Especial | Héroes anónimos: ejidatarios y comuneros salvando la Sierra de San Miguelito

Texto y fotografías de María Ruiz

El fuego ruge y devora los ejidos de la majestuosa Sierra de San Miguelito. Sus llamas, atraídas por la avaricia y los oscuros secretos de los fraccionadores, arrasan todo a su paso, pero en medio de la desolación, emerge un grupo de héroes anónimos: los ejidatarios y comuneros.

Desde las primeras horas del día, un grupo de personas provenientes de la comunidad de San Juan de Guadalupe, el ejido de El Gran Peñón y la delegación de La Pila, se preparan para enfrentar al monstruo de fuego. Equipados con valor y determinación, se dirigieron hacia la pista de aeromodelismo ubicada en el Parque Tangamanga I.

Allí les esperaban los brigadistas de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y Protección Civil Estatal.

El helicóptero aguardaba para llevarlos a los picos ondeantes de la imponente sierra. Sin este medio de transporte, el viaje habría sido una odisea de más de cinco horas, sorteando las olas de fuego que lamen las alturas.

Luis Aguilar, un ejidatario de 60 años de edad y habitante de la comunidad de San Juan de Guadalupe, conoce bien la lucha contra las llamas. Recordó el año 2019, cuando enfrentaron una situación aún más desgarradora, pero esta vez, el incendio es una afrenta directa a las comunidades y ejidos de la zona.

Firme, Luis cuestionó los puntos donde se originaron los incendios. Casualmente eran cercanos a proyectos inmobiliarios y fraccionadores. Él no cree que sea una coincidencia.

Para él este panorama revela una verdad incómoda: el siniestro podría haber sido causado intencionalmente por aquellos que codician estas tierras de manera clandestina. Sin embargo, también señaló la negligencia de quienes recorren los senderos sin conocimientos para proteger el entorno, y que se animan a encender fogatas sin pensar en las consecuencias.

“La Sierra de San Miguelito, un tesoro natural, merece más que eso”, dijo.

Así, entre las llamas y la oscuridad humeante, los ejidatarios se alzaron como guardianes valientes. Su lucha no solo es contra el fuego, sino también contra la codicia y la indiferencia.

En su coraje, dijo Luis Aguilar, han encontrado la esperanza de preservar la belleza de la tierra que aman.

Luis Aguilar, un incansable defensor de la Sierra de San Miguelito, se ha convertido en un símbolo de valentía y dedicación. Desde el 8 de abril se ha unido en las acciones de deshierbe que son cruciales para frenar la propagación del fuego en esta majestuosa región natural.

Cuenta que aunque un helicóptero los transporta cada mañana, el trabajo que enfrentan es arduo y desafiante.

Luis y su equipo caminan por terrenos inhóspitos, serpenteantes y peligrosos, dispuestos a arriesgar sus vidas por la causa, pero su meta es clara: salvar la Sierra, proteger su flora y fauna.

“Nos dejan en diferentes puntos, y nosotros conocemos cada rincón de la Sierra de San Miguelito. Caminamos al menos cuatro horas al día, deshierbando y limpiando. Solo hay un punto de hidratación, pero no es fácil decidir enfrentar los peligros para preservar este tesoro natural”.

Aunque el traslado en helicóptero dura menos de ocho minutos, su estadía en las tierras devastadas por el incendio se extiende por más de 10 horas diarias. Este trabajo vocacional es llevado a cabo por Luis y otros 10 ejidatarios y comuneros, armados con palas, machetes, rastrillos y cortadoras; su sabiduría acumulada a lo largo de los años, les permite recuperar lo que el fuego dejó atrás.

Luis Aguilar

“La tierra dañada por las llamas requiere un tratamiento especial, y el deshierbe es esencial para su recuperación”.

Aunque pueda parecer poco, el esfuerzo de Luis y su equipo contribuirá a que esta tierra vuelva a florecer con vida en el futuro.

La Sierra de San Miguelito, con sus 111 mil 160 hectáreas de extensión, es un tesoro natural protegido en el estado de San Luis Potosí. Su biodiversidad, con especies endémicas y árboles como el pino piñonero, depende de manos como las de Luis para sobrevivir.

No se trata solo de salvar un paisaje, sino de preservar la esencia misma de la vida en esta región. Que su valiente labor inspire a otros a cuidar y proteger el entorno, porque cada acción cuenta, incluso si parece pequeña.

Guardianes incansables

En la asolada Sierra de San Miguelito, dos hermanos, Gisela y José Omar Rivera Hernández, se alzan como guardianes incansables de la tierra del lagarto cornudo.

Ahí en donde las llamas han devorado la esperanza, ellos encienden una diferente: la esperanza de que la naturaleza vuelva a florecer.

