Sopita de Rubik: Tangamanga. Volumen 1. Revisitado

Primer entrega de tres (tal vez cuatro, no sé).

Joel Hernández Vázquez

Inicié con este primer volumen, en 2017, la trilogía de «Tangamanga». Quise continuar la segunda y tercera entrega, pero no pude, algo faltaba. Algo no terminaba de encajar. Entrevisté personajes, platiqué aquí y allá; seis años pasaron. Ahora las cosas hacen sentido con sus voces. Aquí visito, nuevamente, este primer texto. Con la promesa de entregar, ahora sí, el volumen dos y tres. La palabra Tangamanga parece abarcarlo todo. El parque, la plaza, el fraccionamiento, una universidad, una cerveza artesanal, una línea de autobuses urbanos y hasta una marca de carnes frías. Tangamanga esto, Tangamanga lo otro.
¿Por qué todo -en San Luis Potosí- se llama Tangamanga? ¿Qué es la Tangamanga?

***

Comenzaré por decir, sobre los días y años de mi infancia. Nací y crecí en una ciudad pequeña, que para 1985, tendría apenas cuatro cientos mil habitantes. Con su avenidita principal; «Carranza», donde, claro está, se «carranceaba». La alcurnia se codeaba en el «Deportivo Potosino» donde, por cierto, uno de sus socios (Michel Esper, de Ciudad Valles) inventó la «Michelada». La gente bien estudiaba en el «Instituto Potosino». En esos años, más o menos, tendría también su primera plaza comercial en el formato de mall gringo: Plaza Tangamanga.

La plaza se convirtió en nuevo epicentro de la ciudad. Desplazando la convivencia natural del Centro Histórico; uno de los fenómenos asociados a la aparición de estas «plazas». Algo similar a lo que sucede con «el efecto Walmart» que cuando instala una nueva sucursal destruye los negocios locales (y el tejido social) a la redonda. Las plazas comerciales concentran la concurrencia; modificando los hábitos de consumo de una comunidad. Con la plaza inició toda una nueva etapa para San Luis Potosí.

Claro, yo no sabía eso cuando era niño. Ni mis papás, que todos los domingos nos llevaban a desayunar al recién inaugurado Sanborns de la plaza. El lugar me parecía enorme, gigantesco. El bar se me figuraba un misterio ¿qué podría estar pasando adentro? Pedía molletes o un «Gato Garabato» que seguro dejaba a la mitad para irme disparado a la juguetería a buscar lo último que hubiera visto en el infomercial que, en realidad, era el programa de Chabelo.
El sitio sigue idéntico. Las mesas, el bar, las revistas, todo.
Voy de vez en vez; me transporta.

A mamá le gustaba darse sus vueltas en el Sears. Con aquella fachada café, espejos y unas letras en color chocolate con líneas blancas. Ahí pasé muchas tardes, mientras ella compraba, sentado en la guardería de la tienda viendo películas de «Winnie the Pooh», comiendo palomitas con mantequilla, todas las que pudiera pedir. Eran gratis. Lo que no era gratis era el ICE que vendían a precio de lujo, aprovechando la sed de las palomitas saladas. Entre infantes se consideraba un guiño de distinción pavonear el envase y la boca pintada de azul. Un antecedente generacional para el fenómeno de los vasos de Starbucks.

El frenesí por estos modernos yukis fue únicamente comparable a la ocasión en que llegó el hielo a Macondo. Muchos años después remodelaron la tienda, la fachada cambió, los interiores se adaptaron a las exigencias de la «imagen corporativa»; minimalismo blanco y rojo. Sentí que una parte de mí había muerto con el lugar.
En realidad; lo hizo…

Febrero 9, 2023.

joel@estudiocientotres.com
Fb. Joel Hernández Vázquez.
Twitter @aliasrubik

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es abogado, director de Estudio #103, una firma enfocada a la consultoría y litigio en procesos laborales y migratorios. Le ha dedicado 18 años al ejercicio de su profesión en el ámbito privado. En su trabajo destaca la promoción de litigios constitucionales en contra de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí debido a la prohibición de cursar una segunda licenciatura; así como el cobro de cuotas de inscripción. Representó a un grupo de internas en la conducción de la primera demanda laboral relativa a un esquema de esclavitud análoga en contra de una empresa maquiladora dentro del penal de San Luis Potosí.

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