Una enfermera para 500 habitantes

Abelardo Medellín

Nelibey Hernández Adrián es una enfermera originaria de Axtla de Terrazas que actualmente trabaja en la Unidad Médica Rural 190, ubicada en el barrio de Ensenada, en el ejido de Chalco, en la Huasteca potosina. Actualmente ayuda en actividades de atención de primer nivel y apoya como única enfermera a una población de más de 500 habitantes.

Nelibey habló en entrevista con Astrolabio Diario Digital sobre el trabajo que realiza como la única enfermera de la localidad y lo complicado que es brindar atención de primera mano a una población rural en tiempos de pandemia.

Comentó que fue a finales de febrero del 2020 cuando comenzó su trabajo como enfermera única, luego de que comenzaran a operar las unidades médicas rurales pertenecientes al programa de IMSS Bienestar, mismo que representó un reto personal en vista de que ahora tendría que desempeñar sus labores en solitario:

“cuando fue mi primer día de trabajo claro que estaba asustada y nerviosa, porque iba a ser la única persona que iba a estar al pendiente de todo, entonces… pues nunca imagine que iba a estar sola”.

La enfermera de la Huasteca aseguró que no tener más compañeros en la unidad médica donde trabaja representa un problema, sobre todo en la cuestión administrativa, “porque, imagínese, ser operativo, administrativo y todo, pues es complicado, sobre todo porque no todo es COVID, también tenemos control nutricional, menores de cinco años, vacunación; es todo en uno y estar solo lo complica porque no tienes con quién apoyarte”.

No obstante, señaló que el trabajo no recae todo sobre ella, ya que en la unidad también hay un médico, aunque esto no vuelve más sencillo el trabajo de todos los días que ahora se ha dividido entre servicios médicos de primer nivel y además atención de pacientes sospechosos de COVID-19:

“Tenemos que utilizar medidas de protección, tenemos que usar cubrebocas, caretas, batas, todo para poder atender pacientes e identificar si la sintomatología de un paciente se asemeja a la de COVID-19, de ahí lo tenemos que mandar a hacer la prueba para confirmar; para esto, como soy la única enfermera, tengo que dar atención a la población general y aparte mi trabajo dentro del triage”.

La enfermera apuntó que lo complicado ha sido tener que dividir la unidad médica entre personas sospechosas de Coronavirus y aquellos pacientes que sólo asisten por atención médica relacionada con “control de enfermedades crónicas, diabéticos, hipertensos, entonces se convierte en atender a pacientes ‘sanos’ y ‘enfermos’, por decirlo así […] es complicado y difícil tener que estar poniéndonos y quitándonos el equipo, sobre todo porque soy la única ahí que atiende en este trabajo”.

Nelibey explicó que su trabajo como única enfermera sólo es de lunes a viernes, ya que los fines de semana asiste una compañera que hace guardia esos días, a pesar de que no hay médico de planta el sábado y domingo, “pero pues no hay consultas los fines de semana, la compañera sólo está para cuestiones de emergencia”.

Además, hizo hincapié en que ama su trabajo y le gusta su labor como trabajadora de la salud, sin embargo dijo que las horas fatídicas de atención a pacientes como única enfermera, luego de un año de trabajar bajo este modelo, ya le han cobrado factura:

“es tedioso, estresante, llegas a casa sin ganas de hacer nada; tengo familia, esposo y dos hijos, pero es difícil sobrellevar la carga de trabajo, porque realmente ver a pacientes en un módulo y ver pacientes graves en otro módulo, llegas de un humor extraño”.

Consideró que una de las cosas que más cansa del trabajo como enfermera única es el horario que tiene que cubrir, porque “es descontinuo, entro a las ocho de la mañana, de ocho a dos, y de dos a cuatro se supone que tengo dos horas de comida, las cuales no tomo por la carga de trabajo, y de cuatro a seis vuelvo a entrar como enfermera, son diez horas diarias, es muy cansado, me siento estresada, pero no haría otra cosa”.

Hernández Adrián comentó que otro aspecto negativo que ha traído la pandemia consigo, es la reducción en las consultas entre la población que, cada día, desarrolla una animadversión mayor por los centros de salud, a pesar de que no se tiene un conocimiento concreto de cuántos casos positivos han pasado por la unidad médica 190:

“podríamos decir que no hubo casos confirmados, porque a veces la misma población es incrédula al respecto de este tema, cuando los derivamos a que se hagan la prueba, tienen miedo a hacérsela, esto nos ata, aunque quisiéramos darles un seguimiento o confirmar algo, pues no podemos, porque tiene miedo por lo que se dice en redes sociales, prefieren quedarse en casa”.

Para Nelibey, la renuencia de los habitantes a confirmar un diagnóstico de COVI-19 puede deberse a la desinformación e ignorancia en temas de salud que hay en zonas rurales de México:

“La población ya no cree en nada, por más medidas e indicaciones que se dan, no lo toman muy en serio, es difícil, sobre todo con el uso de cubrebocas, imagínense, no acatan las indicaciones del para qué o por qué”.

A pesar de que no se tienen datos precisos de cuántas personas se han contagiado de coronavirus en el ejido de Chalco en Axtla de Terrazas, señaló que han sido por lo menos 40 personas las que se han hecho una prueba que salió positiva al virus, “aunque hay que considerar que hay otras infecciones respiratorias que se confundieron o no corroboraron el diagnóstico de COVD-19”.

Nelibey Hernández narró cómo a principios de agosto ya vivió en carne propia la enfermedad, situación que sólo complicó más su trabajo: “estar en contacto con pacientes, cuidarse y sentir el estrés de ver cómo uno quiere tratar de darles la mejor atención, pero pues, la reconversión lo ha complicado”.

Nelibey, como enfermera de la unidad médica 190, dijo que si le pudiera pedir algo a las autoridades, sería una compañera de trabajo: “alguien que me apoye de lunes a viernes, que no nos limiten en cuestión de medicamentos y realmente en lo personal un cambio de horario, ja, ja, pero sería todo”.

De igual manera, dijo que no podría pedir mucho a los 500 habitantes que atiende, ya que constantemente tiene contacto y comunicación con ellos: “sin embargo, pediría que sus familiares que viven afuera se aguantaran tantito de visitar a sus familiares, porque en eso sí hay renuencia en cuestión de la movilización de la gente”.

Reconoce la dificultad de atender a una población tan grande en una zona sin posibilidad de atención médica de segundo nivel, pero de igual manera sabe que su caso no es el único pues, como ella, al interior del estado debe haber decenas de enfermeras que atiendan unidades médicas rurales como trabajadoras únicas de su área.

A mediados de julio del 2020, el área de comunicación social de la Secretaría de Salud de Gobierno del Estado de San Luis Potosí reveló para este medio un tabulador donde se apreciba el total de personal en funciones dentro de los sevicios de salud, de los cuales tres mil 489 son profesionistas con licenciatura en Enfermería o Enfermería y Obstetricia; de acuerdo con el más reciente Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en San Luis Potosí hay actualmente 2 millones 822 mil 255 de habitantes, lo que significaría que por cada enfermera en la entidad hay 808 personas.

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