Gisela, una de las dos únicas mujeres que acompañan a los ejidatarios en esta Área Natural Protegida, no es una recién llegada. Su vínculo con la tierra es ancestral, tejido en las raíces de su linaje.

Originaria de la delegación de La Pila, ella y su hermano José Omar son defensores apasionados de las tierras comunales de la Sierra.

Gisela Rivera Hernández

Juntos han decidido enfrentarse nuevamente a las llamas después de cuatro años, para sanar las heridas de la naturaleza. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y Conanp los convocaron para una misión crucial: recuperar y desherbar las zonas más afectadas por el incendio.

No es solo un trabajo físico; es un acto de amor y resistencia. Gisela sabe que el fuego puede arrasar con la materia orgánica, pero también entiende que la presencia de helicópteros puede alterar aún más el suelo, dificultando la regeneración natural. Aquí es donde entra en juego su conocimiento y determinación.

Ella cuenta que, con la mirada fija en las cenizas, Gisela y José saben que la tierra es resiliente; especies dormidas bajo la superficie aguardan su turno para renacer.

“El deshierbe es su herramienta mágica, es retirar la madera quemada y preparar el terreno para que las semillas puedan encontrar un hogar fértil”.

No solo previenen que el fuego se propague nuevamente, sino que también allanan el camino para la vida.

La Sierra de San Miguelito también ha sido su hogar y la conocen como la palma de su mano. No temen adentrarse en sus entrañas. Para ellos el fuego es un desafío, pero también una oportunidad: que la tierra marcada por cicatrices, espera pacientemente su turno para florecer de nuevo.

José Omar Rivera Hernández

“Hay especies que pueden rebrotar, claro después de un tiempo y por ello el deshierbe es fundamental. Aparte prevenimos que el fuego existente vuelva a extenderse en zonas ya afectadas”.

Gisela y José, con sus manos curtidas y corazones ardientes, son los custodios de esa esperanza. En medio de la devastación, son sembradores de vida.

Cada paso que dan es un espacio para que una semilla florezca de nuevo, pues saben que al deshierbar, al retirar la materia orgánica quemada, es una oportunidad para que el suelo y subsuelo de la tierra se recupere, que con los años pueda brotar nueva flora y retener a la fauna endémica de la zona.

La Sierra, con su historia grabada en sus rocas y susurros de viento, dicen ambos hermanos, les da la bienvenida.

“El fuego es imponente, ¿sabe? No mucha gente se viene con nosotros, la gente afectada ya fue retirada y sabemos lo que se siente, por eso estamos aquí. A mí me gusta ayudar, sentirme útil, aunque mi día se quede ahí en la Sierra”.

Un esfuerzo en conjunto y el enigma del origen

La Sierra de San Miguelito ha sido testigo de la lucha entre la naturaleza y el desarrollo humano. Mientras los brigadistas se enfrentan al fuego, las autoridades se debaten entre la urgencia de controlar el incendio y la necesidad de preservar este ecosistema único.

Más de 250 brigadistas de diversas instituciones, incluyendo Conafor, Conanp, Sedena, Protección Civil Estatal y ejidatarios, se han unido en una carrera contra el tiempo. Sin embargo, la magnitud del desastre exige más que números.

¿Qué estrategias se están implementando realmente? ¿Cómo se coordina este esfuerzo masivo?

En medio de estas incógnitas, hubo un llamado a la prudencia que es claro. Aunque la resistencia de la Sierra de San Miguelito es un símbolo para muchos, la ciudadanía no debe arriesgar su vida.

Mauricio Ordaz Flores, titular de Protección Civil Estatal, enfatiza en que la población debe confiar en los profesionales y quedarse en casa, pues subir a las zonas afectadas sin estar debidamente informados y capacitados solo aumentará el peligro.

Por otro lado, la devastación del suelo es inminente. La coordinación entre el Gobierno del Estado y las autoridades federales, según palabras de Ordaz Flores, busca no solo combatir el incendio, sino también planificar la recuperación.

“Recursos federales están en trámite para financiar estrategias de restauración, así como la posible llegada de un helicóptero M1-17”.

Sobre esto último, Ordaz Flores remarcó que en el incendio registrado en la Sierra en el año 2019, esta nave se unió a la lucha contra el fuego.

Por otro lado, a casi tres días de haber comenzado el siniestro, Ordaz Flores no menciona el origen del incendio. ¿Es un descuido humano, un acto intencional o una consecuencia del cambio climático? Hasta ahora las autoridades deben ser transparentes y responsables, la comunidad merece saber la verdad.

La Sierra de San Miguelito arde, y con ella, muchas preguntas que mantienen a los ejidatarios y comuneros en la incógnita, mientras salvan sus tierras de este voraz incendio.

Redes Sociales

Noticias por WhatsApp

Recibe nuestras notas directo en tu WhatsApp

Notas Relacionadas

Más Vistas

Skip to content