cada propuesta de crecer la ciudad hacia la zona industrial en grandes avenidas y dejar en el olvido los posibles proyectos de peatonalización la crisis se profundiza y la bola de nieve crece.

Pronto el experimento del “progreso” con base en el número de calles se canibalizará a sí mismo y entonces ya no habrá terreno donde poner vialidades, ya no habrá espacio para poner otro estacionamiento particular, ya no habrá semáforo que no estorbe al “libre tránsito” del carro. ¿Entonces qué harán?

¿Qué hará mañana la autoridad, cuando lo que estorbe a los carros sean los peatones?

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.

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