Texto y fotografías de Estela Ambriz Delgado
La mañana parecía ser totalmente normal en los pasillos y diferentes áreas del Hospital Central “Dr. Ignacio Morones Prieto, sin embargo, en algunas de ellas durante unos minutos, personal médico y de enfermería, así como pacientes, dejaron de lado la rutina y el aislamiento en el que se encuentran para lograr su recuperación y disfrutar de la fusión de ritmos de Sangre de Coyote.
La música como forma de expresión artística, de gran poder, más allá del entretenimiento, representa una vía de conexión humana, por demás necesaria para todas las personas, en especial grupos sensibles.
El cierre del proyecto Sangre de Coyote, semilla que florece el barrio, debía ser en un lugar en donde pareciera casi imposible llevar música en vivo, pero a la vez, como en los espacios anteriores, donde hiciera más falta, en un lugar sí de vulnerabilidad, pero también de lucha y dignidad.
La tocada inició en la cafetería donde la presencia de Miguel, Gerardo, Andrés, Ricardo, y Emmanuel, cada uno con sus instrumentos, tomó por sorpresa a quienes se encontraban rompiendo el ayuno.
En pocos minutos desenfundaron violín, guitarras, acordeón, y contrabajo, e iniciaron con La Foule.

Aunque algunos de los presentes se sintieron apenados por estar comiendo, ya que junto con la banda el cineasta Carlos ingresó con su equipo de video y cámara fotográfica para documentar el momento, en cuanto inició la música centraron su atención en las notas.
Durante varios minutos amenizaron con Andy’s ride, Lulú Swing, aligerando la jornada del personal médico, de enfermería, camilleros, limpieza, y administrativos que hacen posible el funcionamiento del hospital.
Aunque el tiempo era limitado, pues la música continuaría en otros espacios, tocaron una canción más, Cuando vuelva a tu lado, a petición del público. Al terminar, a nombre del grupo Andrés agradeció al personal el trabajo que realizan.
La siguiente parada fue en el área de pediatría, que pese a ser un confinamiento sobrio y estéril, en esta época los tonos verdes de la escarcha, el rojo de las esferas, los moños, y el blanco de la nieve, dan calidez a sus pasillos.
Para ingresar a la sala de inmunocomprometidos, es decir, quienes por su padecimiento tienen un sistema inmunológico debilitado, lo que los vuelve más susceptibles a infecciones, únicamente pasaron Miguel, Emmanuel y el cantante Juan Pablo Rivera Sierra, usando cubrebocas, e interpretaron El Ratón Vaquero.

Además de la sorpresa que causó a las y los niños y sus madres, la presencia y las notas que emitían el violín y la guitarra, junto a la voz de Juan Pablo, sumamente parecida a la de José Gavilondo Soler Cri-Cri, el ambiente pareció volverse menos denso. El simple acto de escuchar la música ayuda a reducir la percepción del dolor.
Después pasaron a una de las salas de pediatría general, la recepción de enfermeras, médicos y médicas, las madres de las y los niños fue muy grata, especialmente el personal de enfermería se mostró entusiasmado, de inmediato se hizo evidente un cambio de ánimo, algunas personas incluso grababan video.
Aquí ya era posible el ingreso de más personas, por lo que los cinco Sangre de Coyote pudieron interpretar las melodías Czardas y Mazel Tov.
Una de las pacientes, la de mayor edad en la sala, aunque en un principio parecía desconcertada por la presencia de los músicos, luego le generó curiosidad y comenzó a grabarlos con un teléfono. En su rostro se hizo evidente que, por unos minutos, las notas distrajeron su cuerpo y su mente del dolor.
Al preguntar a los presentes si preferían escuchar El Chorrito o El Ratón Vaquero, la casi adolescente mostró entusiasmo y acompañó a otros en la petición del El Ratón Vaquero, que inclusive fue acompañado por algunos con sus palmas.

En otra sala de pediatría, en la que se encontraban varios doctores, doctoras y estudiantes, reunidos en torno a un niño que atravesaba un momento difícil en su estado de ánimo. A la par, la mamá de otro niño que sería trasladado, pidió que esperaran y lo dejaran escuchar.
La llegada de la música resultó oportuna, con su fusión de ritmos balcánicos, gipsy jazz y folk, se transmitió la vitalidad de las notas, trayendo consigo una mañana un poco diferente. Para algunos de los familiares y personal presentes, fue evidente que las interpretaciones fueron un pequeño remanso.
Cuando junto con Juan Pablo tocaron El Chorrito, algunas y algunos se unieron a cantar el conocido coro.
Para cerrar, la parada final fue en el área de oncología para adultos, donde en una pequeña sala Miguel, Emmanuel y Juan Pablo cantaron el bolero Me importas tú. Después en el pasillo de esta misma, se les unió Andrés con el acordeón, para interpretar dos canciones más.
Al llegar el momento de retirarse, Sangre de Coyote agradeció la oportunidad y la atención al personal, dejando un ambiente un poco más ligero, en el que a pesar de que las personas se encontraban recibiendo quimioterapia, por unos instantes pudieron tener un poco de paz y distraer su mente con las poderosas y armónicas notas del violín, la guitarra y el acordeón.





