¿Qué le diría un árbol al ser humano?

Carlos Rubio

He visto cómo has crecido. Te levantaste más rápido que yo, pero ahora te veo desde arriba. Surcaste los cielos y penetraste la tierra, buscando ir siempre más rápido. No creo que puedas avanzar más, o al menos eso creía hace 26 años, cuando podía vislumbrar todo a mi alrededor, cuando los cálidos rayos de sol tocaban mis hojas y no sentía la fría estructura que hoy colocaste encima de mí.

He comparado el antes y el ahora. El aire, el sonido y el cielo, ya no se sienten del mismo modo. Lo que respiraste ayer, quedó muy lejos de lo que hoy circula por tu cuerpo. Y aunque trato de ayudarte, superaste mis límites; mi existencia es larga pero finita, mi labor es ardua pero acotada. Podía escuchar las aves cantar y el aleteo de sus alas cuando despegaban de mis ramas hacia las blancas nubes que no son más que un recuerdo. Ahora escucho el rechinido de las llantas contra el pavimento y los lamentos de quienes se despidieron de más de una vida en estos lares.

He perdido a más de un amigo. Vi caer a muchos como yo; mutilados, se redujeron a trozos de madera, sin más propósito que servirte a ti. Has sido una paradoja: la mejor solución fue convertirlos en material para construir, aún sin vida buscaste de nosotros un mejor uso que lo que llevamos a cabo todos los días: mantenerte vivo.

He vivido tu terquedad bajo mi propia sombra. Te has postrado frente a mí, ignorante y frustrado; golpeando tus dedos contra una pantalla, hablándole a la nada. Cuidando más de un aparato que de tu propia existencia; he visto a muchos morir por eso. Y aunque son pocos los que aún pueden caminar sobre esta intransitable calle, muchos son los que demuestran haber perdido su esencia; son automáticas sus reacciones, sus rostros reflejan cansancio y malestar apenas iniciado el día.

He guardado recuerdos en mi memoria. Frente a mí colgaste del cuello a tus enemigos; imprudente, caíste desde un tercer piso; colapsó tu obra; te accidentaste más de una vez contra los pilares que sostienen tu monstruosa creación; bloqueaste entradas y salidas pidiendo ser escuchado; te has robado mi suelo y mi tranquilidad. Todo lo vi. Escondido. Una sola vez me protegiste, de ti mismo, pero qué más da si soy el único que queda; reaccionaste tarde, muy tarde.

He sentido en mis raíces que está cerca el fin. Es inminente que me retire de aquí, que sólo soy oxígeno y sombra para ti, que en mi habitan seres vivos que no volverán, que soy el último recuerdo del verde valle que nunca podrás observar, que aunque llegué aquí primero no es impedimento para prescindir de mí, que esta recóndita estatua y yo nos volvimos invisibles en este desierto de ideas.

Hoy soy un simple árbol que yace en las estructuras del Distribuidor Juárez.

Mañana no sé si esté aquí.

Redes Sociales

Noticias por WhatsApp

Recibe nuestras notas directo en tu WhatsApp

Notas Relacionadas

Más Vistas

Skip to content