Un cubo mágico

Frater Ignatius

Este pequeño artilugio es una joya del ingenio humano. Si cabe la palabra, es un poema matemático. El escultor y arquitecto húngaro Ernö Rubik lo ideó en 1974 para hacer más fáciles conceptos geométricos a sus alumnos, presentó la patente en 1975 y las tiendas de Hungría, sobre todo Budapest, vieron con admiración el juguete mágico en 1977. En 1982 ya se habían vendido 10 millones de cubos. Tan solo en tres años se vendieron unos 120 millones de unidades y para el año 2020 se han vendido aproximadamente unos 500 millones de piezas.

El cubo se compone de una matriz de 3x3x3 de pequeños cubos de colores, dispuestos de tal modo que sus caras son seis colores diferentes. Los 26 cubitos exteriores están unidos de tal forma que las seis caras pueden girarse libremente. El objetivo es presentar el cubo ordenado, con un solo color en cada cara. No debemos espantarnos pero para este fin tenemos, 43252003274489856000 de combinaciones distintas de los cubos pequeños y solo una es la solución correcta. Si tuviéramos un cubo por cada una de estas disposiciones válidas en cada tirada, podríamos cubrir fácilmente toda la superficie del gigante Saturno unas 25 veces. Si pudiésemos construir una torre muy grande desde la tierra hacia el espacio exterior, la punta se prolongaría unos 250 años luz.

Hasta hace poco tiempo no se sabía el número exacto de giros para resolver el cubo desde cualquier posición arbitraria. Parecía que era en 22 giros pero en julio del 2010 un grupo de investigadores, entre los que se encontraba Tomas Rokicki, quien dos años antes había bajado la solución a 25, 23 y finalmente a 22, demostró que el llamado “número de Dios” era 20.

En los últimos años el cubo ha mutado y se ha extendido hasta 13 capas. Hay de 4x4x4, 5x5x5, 6x6x6 (V-CUBE), 7X7X7 (V-CUBE7), hasta el 13. Empero hay otros que no han salido al mercado de 17 y 22 capas. Evidentemente el número de combinaciones se eleva astronómicamente, a más de 88 trillones de combinaciones. El cubo también ha inspirado otras figuras como el Pyraminx, Megaminx, Ttutminx, Skewb, Mirror cube, etc.

Rubik mismo tardó más de un mes en descifrar el cubo. Vive literalmente todo el tiempo para él. No da entrevistas porque argumenta que el cubo debe hablar por sí mismo. Lo conoce desde siempre y dice que esa combinación de simplicidad con complejidad hace del cubo algo único y misterioso. Diríamos, es poesía geométrica.

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